La Frikitiva
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  • ¿Es posible vivir sin Whatsapp?

    woman holding black smartphone at Whatsapp logo

    Parece que es imposible vivir sin WhatsApp. Esta aplicación se ha convertido en una herramienta esencial para mantenerse en contacto con tu gente y para interactuar en casi todos los contextos. Sin embargo, algunas personas optan por no utilizarla, ya sea por preocupaciones sobre la privacidad, la necesidad de desconectar o simplemente por preferir otras formas de comunicación.

    ¿Es posible vivir sin WhatsApp? La respuesta es sí. No hemos tenido WhatsApp hasta hace nada. De hecho, hacerlo puede traer importantes beneficios para nuestro bienestar. O eso dicen. Aunque la mensajería instantánea facilita la comunicación, también puede generar una dependencia que afecta nuestra capacidad para desconectar y vivir el presente.

    La desintoxicación digital se presenta como una alternativa aterradora pero posible para quienes sienten que la mensajería instantánea ha invadido su vida diaria. Vivir sin estas aplicaciones puede parecer radical, pero mucha gente, al reducir el uso de estos servicios, no solo recuperan tiempo, sino también la paz mental. La constante necesidad de responder de inmediato, el estrés por las notificaciones incesantes y la presión de estar siempre disponibles son factores que pueden afectar negativamente la salud mental.

    Dar un paso atrás y repensar cómo nos comunicamos puede ser el primer paso hacia una vida más equilibrada. Hay quienes optan por eliminar las aplicaciones de mensajería de sus dispositivos móviles y limitar la comunicación a correos electrónicos, llamadas telefónicas o encuentros presenciales. Estas alternativas, aunque más lentas, nos permiten reconectar con una forma de comunicación más pausada, dándonos tiempo para reflexionar antes de responder y evitando la inmediatez que puede resultar abrumadora.

    Una vida sin mensajería instantánea puede fomentar también interacciones más profundas y conscientes. En lugar de estar atrapados en conversaciones superficiales o múltiples chats a la vez, nos centramos más en las conversaciones cara a cara o en los momentos de soledad, que pueden ser igual de necesarios. La clave está en encontrar un equilibrio, donde la tecnología no sea una fuente constante de estrés, sino una herramienta al servicio de nuestra vida.

    La desintoxicación de la mensajería instantánea no solo es posible, sino recomendable. Volver a una comunicación más simple y menos inmediata puede ayudarnos a reducir el ruido digital, mejorar nuestra salud mental y recuperar el control sobre nuestro tiempo.

    Sigue leyendo:
    Carr, N. (2011). Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Editorial Taurus. – Este libro profundiza en cómo el uso constante de la tecnología, incluida la mensajería instantánea, afecta nuestra capacidad de concentración y reflexión.
    Newport, C. (2019). Minimalismo digital: en defensa de la atención en un mundo ruidoso. Editorial Paidós. – Newport explora el impacto de la sobrecarga digital y cómo desintoxicarse del uso excesivo de la tecnología, incluyendo la mensajería instantánea.
    Turkle, S. (2017). En defensa de la conversación: el poder de la conversación en la era digital. Editorial Ático de los Libros. – Un análisis de cómo las conversaciones cara a cara son fundamentales para el bienestar humano en contraste con las interacciones digitales.
  • El Guardian ha publicado 19 consejos para para tener relaciones de cualquier tipo más sanas.

    Avoid fighting over who is right or wrong
    
    “I’ve been doing this for almost 40 years,” says Marshall, “and I can’t tell you how many times I’ve listened to people having an ‘I’m right and you’re wrong’ argument”. Nobody has ever solved anything this way, he says. “All that happens is somebody will throw something else in, or they’ll find an example of the one time the other person was wrong. And we just go round and round in circles. However much you believe that your views are right, your partner believes just as much that their beliefs are right, too. You need to understand the position of each other better; then you can both soften and a third way will emerge. ‘I’m right, you’re wrong’ battles destroy relationships.”
  • Teoría del comportamiento de masas: ¿por qué actuamos diferente en grupos grandes?

    Masa enfurecida

    Éste es un tema que me flipa. La psicología social ha estudiado durante décadas cómo el comportamiento humano cambia cuando formamos parte de grupos grandes. Este fenómeno, conocido como comportamiento de masas, se manifiesta en eventos multitudinarios como protestas, conciertos o celebraciones deportivas. Aunque se trate de individuos autónomos y creemos que somos independientes, la influencia del puede generar comportamientos irracionales o inesperados. En este post explico las causas de estas diferencias y qué teorías las explican.

    El comportamiento de masas es un concepto de la psicología social que describe cómo los individuos tienden a actuar de manera diferente cuando se encuentran en un grupo grande, en comparación con su comportamiento individual o en interacciones con pocos individuos. Este fenómeno suele estar marcado por una pérdida de identidad personal. Esto hace que las personas adopten comportamientos que quizás nunca mostrarían en otras situaciones.

    Cuando hablo de identidad personal, me refiero a la conciencia que una persona tiene de sí misma como individuo único y el conjunto de valores, creencias y comportamientos asociados a tal idea. En el contexto de las multitudes, esta identidad tiende a diluirse o a desaparecer. Las personas dejan de creer que son quienes son y pasan a formar parte del grupo. Pepito deja de ser Pepito para ser un forofo del Madrid durante un partido contra el Valencia CF en Mestalla.

    Las multitudes influyen en la toma de decisiones, reducen la capacidad de autocontrol y fomentan acciones extremas. Estos comportamientos no se observan en circunstancias individuales. Uno de los factores clave que explica este fenómeno es el proceso de desindividualización.

    El término «desindividualización» fue introducido por Festinger en 1952 y elaborado después por Zimbardo, entre otros: se refiere a la pérdida de la autoconciencia y de la responsabilidad individual cuando las personas están inmersas en una multitud. En estas situaciones, la presencia de terceros disminuye el sentido de responsabilidad personal, y el comportamiento tiende a alinearse con el de la masa. Un ejemplo típico es el de los disturbios callejeros, donde las personas que normalmente no actuarían de manera violenta se ven involucradas en actos vandálicos simplemente porque «los demás lo están haciendo».

    Otro enfoque clásico para entender el comportamiento de masas proviene del sociólogo francés Gustave Le Bon, que formuló la teoría del contagio social en «La psicología de las masas» (1895). Cuando los individuos forman parte de una multitud, sus emociones y acciones tienden a contagiarse entre sí, lo que genera una especie de «mente colectiva». En este contexto, las personas pierden su individualidad y racionalidad, y comienzan a comportarse según las emociones predominantes del grupo, ya sea euforia, miedo o agresión. Por ejemplo, en una manifestación pacífica, si una pequeña fracción de la multitud comienza a mostrar signos de violencia, es probable que esa emoción se propague rápidamente, alterando el comportamiento del grupo entero.

    According to Le Bon , the crowd, in psychological terms, is a group of individuals who, in specific circumstances, acquire new characteristics that are very different from the characteristics of the individuals who constitute it. Although there are different kinds of crowds, they have similar characteristics, such as the power of destruction, the certainty of impunity and a direct relationship between the certainty of impunity and the size of the crowd.
    
    According to Le Bon, regardless of who is in a crowd, the individual conscious personality fades, and the group unconscious personality prevails. The crowd, in his position, constitutes a single collective being that is guided by a mental unity and a collective soul that makes individuals feel, think and act differently than they would independently. With the help of suggestion and contagion mechanisms, feelings and ideas can quickly become actions. The individual may display automated behavior, increasing the likelihood of violent occurrences.
    
    Vilanova et al. (2017)

    A diferencia de la teoría anterior, Turner y Killian han desarrollado la teoría de la emergencia de normas, que sugiere que las multitudes no son irracionales por naturaleza. Esta teoría argumenta que, aunque los comportamientos dentro de una multitud pueden parecer caóticos al principio, con el tiempo se desarrollan nuevas normas sociales que guían el comportamiento del grupo. Por ejemplo, en situaciones de crisis, como desastres naturales, las multitudes a menudo adoptan normas de ayuda mutua y cooperación, lo que desmiente la idea de que siempre actúan de forma violenta o irracional. Estas normas emergentes pueden ser influenciadas por líderes de opinión dentro del grupo o por factores situacionales.

    Sabemos que hay varios factores que influyen en cómo se comporta una multitud. Allá van algunos:

    1. Anonimato: Las personas tienden a comportarse de manera más extrema cuando creen que sus acciones pasarán desapercibidas o cuando predicen que no habrá consecuencias negativas si son descubiertas.
    2. Emociones compartidas: Las multitudes, en ciertas ocasiones, comparten emociones fuertes, ya sea entusiasmo en un partido que acaba de ganar el equipo de turno, o indignación en una protesta. Estas emociones compartidas refuerzan el comportamiento grupal y echan leña al fuego cuando salta la chispa.
    3. Imitación: El comportamiento de unos pocos individuos dentro de una multitud tiende a influir rápidamente en los demás, ya sea para bien o para mal. Si, por ejemplo, la situación está cargadita, en el momento en que alguien activa un comportamiento extremo deseado por los demás o catalogado como justificado, el resto de individuos mostrará una tendencia a activar comportamientos similares. Por ejemplo, cuando hay una protesta y la policía no actúa, en el momento en que uno de estos últimos le dé un porrazo a un manifestante, el resto de la policía tenderá a actuar de la misma forma.
    4. Influencias externas: Ligado con lo anterior, la presencia de la policía, la cobertura mediática o los discursos de líderes pueden alterar el comportamiento del grupo. En el caso de que haya periodistas en una protesta, por ejemplo, el volumen de las enunciaciones (e. d., cuando los manifestantes gritan «sí se puede»), subirá para que quede registrado el contenido de las mismas.

    En España, el comportamiento de masas se ha observado en eventos como las manifestaciones con mensajes políticos o los celebraciones deportivas, como lo que ocurrió cuando España ganó la Eurocopa. En estos casos, se ve cómo las emociones colectivas influyen en el comportamiento individual y unifican el comportamiento. La sensación de anonimato o la emoción compartida llevan tanto a celebraciones pacíficas como a momentos de tensión.

    El comportamiento de masas es un fenómeno flipante que revela cómo las personas pueden actuar de manera diferente cuando se integran en grandes grupos. Ya sea a través de la desindividualización, el contagio social o la emergencia de normas, está claro que los procesos psicológicos generados en las multitudes influye enormemente en la forma en que se comportan los individuos.

    Creo que ya lo he dicho, pero si no, lo repito: la psicología social y el comportamiento grupal me parecen alucinante porque nos permite entender cómo las interacciones pueden influir en actitudes, creencias y acciones individuales. A partir del estudio de lo social podemos entender cómo nuestras relaciones y nuestro contexto cultural moldean nuestras decisiones y comportamientos. Una cosa es quiénes creemos que somos, lo que pensamos y lo que hacemos cuando estamos solos. Otra muy diferente, cuando interactuamos o cuando formamos parte de un grupo. Entonces nos damos cuenta de que no somos del todo quienes creemos que somos. Y eso me flipa.

    Referencias

    Le Bon, G. (1895). La psicología de las masas. Ediciones del Ministerio de Cultura.

    Reicher, S. D. (1984). The St. Pauls’ riot: An explanation of the limits of crowd action in terms of a social identity model. European Journal of Social Psychology.

    Turner, R. H., & Killian, L. M. (1987). Collective behavior. Prentice Hall.

    Vilanova, F., Beria, F. M., Costa, Â. B., Koller, S. H., & Hackett, J. (2017). Deindividuation: From Le Bon to the social identity model of deindividuation effects. Cogent Psychology, 4(1).

    Zimbardo, P. G. (1969). The human choice: Individuation, reason, and order versus deindividuation, impulse, and chaos. Nebraska Symposium on Motivation.

  • Ansiedad en jóvenes LGTBIQ+: factores de riesgo y estrategias sociales

    La ansiedad es una experiencia común que afecta a personas de todas las edades y contextos. Pero en el caso de los jóvenes LGBTQ+, los factores de riesgo para desarrollar trastornos de ansiedad son significativamente mayores. Estos jóvenes se enfrentan a una serie de situaciones específicas que pueden hacerles más vulnerables a problemas de salud mental. En este post voy a hablar de esos factores y cuáles son las estrategias que más básicas para intentar mitigar los efectos de esta situación.  

    Factores de riesgo 

    El primero y más evidente es el estigma social y la discriminación que enfrentan los jóvenes LGTBIQ+. Estos jóvenes son objeto de burlas, acoso y exclusión en el colegio, en los espacios públicos o incluso en sus casas. El miedo constante a la discriminación y el rechazo llevan a niveles elevados de ansiedad que se manifiestan en contextos de interacción social significativa. En otras palabras: aparece en situaciones que van a marcar el desarrollo y el comportamiento a lo largo de la vida.

    El rechazo por parte de la familia es otro de los grandes factores de riesgo. La falta de apoyo y aceptación en el entorno familiar crean un ambiente de inseguridad emocional que potencia la aparición de trastornos de ansiedad. En casos extremos, este rechazo puede llevar a tirarlos de casa. Imagínate verte en la calle con quince años.

    El acoso escolar es otro gran melón. La violencia verbal, física y psicológica sufrida en la escuela deja siempre secuelas profundas y favorecen los trastornos de ansiedad, los procesos depresivos e incluso el estrés postraumático. Las experiencias de acoso en la infancia ocurren en una etapa crítica para la formación de la identidad y la autoestima. Si se internalizan los mensajes negativos del acoso, estos patrones de pensamiento distorsionados, como sentirse inútil o incapaz, se consolidan e influyen en su autoconcepto en etapas posteriores de la vida. Esto afecta a las relaciones y a la capacidad de afrontamiento en situaciones sociales, académicas, laborales o de cualquier otra naturaleza.

    La exploración de la identidad sexual y de género es un proceso complejo que puede generar una considerable ansiedad, especialmente en un contexto social hostil. A menudo, los jóvenes LGTBIQ+ se enfrentan a una carga doble: por un lado, el proceso de aceptar su identidad, quiénes son y cómo se articulan las relaciones sociales a consecuencia de esto. Por el otro, el miedo a las reacciones de terceros, al rechazo y a la burla. Que conste que uso «identidad» como la comprensión que las personas tenemos de nosotras mismas sobre quiénes somos, a qué grupo pertenecemos y cómo debemos comportarnos en sociedad.

    La ausencia de modelos a seguir que reflejen de manera positiva las experiencias LGTBIQ+ puede hacer que los jóvenes se sientan aislados, que son bichos raros que no pertenecen a ningún grupo y que, por tanto, deben ocultarse. Esto aumenta la ansiedad porque la construcción de una identidad sólida y saludable se hace imposible. Por eso es importante que haya maricas y bolleras en los contenidos audiovisuales que consumen y por eso debemos seguir luchando, junto al feminismo, porque estos productos se alejen de las estructuras patriarcales. Es importantísima la aparición personajes que no necesariamente se definan y se relacionan por su naturaleza LGTBIQ+, sino que son claramente miembros de la comunidad y, al mismo tiempo, se desarrollan, interactúan y experimentan el mundo sin que existan diferencias con personajes que no pertenecen al colectivo. Que el héroe lo sea por su comportamiento, no necesariamente por ser marica.

    Nota bene: Que la gente joven vea películas con maricas no va a hacer que se vuelvan maricas, de verdad que no. Que la Sirenita sea negra no hace que tu hija se vuelva negra.

    Algunas estrategias de superación 

    Lo primero: crear y mantener redes de apoyo sólidas es esencial para mitigar la ansiedad. Los grupos de apoyo, tanto online como en persona, ofrecen espacios seguros donde los jóvenes pueden compartir experiencias, obtener consejo y sentir que pertenecen a una comunidad que los entiende y acepta tal como son. No ser una anomalía te hace sentir bien y te da seguridad.

    La educación sobre temas LGBTQ+ en escuelas y comunidades es súper importante porque reduce el estigma y la discriminación y crea un ambiente más inclusivo y tolerante hacia la diferencia sin olvidar la diferencia racial, socioeconómica o funcional. Al mismo tiempo, la autoeducación sobre los derechos y la historia LGTBIQ+ puede empoderar a los jóvenes porque les ayuda a entender mejor sus experiencias y a les enseña que tienen derecho a tener un espacio en la sociedad libre de violencia y discriminación. 

    Lo último es, en la medida de lo posible, tener la oportunidad de participar en actividades de visibilización. El activismo ofrece un sentido de propósito y comunidad, y puede ser catártico para muchos jóvenes, permitiéndoles transformar su ansiedad en una fuerza de cambio positivo. Estas acciones permiten tomar el control sobre la situación y crean un espacio seguro para expresar su identidad que contrarresta los efectos de la discriminación y la inseguridad.

    La ansiedad en jóvenes LGBTQ+ es un problema muy complejo en el que hay que tener en cuenta un montón de factores de riesgo que van desde el estigma social hasta el rechazo familiar. Sin embargo, los mecanismos de defensa que pueden ayudar a mitigar estos efectos permiten a estos jóvenes vivir una vida más plena y equilibrada. La educación, el apoyo emocional y la terapia (siempre la terapia) son herramientas clave en este proceso. 

    Entiendo que quienes no habéis pasado por este proceso de definición y construcción de la identidad LGTBIQ+ tengáis problemas para entender todo este proceso. Tampoco pasa nada, yo tampoco sé lo que significa ser mujer y lo jodido que lo tenéis y eso no me impide, creo, ser feminista. Y digo «creo» porque estoy seguro de que todavía me quedan comportamientos y formas de pensar a los que les tengo que dar una vueltecita. No hace falta ser maricón para ser activista, ni ser mujer para ser feminista.

    Sigue leyendo sobre el tema:   
    
    Kosciw, J. G., Palmer, N. A., Kull, R. M., & Greytak, E. A. (2013). The effect of negative school climate on academic outcomes for LGBT youth and the role of in-school supports. Journal of School Violence, 12(1), 45-63. 
    
    Meyer, I. H. (2003). Prejudice, social stress, and mental health in lesbian, gay, and bisexual populations: Conceptual issues and research evidence. Psychological Bulletin, 129(5), 674–697. 
    
    Mustanski, B., Newcomb, M. E., & Garofalo, R. (2011). Mental health of lesbian, gay, and bisexual youths: A developmental resiliency perspective. Journal of Gay & Lesbian Social Services, 23(2), 204-225. 
    
    Ryan, C., Russell, S. T., Huebner, D., Diaz, R., & Sanchez, J. (2010). Family acceptance in adolescence and the health of LGBT young adults. Journal of Child and Adolescent Psychiatric Nursing, 23(4), 205-213. 
    
    Toomey, R. B., Ryan, C., Diaz, R. M., & Russell, S. T. (2011). High school gay-straight alliances (GSAs) and young adult well-being: An examination of GSA presence, participation, and perceived effectiveness. Applied Developmental Science, 15(4), 175-185.
  • Lo que no debemos decir a las personas con depresión  

    person leaning on wall

    Enfrentarse a la depresión, ya sea en uno mismo o en un ser querido, es una experiencia muy dolorosa. Quienes la viven muchas veces sienten que están en el fondo de un pozo del que es difícil ver la salida. A pesar de que nuestras intenciones sean buenas, las palabras que se les dirigimos pueden ser muy nocivas porque pueden agravar la situación en vez de aliviarla. Últimamente, por El Contratiempo, me he encontrado con muchas personas que intentaban darme ánimos con toda la buena intención y luego me daba cuenta de que me encontraba más triste y desanimado. Sé que no me lo han dicho con ánimo de joder, ni muchísimo menos. Sin embargo, todos hemos caído en la trampa de intentar animar a una persona querida y hemos terminado lanzando un mensaje totalmente opuesto. Por eso creo que es importante aclarar un par de cosas: hay algunos discursos que debemos evitar cuando una persona está deprimida o lo está pasando mal por cualquier razón.  

    El mito del ánimo y la simplificación de la experiencia  

    Una de las reacciones más comunes ante una persona deprimida es intentar animarla. Frases como “vamos, anímate”, “no estés triste” o “mira el lado bueno” o “las cosas pasan por algo” son, lamentablemente, habituales. Quienes las expresan lo hacen por un deseo de ayudar genuino, creyendo que un cambio de perspectiva puede marcar la diferencia. Estas palabras se perciben como una negación de la realidad emocional de la persona afectada. Cuando estás em no hay nada bueno que mirar, no se entiende que eso ocurra “por algo”.  

    La depresión no es simplemente estar triste o de mal humor: es una condición compleja que afecta la química cerebral, la cognición y la forma en que entendemos el mundo. Decirle a alguien que se anime implica que su estado emocional es una elección o que, con suficiente fuerza de voluntad, pueden salir de ella. Es como decirle a alguien con asma que respire, con la cantidad de aire que hay y con lo fácil que es. La persona con asma y la persona con depresión no están así por elección propia y no pueden animarse con tanta facilidad. Si pudieran, créeme que lo harían.  

    Además, este discurso del ánimo genera en la persona deprimida una sensación de culpa por no poder animarse, con lo fácil que es, y cumplir con las expectativas de los demás. O bien sienten la vergüenza de ser incapaces de hacer algo que, aparentemente es muy fácil o pueden entender que su dolor se está minimizando, que no es importante o que es una chiquillada. Y eso puede hacer que se profundice en el aislamiento y la desesperanza.   

    “Hay cosas peores” y la competencia del dolor 

    Otra expresión común es: «hay personas que están peor que tú». De hecho, yo la he dicho sobre mí mismo cuando tuve el accidente. Esta frase, aunque a veces se utiliza para intentar poner las cosas en perspectiva, suele tener el efecto contrario. Comparar el sufrimiento de alguien con el de otros no solo es injusto, sino que también es insensible y yo creo que es totalmente imposible: el sufrimiento no se puede cuantificar. Una vez leí lo siguiente: ¿quién sufre más, el millonario que ha perdido un millón de euros en un mal día en la bolsa o la niña a la que se le ha roto su juguete más querido? Pues con la depresión, igual: es una experiencia profundamente personal, cada individuo la vive de manera única. No es una competición de quién sufre más. Minimizar el dolor, equiparándolo al de otros, hace que la persona deprimida se sienta incomprendida y avergonzada por lo que está viviendo. 

    Es fundamental reconocer que cada persona tiene su propia carga emocional y su propio contexto. La comparación trivializa la experiencia del dolor, enviando el mensaje de que no tienen derecho a sentirse como se sienten. Este tipo de comentario puede cerrar aún más la puerta a la comunicación y la apertura, elementos esenciales para la recuperación. 

    “Haz un esfuerzo” y la trampa de la autoayuda 

    Otra frase que se escucha a menudo es «haz un esfuerzo”, como si la depresión fuera un reto personal que puede superarse con determinación. La idea de que la depresión es un signo de debilidad o falta de esfuerzo es profundamente nociva y creo que debe evitarse a toda costa. Este tipo de comentario no sólo ignora la parte biológica de la depresión, sino que también puede perpetuar estigmas y malentendidos sobre la salud mental. 

    La depresión no es algo que pueda superarse simplemente «echándole ganas». Es una enfermedad que, en muchos casos, requiere intervención, terapia y, en algunos casos, medicación. Decirle a alguien que necesita esforzarse más es como decirle a alguien con una pierna rota que necesita caminar más: es cruel. El esfuerzo, en el contexto de la depresión, puede significar simplemente levantarse de la cama por la mañana. Lo que para una persona sana puede requerir un esfuerzo mínimo, para alguien con depresión puede ser una hazaña imposible. 

    Escucha en vez de hablar 

    En lugar de intentar «arreglar» a una persona deprimida con palabras, lo más importante que podemos ofrecer es nuestra presencia y disposición para escuchar. La depresión a menudo se acompaña de un sentimiento de aislamiento, y saber que alguien está dispuesto a escuchar, sin prisa por ofrecer soluciones, puede ser un bálsamo para quienes sufren. 

    Escuchar activamente implica validar las emociones del otro, mostrar empatía y estar presente, sin necesidad de llenar el silencio con palabras vacías o consejos no solicitados. Muchas veces, lo que las personas deprimidas necesitan es saber que no están solas en su dolor y que hay alguien dispuesto a acompañarlas en su oscuridad, sin intentar acelerar su salida de ella.  

    La comprensión y el respeto 

    Entender que la depresión es una condición con múltiples facetas y manifestaciones clínicas es crucial para poder acompañar a alguien que la padece. Cada individuo experimenta la depresión de manera diferente, y lo que puede ser útil para uno puede no serlo para otro. Por eso, es esencial ser respetuoso, evitar las generalizaciones y, sobre todo, no emitir juicios sobre cómo debería sentirse o actuar alguien que está pasando por este difícil momento. 

    En lugar de ofrecer consejos no solicitados o intentar minimizar su experiencia, es mucho más útil preguntar cómo podemos ayudar, ofrecer nuestro apoyo incondicional y recordarles que no tienen que pasar por esto solos. A veces, el simple acto de estar presente y ser un apoyo silencioso puede ser mucho más valioso que cualquier palabra bienintencionada. 

     La depresión es una situación muy difícil por la que pasa muchísima gente a lo largo de la vida. Acompañar a alguien que la padece requiere sensibilidad, empatía y, sobre todo, un profundo respeto por su experiencia. Evitar frases que simplifiquen, minimicen o juzguen su dolor es esencial para no agravar el sufrimiento.   

    Sigue leyendo:

    Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (1979). Cognitive Therapy of Depression. The Guilford Press. 

    Burns, D. D. (1980). Feeling Good: The New Mood Therapy. Avon Books. 

    Gilbert, P. (2009). The Compassionate Mind: A New Approach to Life’s Challenges. New Harbinger Publications. 

    Greenberg, P. E., Fournier, A. A., Sisitsky, T., Pike, C. T., & Kessler, R. C. (2015). The Economic Burden of Adults with Major Depressive Disorder in the United States (2005 and 2010). Journal of Clinical Psychiatry, 76(2), 155-162. 

    Joiner, T. E. (2005). Why People Die by Suicide. Harvard University Press. 

  • El impacto de la homofobia interiorizada en la autoestima  

    armario con las puertas abiertas

    Hoy voy a contar la historia de un conocido al que voy a llamar Andrés. Lo conocí hace tiempo, después de que él saliera armario. Quedamos para zorrear, pero la cosa no salió adelante y de ahí surgió una amistad que ha durado hasta hoy. No nos vemos mucho, pero estamos en contacto a pesar de la distancia. Una de las veces que volé a casa me contó, con unas cervezas de más, el momento exacto en que él recuerda que asumió que era maricón. Una tarde, después haberse acostado con una mujer y la ducha correspondiente, se miró en el espejo del baño y de pronto “se dio asco”. Hasta este momento había tenido una vida de hetero, tenía buen trabajo, no le faltaban amigos y tenía una relación buena con su familia, que no era especialmente conservadora. Pero había llegado un momento en que la cabeza estaba a punto de explotarle: era maricón, pero se resistía a la idea de dar el paso adelante y vivir el sexo en consecuencia. Esa resistencia tiene un nombre: homofobia interiorizada. 

    La homofobia interiorizada es el resultado de haber sido expuesto a actitudes y creencias homófobas durante mucho tiempo. Aunque no todas las personas LGBTIQ+ la desarrollan, es una realidad que afecta a muchos, y su impacto en la autoestima puede ser devastador. La sociedad, la cultura y la educación, juegan un papel fundamental en la formación de estas actitudes, que se interiorizan y terminan dirigiéndose hacia uno mismo. En el caso de Andrés, esa voz crítica que no dejaba de escuchar no era realmente suya, sino un maremágnum de todos los prejuicios y rechazos que había absorbido desde muy joven. 

    Desde la infancia estamos expuestos a normas sociales que nos dicen cómo deberíamos ser. Estas normas están profundamente arraigadas en las estructuras culturales y sociales y tienden a estigmatizar cualquier desviación de lo que se considera normal. En el caso de las personas LGBTIQ+, estas normas han sido históricamente negativas, promoviendo la idea de que ser homosexual, bisexual o transgénero es, de alguna manera, incorrecto, indeseable, ridículo o nocivo. Estas creencias, cuando son adoptadas y dirigidas hacia uno mismo, se convierten en homofobia interiorizada. 

    Para muchas personas, la homofobia interiorizada se manifiesta en una serie de comportamientos y pensamientos autodestructivos. Andrés me contó que le pasaba mucho lo de sentirse culpable por querer follar con tíos. Se sentía ridículo y tenía un miedo abrumador a que las personas de su entorno se enteraran. Este sentimiento de culpa se mezclaba con una sensación de vergüenza, que lo hacía rehuir situaciones donde podía expresar abiertamente quién era. Como resultado, su autoestima se fue erosionando con el tiempo, y llegó a creer que no merecía la felicidad que otros parecían encontrar tan fácilmente. Esto último, pensar que los demás eran muy felices y él no, es una creencia irracional, como todas las que surgen de la homofobia, interiorizada o no, dirigida a uno mismo o hacia otros.  

    ¿Por qué la homofobia interiorizada tiene un impacto tan profundo en la autoestima? La autoestima es la valoración que una persona tiene de sí misma, un juicio interno que afecta la manera en que interactuamos con el mundo. Cuando alguien desarrolla una baja autoestima, tiende a sentirse menos valioso, menos competente y capaz de enfrentarse a los desafíos de la vida cotidiana. La homofobia interiorizada refuerza estos sentimientos, haciendo que la persona sienta que no merece amor, respeto o “éxito” simplemente por sus deseos sexuales. 

    Andrés, como muchas otras personas en su situación, intentó lidiar con estos sentimientos acudiendo a un grandísimo repertorio de formas de autoengaño. Se esforzó por cumplir con las expectativas heteronormativas, manteniendo relaciones con mujeres que, aunque eran genuinas en su afecto, no le satisfacían. También evitaba los espacios LGBTIQ+, los bares de ambiente o las aplicaciones de zorreo, temiendo que asociarse con la comunidad lo hiciera más vulnerable al juicio y al rechazo y con el miedo a que alguien se enterara. Estas rutinas no hicieron más que profundizar su dolor, perpetuando un ciclo de autonegación y baja autoestima. 

    Andrés tuvo la valentía de afrontar este asunto con una psicóloga que le ayudó a reconocer que esos sentimientos negativos no eran innatos, sino aprendidos, y que casi todos estaban basados en errores de lógica. Es un clásico en los sentimientos de culpabilidad y en los cuadros depresivos en estas situaciones. La psicóloga le ayudó a explorar las raíces de este repertorio de creencias, deconstruyendo todos los comentarios hirientes que había escuchado desde su infancia, las imágenes que veía en los medios de comunicación, y las actitudes discriminatorias que había presenciado en su entorno. Con el tiempo, comenzó a alejarse de estas creencias, reemplazándolas por una aceptación más sana de sí mismo a partir de un análisis racional de todos estos pensamientos. No es un proceso fácil, ni de coña, ni el hecho de que veas que lo que piensas es irracional no quiere decir que no vuelvas a caer sin querer en una espiral de miedos. La terapia, como siempre, le indicó el camino, pero sólo él (o tú) puede recorrerlo.  

    El proceso no fue fácil. Aceptar que había estado negando una parte fundamental de sí mismo durante tanto tiempo fue doloroso, pero también liberador. Andrés descubrió que podía, con mucho trabajo, poner en jaque esos pensamientos autodestructivos. Poco a poco, su autoestima empezó a mejorar y los miedos, aunque todavía estaban ahí, eran menos paralizantes. Entendió que no había nada intrínsecamente malo en ser quien es, y que tenía derecho a vivir una vida plena y feliz, sin sentirse culpable o avergonzado. 

    Una parte crucial de este proceso fue empezar a rodearse de una pequeña comunidad que lo apoyara. Andrés comenzó a relacionarse con otros hombres gais, primero sólo con la intención de follar. Con el tiempo, encontró en ellos no solo amigos, sino también modelos a seguir que lo inspiraron a afrontar esos miedos en su vida cotidiana. Descubrió que no era el único, que muchos otros habían pasado por lo mismo, y que el mero hecho de hablar facilitaba combatir la homofobia interiorizada y sus efectos. 

    El impacto de la homofobia interiorizada en la autoestima no es una tontería. Es una batalla interna que muchos enfrentan en silencio, sin darse cuenta de que los pensamientos y sentimientos que experimentan no son necesariamente reales, sino el resultado de años de condicionamiento social. La buena noticia es que este impacto puede ser revertido o, por lo menos, los efectos de esas creencias pueden hacerse menos intensos. A través de la terapia, el apoyo de un entorno que permita dialogar sobre el asunto, y el trabajo constante en la aceptación de una naturaleza que no se puede cambiar (el ser maricón), es posible superar o al menos aliviar la homofobia interiorizada y reconstruir una autoestima fuerte y saludable. 

    La historia de mi amigo no es especial, ni es la única ni la última. Salir de esa mierda no es un proceso fácil, y requiere de mucho coraje enfrentar los prejuicios que hemos interiorizado. Sin embargo, es un camino necesario para alcanzar una verdadera paz interior y un sentido de valor propio. En última instancia, aceptarnos tal como somos y llegar a la conclusión de que “ser” no es intrínsecamente malo es un acto de resistencia y de amor propio, una afirmación de que, sin importar lo que la sociedad diga, merecemos ser felices y vivir nuestras vidas plenamente. 

    Lee más sobre el asunto aquí:

    Frost, D. M., & Meyer, I. H. (2009). Internalized homophobia and relationship quality among lesbians, gay men, and bisexuals. Journal of Counseling Psychology, 56(1), 97–109. doi:10.1037/a0012844 

    Herek, G. M., Cogan, J. C., Gillis, J. R., & Glunt, E. K. (1998). Correlates of internalized homophobia in a community sample of lesbians and gay men. Journal of the Gay and Lesbian Medical Association, 2(1), 17-25. doi:10.1023/B:JOLA.0000004499.34202.68 

    Meyer, I. H. (2003). Prejudice, social stress, and mental health in lesbian, gay, and bisexual populations: Conceptual issues and research evidence. Psychological Bulletin, 129(5), 674–697. doi:10.1037/0033-2909.129.5.674 

    Ross, M. W., Rosser, B. R. S., & Neumaier, E. R. (2008). The relationship of internalized homonegativity to unsafe sexual behavior in HIV-seropositive men who have sex with men. AIDS Education and Prevention, 20(6), 547–557. doi:10.1521/aeap.2008.20.6.547 

    Szymanski, D. M., & Carr, E. R. (2008). The roles of gender role conflict and internalized heterosexism in gay men’s psychological distress: Testing gender role conflict theory. Psychology of Men & Masculinity, 9(1), 40-54. doi:10.1037/1524-9220.9.1.40 

  • Cómo los estereotipos corporales y sexuales afectan la autoestima

    Hombres desnudos

    En las últimas semanas hay algo a lo que no paro de darle vueltas: a los maricones, como al resto de la población, se nos ha impuesto un modelo de cuerpo y de comportamiento sexual que hace que tengamos unas expectativas muy poco realistas. No solo debemos tener unos pectorales de gimnasio, viajar, ser jóvenes y ganar muchísimo dinero, sino que también tenemos que follar más que nadie, tener unas orgías de la hostia y, además, tenemos que contárselo a todo el mundo para que se enteren de lo felices que somos follando a diestro y siniestro. No hay lugar para reírse mientras follas. Tienes que ir de orgía en orgía y si duras menos de 12 horas follando o no follas cinco veces por semana (las mismas que vas al gimnasio), no eres nadie. Dios nos libre de decir que hemos tenido un polvo de mierda, salvo en círculos reducidos. Tampoco es que no puedas estar gordo, sino que, si lo estás, tienes que serlo de una forma específica, a poder ser con mucho pelo, en cuyo caso, olvídate de follar si tienes pluma. Si no eres un twink, tienes que ser una especie que pueda verse en cualquier zoológico de provincias: una nutria, un oso o un camello africano. O sea, si no te puedes etiquetar, te vas a joder.  

    Más allá de este fenómeno de la pertenencia a los grupos y a las “tribus”, que es más o menos universal, las redes sociales y los medios tienen un papel fundamental en la construcción de estas percepciones sociales y determina la manera en que las personas percibimos nuestros cuerpos. No sólo eso, sino que también establecen patrones de comportamiento deseables, entre ellos, el sexual.  Esto no es nada nuevo y viene ocurriendo desde que los medios de comunicación entraron en nuestras vidas. Si no, que se lo digan a las mujeres. Ojo, que cuando hablo de “medios” o de “redes sociales” es porque me da pereza especificar más. Da igual que sea Instagram, Grindr, Telecinco o la última serie de Netflix.  

    En la comunidad gay, esta dictadura de lo deseable y de lo bueno es especialmente potente, ya que estamos expuestos a versiones idealizadas de lo que significa ser maricón ANNO 2024 que influyen profundamente en nuestra autoestima y nuestra autoimagen, en lo que nosotros queremos ser y lo que nos parece bueno y deseable. Entre estos significados hay uno muy potente que a mí me perturba muchísimo y que campa a sus anchas por Instagram: que seas maricón no es tanto problema. Lo que no está tan bien, en la mayoría de los casos, es que tengas pluma y se te note. Y si eres pobre, date por jodido. Porque el problema no lo tiene el maricón con pasta que sale en las listas de los 50 gais más poderosos de España, el regidor de de fiestas del ayuntamiento, ése que sale en todos los saraos y lleva 1500 euros en ropa todos los días y que es militante de un partido “progresista” (tos seca). Tampoco estás expuesto a que te llamen de todo si tienes dinero suficiente para esclavizar a una mujer pobre y comprarte un niño por gestación subrogada. El problema es que no tengas un duro para para todo eso, que no tengas trabajo o que vayas perdiendo aceite y el resto lo vea. Maricón, irrelevante y pobre, mal vas. Da igual que seas un maltratador, o que vayas drogado hasta arriba, o que te lances a una espiral de viajar sin parar para poder hacerte la foto en Noruega durante una aurora boreal.  

    Los medios de comunicación han sido históricamente un espacio donde se construyen y refuerzan estereotipos y las redes sociales son las herederas de esa labor de construcción. No hay más que ver los anuncios de Soberano de los ochenta, al primo de Zumosol o a las secretarias del Un, Dos, Tres. O todos nuestros feeds de Instagram. En el caso de los hombres gay, los medios suelen promover una imagen corporal que encaja en un ideal específico: un cuerpo esbelto, musculoso, joven y atractivo según los estándares convencionales de belleza masculina. Este ideal, inalcanzable para la mayoría, se ve representado en una variedad de plataformas, desde la televisión y el cine hasta las redes sociales, empezando por Instagram o Grindr. Pero si te das una vuelta por una aplicación de zorreo, lo que verás son cientos de tíos que se han hecho tres fotos en lugares estratégicos, como delante de la Torre Eiffel. Esa es un clásico. Otra en una playa, preferentemente Tailandia, y la última en un mercadillo de navidad alemán o, en su defecto, en la cumbre de una montaña. Eso depende de si eres de los que se cuida o quieres que piensen que eres un bon-vivant.  

    La asociación entre la imagen corporal ideal y el valor sexual es un tema recurrente en los medios dirigidos a la comunidad. Y de esto nosotros mismos somos los primeros culpables. Nuestras representaciones sugieren con demasiada frecuencia que solo aquellos que cumplen con ciertos estándares físicos (esbeltos, musculosos, y jóvenes) y conductuales (viajar, tener muchos amigos y comer de gourmet todos los fines de semana) son dignos de ser el objeto de deseo y éxito sexual y social. Esta narrativa puede llevar a que muchos sientan que su valor como individuos está directamente relacionado con su apariencia física, su desempeño sexual y su nivel de vida. Como resultado, algunos pueden sentirse presionados a participar en comportamientos sexuales que no necesariamente desean, simplemente para cumplir con las expectativas impuestas por estos ideales. 

    La obsesión con la apariencia y el rendimiento sexual también puede llevar a la hipersexualización dentro de la comunidad gay. La constante exposición a imágenes de cuerpos sexualizados refuerza la idea de que la actividad sexual es un componente central y definitorio de la identidad gay. Esto genera una presión muy poderosa para estar sexualmente activo que a su vez conduce a comportamientos de riesgo, como el sexo sin protección o el uso de sustancias para mejorar el rendimiento. Estas expectativas sobre la sexualidad pueden ser dañinas para quienes no se ajustan a los ideales de belleza promovidos por los medios. Los maricas que no cumplen con estos estándares sienten vergüenza y terminan con una autoestima de mierda que les hace muy difícil establecer relaciones saludables, sexuales o no. No ser lo suficientemente atractivo o deseable favorecen los comportamientos de evitación, como la renuncia a buscar pareja o a participar en la vida social de la comunidad. 

    El peligro de estas expectativas no solo radica, por tanto, en la presión para conformarse a un ideal físico, sino también en la limitación de la expresión sexual. La idealización de ciertos cuerpos y comportamientos sexuales crea un marco muy estrecho e inflexible de lo que se considera aceptable o deseable dentro de la comunidad gay. Aquellos que no se sienten representados por estas imágenes pueden sentirse excluidos o invisibles y se refuerza la idea de que solo existe una forma correcta de ser gay y sexualmente activo. 

    Los problemas gordos, como la ansiedad de rendimiento sexual, la disforia corporal o incluso la depresión, vienen después. La ansiedad de rendimiento sexual, en particular, se ve exacerbada por la expectativa de que debemos estar siempre dispuestos a tener sexo, rendir de manera excepcional y pasárnoslo bien. ¿A dónde lleva esto? A lo de siempre: ciclos de estrés y evitación, donde el miedo a no cumplir con las expectativas sexuales lleva a una mayor ansiedad y, en muchas ocasiones, a una disminución del deseo sexual o incluso a la disfunción eréctil. Sí, unas expectativas irreales harán que no se te levante.  

    Contrarrestar estas expectativas tan dañinas requiere un esfuerzo consciente tanto a nivel individual como comunitario. Es vital que los maricones nos demos cuenta de que la sexualidad es diversa y personal, y que no existe una forma única de ser sexualmente activo o atractivo. Desafiar las normas impuestas por los medios implica aceptar y valorar la propia identidad sexual y corporal tal como es, en lugar de intentar cumplir con un ideal inalcanzable. Además, es importante que empecemos a hablar sobre la sexualidad de otra manera y que dejemos de fijarnos en el aspecto y el cuerpo o en el rendimiento. Deberíamos darle una vueltecita para establecer discursos más saludables y equilibrados sobre la sexualidad. Deberíamos empezar a hablar de límites y de respetar estos límites. Deberíamos hablar de la aceptación de la diversidad corporal y de que las parejas abiertas están muy bien, pero igual nos estamos exigiendo demasiado.  

    Referencias

    Cash, T. F., & Pruzinsky, T. (2004). *Body Image: A Handbook of Theory, Research, and Clinical Practice*. New York: Guilford Press. 

    Levine, M. P., & Piran, N. (2001). *Body Image and Disordered Eating: Feminist Perspectives*. New York: Routledge. 

    Pope, H. G., Phillips, K. A., & Olivardia, R. (2000). *The Adonis Complex: The Secret Crisis of Male Body Obsession*. New York: The Free Press. 

    Puckett, J. A., Horne, S. G., Surace, F. I., Carter, A., & Mosher, C. (2017). «Predictors of sexual risk behavior in a diverse sample of transgender youth». Journal of Sex Research, 54(9), 1242-1256 

    Sanchez, F. J., & Vilain, E. (2012). «‘Straight‐Acting Gays’: The Relationship Between Masculine Consciousness, Anti‐Effeminacy, and Negative Gay Identity». Archives of Sexual Behavior, 41(1), 111-119. 

    Szymanski, D. M., & Carr, E. R. (2008). «The roles of gender role conflict and internalized heterosexism in gay men’s psychological distress: Testing two mediation models». Psychology of Men & Masculinity, 9(1), 40-54. 

    Tiggemann, M., & Slater, A. (2013). «NetGirls: The Internet, Facebook, and Body Image Concern in Adolescent Girls». *International Journal of Eating Disorders*, 46(6), 630-633. 

    Watson, R. J., & Dispenza, F. (2015). «The Role of Media and Body Image in the Development of Eating Disorders among Gay Men: A Review of the Literature». *Psychology of Sexual Orientation and Gender Diversity*, 2(1), 21-32. 

  • El horóscopo y las apps de citas

    Zodiac Signs

    Creo que voy a tener que poner en Grindr que soy Tauro, ascendente Leo, con luna en Leo. No han sido ni una vez ni dos las que me han preguntado por mi signo. Al principio me parecía una jilipollez como un piano, pero luego me he dado cuenta de que es un intento de romper el hielo y de establecer una comunicación. Cuando caí en por qué me preguntaban, decidí darle una vueltecita al asunto, así que allá va: ¿por qué la gente pregunta el horóscopo en las apps de citas?

    Para empezar, sirve para encontrar pistas sobre la compatibilidad, porque según la astrología, ciertos signos zodiacales son más compatibles entre sí que otros. Aunque no haya evidencia sólida que respalde estas creencias, muchas personas encuentran en el horóscopo una guía para entender si la otra persona podría ser un buen «match». En una app de zorreo, donde las decisiones rápidas son la norma, esta pregunta podría ayudar a las personas a filtrar potenciales parejas basándose en sus creencias o expectativas sobre la compatibilidad astrológica.

    En el ámbito de las citas online, en el que las primeras impresiones son cruciales, las preguntas ligeras y divertidas sobre signos zodiacales pueden aligerar la tensión y hacer que la conversación sea más fluida y agradable. Esto también puede servir para evaluar el sentido del humor de la otra persona o hasta qué punto están abiertos a discutir temas no convencionales y esto les sirve a algunas personas para determinar la compatibilidad.

    El horóscopo también puede ser una herramienta para establecer una conexión emocional. Las personas tienden a acercarse a aquellas personas que comparten sus intereses y creencias, incluso si estos son de naturaleza esotérica. Hablar sobre signos zodiacales permite que la conversación fluya hacia temas más personales, como la personalidad, los valores y las expectativas en una relación. Al discutir sobre el horóscopo, se exploran áreas de afinidad y se crea un sentido de conexión emocional en un entorno que, a menudo, puede sentirse impersonal o superficial.

    Preguntar sobre el horóscopo también puede ser una expresión de curiosidad o de autoexploración. Muchas personas utilizan el zodiaco como una herramienta para reflexionar sobre sus propias vidas, comportamientos y relaciones. En el contexto de una app de citas, preguntar el signo zodiacal de alguien podría ser una manera de proyectar y reflexionar sobre sus propias experiencias y expectativas. Es una manera de entender cómo se perciben a sí mismos y cómo podrían relacionarse con los demás, basándose en las características asociadas con los diferentes signos.

    Puedes creer en el horóscopo o no, pero al final de la jugada es una estrategia comunicativa como otra cualquiera y da muchísimas más pistas de las que yo pensaba para abordar una situación incómoda. Que la ciencia no pueda respaldar las afirmaciones de la astrología no quiere decir que estas conversaciones no tengan una función en la interacción dentro de este contexto.

    Soy Tauro, ascendente Leo, luna en Leo. Que rule.

    Referencias

    Beck, R. (2004). The Psychology of the Horoscope. Hamburg: Anchor Academic Publishing.

    Carl Jung, Synchronicity: An Acausal Connecting Principle, 1952.

    Dean, G., & Mather, A. (1977). Recent Advances in Natal Astrology: A Critical Review 1900-1976. Pergamon.

    Fichten, C. S., & Wright, J. (1983). «Date Rape: The Influence of the Sign of the Zodiac, Physical Attractiveness, Dating Behavior, and Arousal on Judgments of Victim and Rapist». Journal of Applied Social Psychology, 13(1), 41-54.

    McRae, R. (1996). The Psychology of Astrology. Inner Traditions/Bear & Co.

    Parker, J., & Parker, D. (1986). Astrology and Relationships: The Complete Guide to the Compatibility of the Signs. New York: Crescent Books.

  • Cuando tengas una bronca, respira cinco segundos

    person in blue long sleeve shirt showing right middle finger

    Un estudio de la Universidad de St Andrews sugiere que las parejas deberían tomar una pausa de cinco segundos durante una discusión para evitar que la cosa vaya a más. Esta breve interrupción puede actuar como un cortafuegos, reduciendo la agresión y evitando la necesidad de costosas terapias de pareja. La investigación, publicada en Communications Psychology, demostró que una pausa de cinco segundos es tan efectiva como pausas más largas para rebajar la tensión durante los conflictos. Los psicólogos utilizaron un juego competitivo para provocar broncas y analizaron las respuestas emocionales, confirmando que las pausas cortas disminuyen los niveles de agresión.

    Ojo: este método es útil solo para gestionar conflictos menores y no aplica en situaciones de violencia doméstica. La estrategia se centra en las discusiones cotidianas, ayudando a prevenir que se conviertan en peleas más graves. Esta técnica es un consejo simple y gratuito que puede integrarse fácilmente en las interacciones diarias, ofreciendo una alternativa económica a la terapia de pareja.

    Aquí el artículo de The Guardian.

  • Rupturas y redes sociales

    man and woman sitting on bench beside body of water

    El País publicó un artículo sobre bloquear a tu ex en WhatsApp cuando la relación se termina. Dice que ni es «un castigo, ni es infantil» y que “el bloqueo es la primera norma de autorrespeto para que no te hagan daño. Bloquear es una forma de autocuidado”. A algunos les puede parecer una acción muy drástica, piensan que es una rabieta; pero cada vez está más claro que es una forma sana y una acción necesaria para la recuperación emocional. ¿Es sano bloquear a tu ex en WhatsApp y en Instagram?

    La respuesta corta es sí.

    La importancia de esta práctica radica en la naturaleza misma de las redes sociales. Estas plataformas fueron diseñadas para mantener a las personas conectadas (y ganar dinero) y por eso pueden ser un terreno fértil para el dolor, la confusión y el mal rollo post-ruptura: porque lo que estás haciendo es desconectarte. Según un estudio de Tara Marshall (referencia más abajo), el contacto continuo con una expareja a través de redes sociales puede prolongar el dolor emocional y dificultar el proceso de superación. Este fenómeno puede impedir que las personas avancen porque siguen expuestas a la vida de su expareja. Cuando miras su Instagram tardas más en separarte de ese contacto y te cuesta más pasar página porque te obligas a permanecer en ese estado constante de conexión con tu ex.

    Cuando miras su Instagram, te expones a información y actualizaciones que pueden ser emocionalmente dañinas. Ver fotos, publicaciones y comentarios puede generar sentimientos de tristeza, celos y resentimiento, intensificando ese dolor que ya estás sintiendo. Te estás exponiendo a comparaciones poco realistas: en las redes sociales, las personas (y tu ex más todavía) suelen presentar versiones idealizadas de sus vidas y de la alegría que sienten. Al ver que la expareja parece feliz o está avanzando, puedes llegar a reprocharte que tu propio proceso recuperación es lento o inadecuado: no sólo estás pasando por la putada de la separación, sino que además puedes boicotearte a ti mismo pensando que eres un crío (o una cría) y que no puedes superar esta movida como lo hace él (o ella). Lo que estás haciendo es perpetuando la dependencia emocional de tu ex y estás perdiendo tiempo a la hora de aceptar que la relación ha terminado. Es de cajón que ese continuo flujo de información es un recordatorio constante de la pérdida.

    Desde la perspectiva psicológica, el bloqueo no debe verse como un acto de inmadurez o venganza, sino como una herramienta de autocuidado. Jennice Vilhauer dice en «Think Forward to Thrive» que el distanciamiento virtual permite a las personas centrarse la curación y en la reconstrucción de una vida individual y facilita volver a la narrativa personal de la vida sin la pareja. Al eliminar esos estímulos que te recuerdan permanentemente a esa persona, nos resulta más sencillo volver a definirnos como personas «sin pareja» y creamos esa identidad personal que necesitamos para adaptar la manera que tenemos entender nuestra vida a las nuevas circunstancias. Utilizo aquí «identidad personal» como la forma en que contamos a los demás y a nosotros mismos quiénes somos y cómo es nuestra vida.

    El proceso de duelo tras una ruptura es inevitable, pero su duración e intensidad pueden verse alteradas por nuestras acciones. El bloqueo en redes sociales puede actuar, por tanto, como un catalizador para un duelo más saludable y efectivo. Según Elisabeth Kübler-Ross, pionera en el estudio del duelo, aceptar la pérdida y avanzar son pasos esenciales para la recuperación. Bloquear a una expareja puede ser el primer paso tangible hacia esta aceptación, ayudando a las personas a reconstruir su identidad y vida independiente de la relación pasada.

    Además de bloquear a una expareja en redes sociales, la psicología recomienda otros métodos para superar una ruptura de manera saludable. Son los de siempre: buscar apoyo en amigos y familiares es fundamental, ya que hablar sobre los sentimientos y experiencias con personas de confianza puede aliviar el dolor y proporcionar perspectivas útiles. Dedicarse tiempo a uno mismo a través de actividades que fomenten el bienestar físico y emocional es súper importante también: hacer ejercicio, una dieta equilibrada, dormir lo suficiente y practicar técnicas de relajación como la meditación o el yoga. Todo lo anterior es un «consejos vendo que para mí no tengo» de manual. Creo que una de las cosas que funciona mejor es cambiar la rutina diaria para crear una nueva normalidad, incluyendo nuevos pasatiempos, actividades sociales y proyectos que te mantengan ocupado.

    No caigas en la trampa de pensar que es infantil: bloquear a una expareja en redes sociales tras una ruptura no solo es una práctica sana, sino necesaria para proteger la salud mental y emocional. Te desligarás de todas esas fotos de diversión y felicidad de tu ex que generan tristeza y rabia y te resultará más fácil retomar una rutina con menos negatividad y tristeza.

    De verdad, bloquéalo.

    Referencias
    Kübler-Ross, E. (1969). On Death and Dying. Scribner.
    Marshall, T. C. (2012). Facebook surveillance of former romantic partners: Associations with postbreakup recovery and personal growth. Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking, 15(10), 521-526.
    Vilhauer, J. (2014). Think Forward to Thrive. New World Library.
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La Frikitiva

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