







Como ya sabéis, estoy en plena despedida de mis clases de segundo curso. Después de darle caña a los neurotransmisores y las hormonas, tocaba el último tema del programa: las feromonas. Yo antes de estudiar psicología pensaba en esa movida de los perfumes con feromonas sintéticas “para ligar más” y me sonaba a timo de teletienda. Pero resulta que, sorpresa, la psicología y la biología llevan años investigando el papel real de las feromonas humanas en el comportamiento sexual y social.
Las feromonas son moléculas químicas que, aunque invisibles, pueden afectar a cómo percibimos a los demás. La ciencia ha encontrado que influyen en la atracción sexual, en cómo valoramos el atractivo de una pareja y hasta en la sincronización de los ciclos menstruales cuando varias mujeres conviven juntas. Flipante, ¿no?
Un clásico en este campo es el estudio de Wedekind (1995), conocido como el experimento de las camisetas sudadas. Reclutó a un grupo de estudiantes universitarios (jóvenes, no fumadores, todo muy controlado) y les pidió que durmieran dos noches seguidas con la misma camiseta. Luego esas camisetas se presentaban a mujeres voluntarias para que las olieran y dijeran cuáles les resultaban más atractivas. Lo que buscaban era ver si había relación con el MHC (Complejo Principal de Histocompatibilidad), un conjunto de genes clave en el sistema inmunológico.
¿Y qué es el MHC exactamente? Básicamente, es como la tarjeta de identidad de tu sistema inmune. Son genes que determinan cómo tu cuerpo reconoce lo que es “tuyo” y lo que es un “invasor” (virus, bacterias, etc.). Cuanto más diferente sea el MHC de tu pareja potencial, más variado y fuerte podría ser el sistema inmunológico de la descendencia. La razón es que un sistema inmunológico con más diversidad genética tiene más “herramientas” para reconocer y defenderse de virus, bacterias y parásitos. Es como tener un ejército con soldados especializados en todo tipo de enemigos: cuantos más tipos tengas, más preparado estás para lo que venga. Así que, de forma inconsciente, tu nariz podría estar ayudándote a elegir pareja “apta” para la supervivencia. Tu Tinder biológico, vaya.
¿El resultado del estudio? Las mujeres tendían a preferir el olor de hombres con un MHC diferente al suyo. Vamos, que inconscientemente podrían estar detectando compatibilidad genética a través del olor. Loquísimo. Eso sí, el experimento tenía sus limitaciones, y desde entonces se han hecho más estudios (Cutler et al., 1986, por ejemplo) para seguir explorando la conexión entre feromonas, atracción y comportamiento humano.
Lo importante es no caer en el reduccionismo, o sea, explicar un comportamiento complejo con una sola variable: sí, las feromonas influyen, pero no lo explican todo. Nuestra vida sexual y afectiva es un cóctel donde se mezclan biología, historia personal, cultura y psicología. Las feromonas son un ingrediente curioso de esa receta, pero no la receta entera. Así que la próxima vez que alguien te venda un perfume con feromonas “para ligar”, sonríe y piensa: si el amor fuera solo cuestión de moléculas, Tinder ya habría cerrado.
Referencias
Cutler, W. B., Preti, G., Krieger, A., Huggins, G. R., Garcia, C. R., & Lawley, H. J. (1986). “Human axillary secretions influence women’s menstrual cycles: the role of donor extract from men.” Hormones and Behavior, 20(4), 463-473.
Wedekind, C., Seebeck, T., Bettens, F., & Paepke, A. J. (1995). “MHC-dependent mate preferences in humans.” Proceedings of the Royal Society of London. Series B: Biological Sciences, 260(1359), 245-249.

Yo no soy quién para decirte qué fotos debes subir a tu Grindr, qué debes contar de ti mismo o cómo tienes que usar la app. Pero si un perfil vacío me pregunta si me interesa una mamada, la respuesta es no, porque no hay nada que me pueda interesar. Al margen de sería interesante saber quién se la mama a quién. Es una de las claves de todo esto, digo yo.
En el contexto de Grindr, la ausencia de una fotografía y de información va a dificultar la interacción. Desde una perspectiva psicológica, las imágenes desempeñan un papel crucial en la formación de impresiones y conexiones entre personas. Tendemos a confiar en las señales visuales para evaluar a los demás y establecer conexiones interpersonales. La falta de una imagen genera incertidumbre y desconfianza porque falta cualquier representación visual de la persona detrás del perfil que te pregunta si quieres una mamada.


En un entorno altamente visual como el de las aplicaciones “de citas”, , que más que de citas son “de correo”, donde las decisiones se toman rápidamente basadas en la atracción física inicial, la ausencia de una foto puede hacer que un perfil pase desapercibido. Las personas suelen sentirse más atraídas por perfiles que muestran una imagen clara y atractiva, ya que se genera un interés inicial y facilita el proceso de establecer una conexión.
Desde el punto de vista social, la falta de una fotografía puede interpretarse como una señal de falta de compromiso o transparencia por parte del usuario. En un entorno donde la confianza es fundamental para construir algún tipo de relación significativa, aunque sea momentánea, la decisión de no mostrar una imagen puede terminar siendo un obstáculo para establecer una conexión genuina.
Además, en el contexto específico de Grindr, donde el componente visual desempeña un papel destacado, sino el principal, en la interacción entre usuarios, la ausencia de una foto puede interpretarse como una falta de interés o compromiso por parte del usuario en participar activamente en cualquier tipo de interacción más allá del fuñigamiento. Y por mucho que diga la gente, a no ser que estés siendo infiel, es humano querer algo más. Siempre. Aunque sea volver a quedar para hacer el triqui-triqui.

Que es lo de siempre: es tu Grindr y te lo follas cuando quieras. Pero es que al final se trata de relaciones humanas. De un tipo muy específico, vale, pero no es más que eso. Y no poder ponerle cara al interlocutor siempre dificulta la interacción porque existen mecanismos biológicos que nos empujan a buscar caras. Siempre.

Querida Piscis: hace relativamente poco, una persona de mi entorno me volvió a hablar de la compatibilidad entre los signos del horóscopo en el ámbito de la pareja. No he creído nunca en eso ni me lo creeré, pero últimamente me han saltado post en Instagram sobre el asunto y me ha dado por mirar. He tenido dos parejas en mi vida, un cáncer y un piscis. En concreto la segunda fue una idea terrible y aquello terminó como el rosario de la aurora.
Haciendo investigación de campo he llegado a la conclusión de que tengo que probar un escorpio, porque el combo con un tauro como yo parece que es explosivo. “Cuando un tauro prueba un escorpio, nunca más vuelve a probar otra cosa”. Y yo me pregunto: si no creo en esto, ¿por qué lo leo? ¿Por qué nos hace sentir tan bien leer el horóscopo?
El atractivo de la lectura del horóscopo y la sensación de bienestar que puede generar en algunas personas se vinculan en parte con el denominado Efecto Forer. Este fenómeno psicológico, también conocido como la falacia de la validación personal, propone que las personas tienden a aceptar descripciones generales y vagas como precisas y ajustadas a la realidad cuando creen que están hechas específicamente para ellas. En el contexto de los horóscopos, las predicciones a menudo se redactan de manera lo suficientemente ambigua como para permitir que los lectores las interpreten de acuerdo con sus experiencias individuales.
La vaguedad de estas predicciones permite que cada individuo atribuya significado personal a las afirmaciones generales, lo que refuerza la creencia en la precisión y relevancia del horóscopo para su vida. El Efecto Forer crea la ilusión de una conexión más profunda entre la descripción astrológica y la identidad personal, contribuyendo así a la sensación de validación y bienestar experimentada por quienes leen sus horóscopos.
Además, la influencia del Efecto Forer también destaca cómo las personas buscan patrones y significados en sus propias vidas, lo que puede explicar por qué las interpretaciones astrológicas vagas a menudo resuenan emocionalmente y generan una sensación de comprensión y conexión. En última instancia, el Efecto Forer juega un papel importante en la atracción y la satisfacción que muchas personas encuentran al leer sus horóscopos.
Amigos, amigas: si conocéis a un escorpio que esté bueno, por favor, dadle mi Instagram.
The Guardian: El NHS va a dejar de recetar puberty blockers a los niños y las niñas con disforia de género. Han basado su decisión en un informe del National Institute for Health and Care Excellence (NICE) in en una “consulta pública”. El artículo no detalla en qué consiste esa consulta pública, pero no sé hasta qué punto este factor es un criterio para tomar decisiones de este tipo. Tampoco he leído el informe del NICE (porque ni el acceso al informe es público ni probablemente lo vaya a entender), pero por alguna razón me parece un retroceso. Enlace.