Cuando tienes más sonidos que signos (2): sobre cómo el irlandés usa 18 signos para 44 fonemas

El otro día dije que el irlandés me enamoraba el alma con su ortografía. Pero con irlandés no me refiero a un señor que bebe mucha cerveza y escribe como un HOYGAN. El irlandés moderno o gaeilge es la lengua celta que se habla en Irlanda además del inglés y es un idioma que apenas ha cambiado en los últimos 450 años, más o menos. Según la versión inglesa de la Wikipedia, entre 40.000 y 80.000 personas hablan el irlandés con fluidez, más o menos un 2% de la población de Irlanda (de la isla, no de la República) y desde 2005, es una de las lenguas oficiales de la Unión Europea ​(Wikimedia Foundation, n.d.)​.

Porcentaje de hablantes de irlandés en la República de Irlanda (no de la isla)
Fuente: Wikipedia en inglés, referencia al final

La ortografía del irlandés moderno es un intento de escribir una lengua celta con el alfabeto latino, introducido con la expansión de la Iglesia Católica. Después, algunos se lanzaron a crear el ogam, que es una variante nativa que usaban para dejar mensajes entre iniciados sin que los que sabían el alfabeto latino se enteraran ​(Carney, 1975)​. Tampoco es que el ogam fuera una maravilla, pero podría haber sido mucho más flexible que el alfabeto latino. De hecho, recuerda un poco a las tengwar.

A lo largo de 1600 años, los irlandeses han intentado aclararse con un sistema defectuoso y han terminado con una ortografía complejísima para un sistema fonológico más o menos equilibrado (sobre esto último podemos discutir, pero lo que es cierto es que la ortografía es difícil, y de la hostia). A esto hay que añadir que la lengua cambia, y a veces lo hace muy rápidamente, con lo que las convenciones ortográficas tienen que adaptarse deprisa y corriendo (si lo hacen) a las nuevas versiones de la lengua. Es como usar un único vestido durante toda tu vida: primero tienes que coserlo por aquí, ampliarlo por allá, después tienes que poner parches a lo que está desgastado, ponerle un forrete, para cuando hace rasca… imagínate llevar la misma ropa toda la vida. TODA-TU-PUTA-VIDA. Pues eso, más o menos, es lo que le pasa a las lenguas con su ortografía. Por narices, después de 1600 años, tienes que tener mala pinta. Y si ya es un vestido prestado de otro que lo ha estado usando durante 1500 años cuando lo coges tú, la probabilidad de parecer un adefesio tiende a 1.

En los años 20 del siglo XX empezaron a plantearse que ya no podían seguir así, que la ortografía del irlandés era un despipote y que equivalía a hablar en castellano y escribir en latín. Así que para hacer que todo el mundo pudiera leer y escribir y hacer todo más accesible, decidieron ponerse a estandarizar la ortografía. Entre pitos y flautas, tardaron unos 30 años en terminarla y en 1958 publicaron ​(Russell, 2014)​ el primer manual de ortografía del gaeilge (te puedes descargar la versión más actualizada de las normas ortográficas desde el archivo que hay a continuación; es de libre distribución).

El sistema fonológico del irlandés moderno

El irlandés moderno tiene dos grupos de consonantes: las consonantes más o menos normales o velarizadas y las palatales. Las segundas son las que se pronuncian como si sonrieras mucho y no abrieras la boca para pronunciar (intenta leer esta frase así, estirando los labios y sin apenas mover la boca). Las primeras se pronuncian igual, es decir, sin apenas abrir la boca, pero esta vez poniendo una voz grave y con los labios como si fueras a dar un beso. Por ejemplo, la /n/ normal se pronuncia como la /n/ de Navarra. La /n/ palatal es como la <ñ>. La /s/ velar es la misma que tiene el castellano (más o menos) y la /s/ palatal es como la <sh> de show. La /p/ velar es como la de pato y la /p/ palatal es como la de piececillos. Y así todas las demás consontantes.

El problema es que el latín no tenía los signos para <sh> o <ñ> y de hecho, para escribir esos sonidos, tenemos que juntar dos letras o ponerle un tupé a la <n>. Bueno, pues el irlandés tiene muchos de esos sonidos. Ahora imagina que no puedes ponerle un tupé a la <n> (imaginemos, sólo para entender cómo funciona). ¿Cómo escribirías <coño> sin la <ñ>? Una opción es como los catalanes y los valencianos: <conyo>. Otra, poniendo una <e>. Cóneo. Léelo y verás. Funciona, más o menos. ¿No? Uy, qué extráneo. En Espánia no tenemos ese problema. Como todo, lo repites unas veces y al final ni te enteras. Pues esa es la solución a la que llegaron los antiguos irlandeses. Le ponemos una <i> o una <e> a la consonante en cuestión y la leemos como si fuera palatal.

Fácil.

Después se les fue de las manos.

Este sistema que al principio tenía su aquél y era relativamente fácil, ahora, después de no sé cuántos siglos, es un caos del copón, porque al final ya no sabes qué vocal tienes que leer y qué vocal está ahí para que se pronuncie la consonante como palatal. Así que decidieron tirar por la calle del medio para solucionar el chocho que tenían montado y formularon una regla que ha llegado hasta hoy: caol le caol agus leathan le leathan. O sea: velar con velar y palatal con palatal. Eso quiere decir que las consonantes tienen que estar rodeadas por vocales palatales (la <i> y la <e>) para ser palatales y por vocales velares (la <a>, la <o> y la <u>) para ser velares.

Allá van los ejemplos, con las palatales subrayadas:

Se escribeSe pronuncia (más o menos)
tachttajt
teachtchajt
cáskaos
iskaosh
chruinneoinn jruñoñ
sláinteslaoñche

La tradición, el paso del tiempo y la naturaleza humana hicieron el resto. Es decir, la cosa fue más o menos vamos a usar estas letras aquí y allá y luego ya si eso lo solucionamos. Y 1600 años después aquí estamos todavía, con el luego si eso ya lo solucionamos. Es decir, que la solución provisional se convirtió en definitiva, como ocurre en muchas ocasiones, y nadie ha tenido las narices o el tiempo de buscar una solución mejor. Bueno, y que también los irlandeses son muy cachondos y, por si no tuvieran poco, han ido eliminando letras porque no les servían. Al final se han quedado con 18.

A B C D E F G H I L M N O P R S T U

Qué-hue-vos.

18 signos, 44 fonemas y 1600 años de tradición es el combo perfecto para acabar teniendo una ortografía del Demóneo, donde ir a lo práctico es aprenderse listas telefónicas de combinaciones de letras que te garantizan saber pronunciar un 80% de las palabras. El 20% restante es un ahí te apañes.

Uso de las vocales <a, e> para los fonemas vocálicos y las marcas de palatalización de las consonantes adyacentes.

Y ahora, ¿qué?

Ahora, nada. No tienen intención de resolver el problema. La ortografía del irlandés va a continuar así indefinidamente, aunque el sistema sea improductivo, cueste miles de millones de euros en horas de clase e impida que la alfabetización sea rápida y la lengua se extienda. ¿Por qué? Porque es tradición. Porque es lo que siempre se ha hecho.

Pero no son los únicos que tienen este problema ni son los que tienen el problema más grave. Pero quizá sea de los más espectaculares. Esto es como tener un tumor pequeñito en el páncreas o un lipoma de siete kg en el labio superior. El segundo se ve antes y es un poco pero-qué-coño, pero el primero es peor. Pues el irlandés tiene el lipoma en el labio superior. Y de 12 kg.

En los siguientes posts hablaremos de otras ortografías malignas del mundo. Que las hay peores. HENCERIO.

Referencias

  1. Carney, J. (1975). The Invention of the Ogom Cipher. Ériu, 26, 53–67.
  2. Russell, P. (2014). An Introduction to the Celtic Languages. Routledge.
  3. Wikimedia Foundation. (n.d.). Status of the Irish Language. Retrieved May 11, 2019, from Wikipedia website: https://en.wikipedia.org/wiki/Status_of_the_Irish_language

En esa serie de posts voy a explicar por qué se usan alfabetos extranjeros, qué lenguas usan alfabetos creados ex profeso para ellas y por qué las cosas se llegan a liar tanto que ya no tienen vuelta atrás, como le pasa al inglés.

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