Enfermedad mental, violencia y cárceles

El 75% de las veces que sale un enfermo mental en un medio de comunicación es mostrando un comportamiento violentos (Harper, 2005) y los personajes con problemas mentales tienen 10 veces más probabilidades de mostrar un comportamiento violento que aquellos que no lo están (Diefenbach and West, 2007). En los medios españoles, el 25% de las referencias a la enfermedad mental son estigmatizadoras (Muñoz et al., 2011).

Para el público, es fácil vincular la enfermedad mental con la criminalidad. Esta conexión es especialmente llamativa en los casos de individuos con esquizofrenia o trastorno bipolar. Con los medios vinculando una cosa con la otra, se refuerza el estereotipo de la peligrosidad de la enfermedad mental, que, popularmente, se extiende a cualquier situación social: en otras palabras, el enfermo mental es peligroso, da igual el diagnóstico o que el tratamiento esté siendo efectivo. Enfermedad mental = peligrosidad.

Que los trastornos mentales pueden contribuya que algunas personas tengan comportamientos violentos es un hecho. Pero generalizar esta correlación equivale a ver la inmigración como la causa del aumento de la delincuencia. La enfermedad mental no es la causa última de la violencia: hay otros factores que contribuyen a la conducta agresiva o delictiva, como el consumo de drogas, los contextos familiares y sociales o el hecho de que muchos enfermos mentales hayan pasado por prisión: “la tasa de prevalencia de trastorno mental encontrada en la población reclusa era 5,3 veces superior a la de la población general” (García, 2021).

Debemos dejar de pensar que las personas con trastornos mentales son violentas. Y, de una vez, deberíamos plantearnos por qué la población reclusa en España tiene cinco veces más trastornos mentales que la población general. Es una cuestión de responsabilidad social.

Referencias

Diefenbach, D. L., and West, M. D. (2007). Television and attitudes toward mental health issues: Cultivation analysis and the third-person effect. Journal of Community Psychology, 181–195.

García, E. H. (2021). Enfermedad mental y prisión: análisis de la situación penal y penitenciaria de las personas con trastorno mental grave (TMG). Estudios Penales y Criminológicos, 41, 59-135.ISO 690

Harper, S. (2005). Media, Madness and Misrepresentation. European Journal of Communication, 460–483.

Muñoz, M., Pérez-Santos, E., Crespo, M., Guillén, A. I. e Izquierdo, S. (2011). La enfermedad mental en los medios de comunicación: un estudio empírico en prensa escrita, radio y televisión. Clínica y salud, 22(2), 157-173.

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