• Lo que no debemos decir a las personas con depresión  

    person leaning on wall

    Enfrentarse a la depresión, ya sea en uno mismo o en un ser querido, es una experiencia muy dolorosa. Quienes la viven muchas veces sienten que están en el fondo de un pozo del que es difícil ver la salida. A pesar de que nuestras intenciones sean buenas, las palabras que se les dirigimos pueden ser muy nocivas porque pueden agravar la situación en vez de aliviarla. Últimamente, por El Contratiempo, me he encontrado con muchas personas que intentaban darme ánimos con toda la buena intención y luego me daba cuenta de que me encontraba más triste y desanimado. Sé que no me lo han dicho con ánimo de joder, ni muchísimo menos. Sin embargo, todos hemos caído en la trampa de intentar animar a una persona querida y hemos terminado lanzando un mensaje totalmente opuesto. Por eso creo que es importante aclarar un par de cosas: hay algunos discursos que debemos evitar cuando una persona está deprimida o lo está pasando mal por cualquier razón.  

    El mito del ánimo y la simplificación de la experiencia  

    Una de las reacciones más comunes ante una persona deprimida es intentar animarla. Frases como “vamos, anímate”, “no estés triste” o “mira el lado bueno” o “las cosas pasan por algo” son, lamentablemente, habituales. Quienes las expresan lo hacen por un deseo de ayudar genuino, creyendo que un cambio de perspectiva puede marcar la diferencia. Estas palabras se perciben como una negación de la realidad emocional de la persona afectada. Cuando estás em no hay nada bueno que mirar, no se entiende que eso ocurra “por algo”.  

    La depresión no es simplemente estar triste o de mal humor: es una condición compleja que afecta la química cerebral, la cognición y la forma en que entendemos el mundo. Decirle a alguien que se anime implica que su estado emocional es una elección o que, con suficiente fuerza de voluntad, pueden salir de ella. Es como decirle a alguien con asma que respire, con la cantidad de aire que hay y con lo fácil que es. La persona con asma y la persona con depresión no están así por elección propia y no pueden animarse con tanta facilidad. Si pudieran, créeme que lo harían.  

    Además, este discurso del ánimo genera en la persona deprimida una sensación de culpa por no poder animarse, con lo fácil que es, y cumplir con las expectativas de los demás. O bien sienten la vergüenza de ser incapaces de hacer algo que, aparentemente es muy fácil o pueden entender que su dolor se está minimizando, que no es importante o que es una chiquillada. Y eso puede hacer que se profundice en el aislamiento y la desesperanza.   

    “Hay cosas peores” y la competencia del dolor 

    Otra expresión común es: «hay personas que están peor que tú». De hecho, yo la he dicho sobre mí mismo cuando tuve el accidente. Esta frase, aunque a veces se utiliza para intentar poner las cosas en perspectiva, suele tener el efecto contrario. Comparar el sufrimiento de alguien con el de otros no solo es injusto, sino que también es insensible y yo creo que es totalmente imposible: el sufrimiento no se puede cuantificar. Una vez leí lo siguiente: ¿quién sufre más, el millonario que ha perdido un millón de euros en un mal día en la bolsa o la niña a la que se le ha roto su juguete más querido? Pues con la depresión, igual: es una experiencia profundamente personal, cada individuo la vive de manera única. No es una competición de quién sufre más. Minimizar el dolor, equiparándolo al de otros, hace que la persona deprimida se sienta incomprendida y avergonzada por lo que está viviendo. 

    Es fundamental reconocer que cada persona tiene su propia carga emocional y su propio contexto. La comparación trivializa la experiencia del dolor, enviando el mensaje de que no tienen derecho a sentirse como se sienten. Este tipo de comentario puede cerrar aún más la puerta a la comunicación y la apertura, elementos esenciales para la recuperación. 

    “Haz un esfuerzo” y la trampa de la autoayuda 

    Otra frase que se escucha a menudo es «haz un esfuerzo”, como si la depresión fuera un reto personal que puede superarse con determinación. La idea de que la depresión es un signo de debilidad o falta de esfuerzo es profundamente nociva y creo que debe evitarse a toda costa. Este tipo de comentario no sólo ignora la parte biológica de la depresión, sino que también puede perpetuar estigmas y malentendidos sobre la salud mental. 

    La depresión no es algo que pueda superarse simplemente «echándole ganas». Es una enfermedad que, en muchos casos, requiere intervención, terapia y, en algunos casos, medicación. Decirle a alguien que necesita esforzarse más es como decirle a alguien con una pierna rota que necesita caminar más: es cruel. El esfuerzo, en el contexto de la depresión, puede significar simplemente levantarse de la cama por la mañana. Lo que para una persona sana puede requerir un esfuerzo mínimo, para alguien con depresión puede ser una hazaña imposible. 

    Escucha en vez de hablar 

    En lugar de intentar «arreglar» a una persona deprimida con palabras, lo más importante que podemos ofrecer es nuestra presencia y disposición para escuchar. La depresión a menudo se acompaña de un sentimiento de aislamiento, y saber que alguien está dispuesto a escuchar, sin prisa por ofrecer soluciones, puede ser un bálsamo para quienes sufren. 

    Escuchar activamente implica validar las emociones del otro, mostrar empatía y estar presente, sin necesidad de llenar el silencio con palabras vacías o consejos no solicitados. Muchas veces, lo que las personas deprimidas necesitan es saber que no están solas en su dolor y que hay alguien dispuesto a acompañarlas en su oscuridad, sin intentar acelerar su salida de ella.  

    La comprensión y el respeto 

    Entender que la depresión es una condición con múltiples facetas y manifestaciones clínicas es crucial para poder acompañar a alguien que la padece. Cada individuo experimenta la depresión de manera diferente, y lo que puede ser útil para uno puede no serlo para otro. Por eso, es esencial ser respetuoso, evitar las generalizaciones y, sobre todo, no emitir juicios sobre cómo debería sentirse o actuar alguien que está pasando por este difícil momento. 

    En lugar de ofrecer consejos no solicitados o intentar minimizar su experiencia, es mucho más útil preguntar cómo podemos ayudar, ofrecer nuestro apoyo incondicional y recordarles que no tienen que pasar por esto solos. A veces, el simple acto de estar presente y ser un apoyo silencioso puede ser mucho más valioso que cualquier palabra bienintencionada. 

     La depresión es una situación muy difícil por la que pasa muchísima gente a lo largo de la vida. Acompañar a alguien que la padece requiere sensibilidad, empatía y, sobre todo, un profundo respeto por su experiencia. Evitar frases que simplifiquen, minimicen o juzguen su dolor es esencial para no agravar el sufrimiento.   

  • El impacto de la homofobia interiorizada en la autoestima  

    armario con las puertas abiertas

    Hoy voy a contar la historia de un conocido al que voy a llamar Andrés. Lo conocí hace tiempo, después de que él saliera armario. Quedamos para zorrear, pero la cosa no salió adelante y de ahí surgió una amistad que ha durado hasta hoy. No nos vemos mucho, pero estamos en contacto a pesar de la distancia. Una de las veces que volé a casa me contó, con unas cervezas de más, el momento exacto en que él recuerda que asumió que era maricón. Una tarde, después haberse acostado con una mujer y la ducha correspondiente, se miró en el espejo del baño y de pronto “se dio asco”. Hasta este momento había tenido una vida de hetero, tenía buen trabajo, no le faltaban amigos y tenía una relación buena con su familia, que no era especialmente conservadora. Pero había llegado un momento en que la cabeza estaba a punto de explotarle: era maricón, pero se resistía a la idea de dar el paso adelante y vivir el sexo en consecuencia. Esa resistencia tiene un nombre: homofobia interiorizada. 

    La homofobia interiorizada es el resultado de haber sido expuesto a actitudes y creencias homófobas durante mucho tiempo. Aunque no todas las personas LGBTIQ+ la desarrollan, es una realidad que afecta a muchos, y su impacto en la autoestima puede ser devastador. La sociedad, la cultura y la educación, juegan un papel fundamental en la formación de estas actitudes, que se interiorizan y terminan dirigiéndose hacia uno mismo. En el caso de Andrés, esa voz crítica que no dejaba de escuchar no era realmente suya, sino un maremágnum de todos los prejuicios y rechazos que había absorbido desde muy joven. 

    Desde la infancia estamos expuestos a normas sociales que nos dicen cómo deberíamos ser. Estas normas están profundamente arraigadas en las estructuras culturales y sociales y tienden a estigmatizar cualquier desviación de lo que se considera normal. En el caso de las personas LGBTIQ+, estas normas han sido históricamente negativas, promoviendo la idea de que ser homosexual, bisexual o transgénero es, de alguna manera, incorrecto, indeseable, ridículo o nocivo. Estas creencias, cuando son adoptadas y dirigidas hacia uno mismo, se convierten en homofobia interiorizada. 

    Para muchas personas, la homofobia interiorizada se manifiesta en una serie de comportamientos y pensamientos autodestructivos. Andrés me contó que le pasaba mucho lo de sentirse culpable por querer follar con tíos. Se sentía ridículo y tenía un miedo abrumador a que las personas de su entorno se enteraran. Este sentimiento de culpa se mezclaba con una sensación de vergüenza, que lo hacía rehuir situaciones donde podía expresar abiertamente quién era. Como resultado, su autoestima se fue erosionando con el tiempo, y llegó a creer que no merecía la felicidad que otros parecían encontrar tan fácilmente. Esto último, pensar que los demás eran muy felices y él no, es una creencia irracional, como todas las que surgen de la homofobia, interiorizada o no, dirigida a uno mismo o hacia otros.  

    ¿Por qué la homofobia interiorizada tiene un impacto tan profundo en la autoestima? La autoestima es la valoración que una persona tiene de sí misma, un juicio interno que afecta la manera en que interactuamos con el mundo. Cuando alguien desarrolla una baja autoestima, tiende a sentirse menos valioso, menos competente y capaz de enfrentarse a los desafíos de la vida cotidiana. La homofobia interiorizada refuerza estos sentimientos, haciendo que la persona sienta que no merece amor, respeto o “éxito” simplemente por sus deseos sexuales. 

    Andrés, como muchas otras personas en su situación, intentó lidiar con estos sentimientos acudiendo a un grandísimo repertorio de formas de autoengaño. Se esforzó por cumplir con las expectativas heteronormativas, manteniendo relaciones con mujeres que, aunque eran genuinas en su afecto, no le satisfacían. También evitaba los espacios LGBTIQ+, los bares de ambiente o las aplicaciones de zorreo, temiendo que asociarse con la comunidad lo hiciera más vulnerable al juicio y al rechazo y con el miedo a que alguien se enterara. Estas rutinas no hicieron más que profundizar su dolor, perpetuando un ciclo de autonegación y baja autoestima. 

    Andrés tuvo la valentía de afrontar este asunto con una psicóloga que le ayudó a reconocer que esos sentimientos negativos no eran innatos, sino aprendidos, y que casi todos estaban basados en errores de lógica. Es un clásico en los sentimientos de culpabilidad y en los cuadros depresivos en estas situaciones. La psicóloga le ayudó a explorar las raíces de este repertorio de creencias, deconstruyendo todos los comentarios hirientes que había escuchado desde su infancia, las imágenes que veía en los medios de comunicación, y las actitudes discriminatorias que había presenciado en su entorno. Con el tiempo, comenzó a alejarse de estas creencias, reemplazándolas por una aceptación más sana de sí mismo a partir de un análisis racional de todos estos pensamientos. No es un proceso fácil, ni de coña, ni el hecho de que veas que lo que piensas es irracional no quiere decir que no vuelvas a caer sin querer en una espiral de miedos. La terapia, como siempre, le indicó el camino, pero sólo él (o tú) puede recorrerlo.  

    El proceso no fue fácil. Aceptar que había estado negando una parte fundamental de sí mismo durante tanto tiempo fue doloroso, pero también liberador. Andrés descubrió que podía, con mucho trabajo, poner en jaque esos pensamientos autodestructivos. Poco a poco, su autoestima empezó a mejorar y los miedos, aunque todavía estaban ahí, eran menos paralizantes. Entendió que no había nada intrínsecamente malo en ser quien es, y que tenía derecho a vivir una vida plena y feliz, sin sentirse culpable o avergonzado. 

    Una parte crucial de este proceso fue empezar a rodearse de una pequeña comunidad que lo apoyara. Andrés comenzó a relacionarse con otros hombres gais, primero sólo con la intención de follar. Con el tiempo, encontró en ellos no solo amigos, sino también modelos a seguir que lo inspiraron a afrontar esos miedos en su vida cotidiana. Descubrió que no era el único, que muchos otros habían pasado por lo mismo, y que el mero hecho de hablar facilitaba combatir la homofobia interiorizada y sus efectos. 

    El impacto de la homofobia interiorizada en la autoestima no es una tontería. Es una batalla interna que muchos enfrentan en silencio, sin darse cuenta de que los pensamientos y sentimientos que experimentan no son necesariamente reales, sino el resultado de años de condicionamiento social. La buena noticia es que este impacto puede ser revertido o, por lo menos, los efectos de esas creencias pueden hacerse menos intensos. A través de la terapia, el apoyo de un entorno que permita dialogar sobre el asunto, y el trabajo constante en la aceptación de una naturaleza que no se puede cambiar (el ser maricón), es posible superar o al menos aliviar la homofobia interiorizada y reconstruir una autoestima fuerte y saludable. 

    La historia de mi amigo no es especial, ni es la única ni la última. Salir de esa mierda no es un proceso fácil, y requiere de mucho coraje enfrentar los prejuicios que hemos interiorizado. Sin embargo, es un camino necesario para alcanzar una verdadera paz interior y un sentido de valor propio. En última instancia, aceptarnos tal como somos y llegar a la conclusión de que “ser” no es intrínsecamente malo es un acto de resistencia y de amor propio, una afirmación de que, sin importar lo que la sociedad diga, merecemos ser felices y vivir nuestras vidas plenamente. 

  • Cómo los estereotipos corporales y sexuales afectan la autoestima

    Hombres desnudos

    En las últimas semanas hay algo a lo que no paro de darle vueltas: a los maricones, como al resto de la población, se nos ha impuesto un modelo de cuerpo y de comportamiento sexual que hace que tengamos unas expectativas muy poco realistas. No solo debemos tener unos pectorales de gimnasio, viajar, ser jóvenes y ganar muchísimo dinero, sino que también tenemos que follar más que nadie, tener unas orgías de la hostia y, además, tenemos que contárselo a todo el mundo para que se enteren de lo felices que somos follando a diestro y siniestro. No hay lugar para reírse mientras follas. Tienes que ir de orgía en orgía y si duras menos de 12 horas follando o no follas cinco veces por semana (las mismas que vas al gimnasio), no eres nadie. Dios nos libre de decir que hemos tenido un polvo de mierda, salvo en círculos reducidos. Tampoco es que no puedas estar gordo, sino que, si lo estás, tienes que serlo de una forma específica, a poder ser con mucho pelo, en cuyo caso, olvídate de follar si tienes pluma. Si no eres un twink, tienes que ser una especie que pueda verse en cualquier zoológico de provincias: una nutria, un oso o un camello africano. O sea, si no te puedes etiquetar, te vas a joder.  

    Más allá de este fenómeno de la pertenencia a los grupos y a las “tribus”, que es más o menos universal, las redes sociales y los medios tienen un papel fundamental en la construcción de estas percepciones sociales y determina la manera en que las personas percibimos nuestros cuerpos. No sólo eso, sino que también establecen patrones de comportamiento deseables, entre ellos, el sexual.  Esto no es nada nuevo y viene ocurriendo desde que los medios de comunicación entraron en nuestras vidas. Si no, que se lo digan a las mujeres. Ojo, que cuando hablo de “medios” o de “redes sociales” es porque me da pereza especificar más. Da igual que sea Instagram, Grindr, Telecinco o la última serie de Netflix.  

    En la comunidad gay, esta dictadura de lo deseable y de lo bueno es especialmente potente, ya que estamos expuestos a versiones idealizadas de lo que significa ser maricón ANNO 2024 que influyen profundamente en nuestra autoestima y nuestra autoimagen, en lo que nosotros queremos ser y lo que nos parece bueno y deseable. Entre estos significados hay uno muy potente que a mí me perturba muchísimo y que campa a sus anchas por Instagram: que seas maricón no es tanto problema. Lo que no está tan bien, en la mayoría de los casos, es que tengas pluma y se te note. Y si eres pobre, date por jodido. Porque el problema no lo tiene el maricón con pasta que sale en las listas de los 50 gais más poderosos de España, el regidor de de fiestas del ayuntamiento, ése que sale en todos los saraos y lleva 1500 euros en ropa todos los días y que es militante de un partido “progresista” (tos seca). Tampoco estás expuesto a que te llamen de todo si tienes dinero suficiente para esclavizar a una mujer pobre y comprarte un niño por gestación subrogada. El problema es que no tengas un duro para para todo eso, que no tengas trabajo o que vayas perdiendo aceite y el resto lo vea. Maricón, irrelevante y pobre, mal vas. Da igual que seas un maltratador, o que vayas drogado hasta arriba, o que te lances a una espiral de viajar sin parar para poder hacerte la foto en Noruega durante una aurora boreal.  

    Los medios de comunicación han sido históricamente un espacio donde se construyen y refuerzan estereotipos y las redes sociales son las herederas de esa labor de construcción. No hay más que ver los anuncios de Soberano de los ochenta, al primo de Zumosol o a las secretarias del Un, Dos, Tres. O todos nuestros feeds de Instagram. En el caso de los hombres gay, los medios suelen promover una imagen corporal que encaja en un ideal específico: un cuerpo esbelto, musculoso, joven y atractivo según los estándares convencionales de belleza masculina. Este ideal, inalcanzable para la mayoría, se ve representado en una variedad de plataformas, desde la televisión y el cine hasta las redes sociales, empezando por Instagram o Grindr. Pero si te das una vuelta por una aplicación de zorreo, lo que verás son cientos de tíos que se han hecho tres fotos en lugares estratégicos, como delante de la Torre Eiffel. Esa es un clásico. Otra en una playa, preferentemente Tailandia, y la última en un mercadillo de navidad alemán o, en su defecto, en la cumbre de una montaña. Eso depende de si eres de los que se cuida o quieres que piensen que eres un bon-vivant.  

    La asociación entre la imagen corporal ideal y el valor sexual es un tema recurrente en los medios dirigidos a la comunidad. Y de esto nosotros mismos somos los primeros culpables. Nuestras representaciones sugieren con demasiada frecuencia que solo aquellos que cumplen con ciertos estándares físicos (esbeltos, musculosos, y jóvenes) y conductuales (viajar, tener muchos amigos y comer de gourmet todos los fines de semana) son dignos de ser el objeto de deseo y éxito sexual y social. Esta narrativa puede llevar a que muchos sientan que su valor como individuos está directamente relacionado con su apariencia física, su desempeño sexual y su nivel de vida. Como resultado, algunos pueden sentirse presionados a participar en comportamientos sexuales que no necesariamente desean, simplemente para cumplir con las expectativas impuestas por estos ideales. 

    La obsesión con la apariencia y el rendimiento sexual también puede llevar a la hipersexualización dentro de la comunidad gay. La constante exposición a imágenes de cuerpos sexualizados refuerza la idea de que la actividad sexual es un componente central y definitorio de la identidad gay. Esto genera una presión muy poderosa para estar sexualmente activo que a su vez conduce a comportamientos de riesgo, como el sexo sin protección o el uso de sustancias para mejorar el rendimiento. Estas expectativas sobre la sexualidad pueden ser dañinas para quienes no se ajustan a los ideales de belleza promovidos por los medios. Los maricas que no cumplen con estos estándares sienten vergüenza y terminan con una autoestima de mierda que les hace muy difícil establecer relaciones saludables, sexuales o no. No ser lo suficientemente atractivo o deseable favorecen los comportamientos de evitación, como la renuncia a buscar pareja o a participar en la vida social de la comunidad. 

    El peligro de estas expectativas no solo radica, por tanto, en la presión para conformarse a un ideal físico, sino también en la limitación de la expresión sexual. La idealización de ciertos cuerpos y comportamientos sexuales crea un marco muy estrecho e inflexible de lo que se considera aceptable o deseable dentro de la comunidad gay. Aquellos que no se sienten representados por estas imágenes pueden sentirse excluidos o invisibles y se refuerza la idea de que solo existe una forma correcta de ser gay y sexualmente activo. 

    Los problemas gordos, como la ansiedad de rendimiento sexual, la disforia corporal o incluso la depresión, vienen después. La ansiedad de rendimiento sexual, en particular, se ve exacerbada por la expectativa de que debemos estar siempre dispuestos a tener sexo, rendir de manera excepcional y pasárnoslo bien. ¿A dónde lleva esto? A lo de siempre: ciclos de estrés y evitación, donde el miedo a no cumplir con las expectativas sexuales lleva a una mayor ansiedad y, en muchas ocasiones, a una disminución del deseo sexual o incluso a la disfunción eréctil. Sí, unas expectativas irreales harán que no se te levante.  

    Contrarrestar estas expectativas tan dañinas requiere un esfuerzo consciente tanto a nivel individual como comunitario. Es vital que los maricones nos demos cuenta de que la sexualidad es diversa y personal, y que no existe una forma única de ser sexualmente activo o atractivo. Desafiar las normas impuestas por los medios implica aceptar y valorar la propia identidad sexual y corporal tal como es, en lugar de intentar cumplir con un ideal inalcanzable. Además, es importante que empecemos a hablar sobre la sexualidad de otra manera y que dejemos de fijarnos en el aspecto y el cuerpo o en el rendimiento. Deberíamos darle una vueltecita para establecer discursos más saludables y equilibrados sobre la sexualidad. Deberíamos empezar a hablar de límites y de respetar estos límites. Deberíamos hablar de la aceptación de la diversidad corporal y de que las parejas abiertas están muy bien, pero igual nos estamos exigiendo demasiado.  

  • El horóscopo y las apps de citas

    Zodiac Signs

    Creo que voy a tener que poner en Grindr que soy Tauro, ascendente Leo, con luna en Leo. No han sido ni una vez ni dos las que me han preguntado por mi signo. Al principio me parecía una jilipollez como un piano, pero luego me he dado cuenta de que es un intento de romper el hielo y de establecer una comunicación. Cuando caí en por qué me preguntaban, decidí darle una vueltecita al asunto, así que allá va: ¿por qué la gente pregunta el horóscopo en las apps de citas?

    Para empezar, sirve para encontrar pistas sobre la compatibilidad, porque según la astrología, ciertos signos zodiacales son más compatibles entre sí que otros. Aunque no haya evidencia sólida que respalde estas creencias, muchas personas encuentran en el horóscopo una guía para entender si la otra persona podría ser un buen «match». En una app de zorreo, donde las decisiones rápidas son la norma, esta pregunta podría ayudar a las personas a filtrar potenciales parejas basándose en sus creencias o expectativas sobre la compatibilidad astrológica.

    En el ámbito de las citas online, en el que las primeras impresiones son cruciales, las preguntas ligeras y divertidas sobre signos zodiacales pueden aligerar la tensión y hacer que la conversación sea más fluida y agradable. Esto también puede servir para evaluar el sentido del humor de la otra persona o hasta qué punto están abiertos a discutir temas no convencionales y esto les sirve a algunas personas para determinar la compatibilidad.

    El horóscopo también puede ser una herramienta para establecer una conexión emocional. Las personas tienden a acercarse a aquellas personas que comparten sus intereses y creencias, incluso si estos son de naturaleza esotérica. Hablar sobre signos zodiacales permite que la conversación fluya hacia temas más personales, como la personalidad, los valores y las expectativas en una relación. Al discutir sobre el horóscopo, se exploran áreas de afinidad y se crea un sentido de conexión emocional en un entorno que, a menudo, puede sentirse impersonal o superficial.

    Preguntar sobre el horóscopo también puede ser una expresión de curiosidad o de autoexploración. Muchas personas utilizan el zodiaco como una herramienta para reflexionar sobre sus propias vidas, comportamientos y relaciones. En el contexto de una app de citas, preguntar el signo zodiacal de alguien podría ser una manera de proyectar y reflexionar sobre sus propias experiencias y expectativas. Es una manera de entender cómo se perciben a sí mismos y cómo podrían relacionarse con los demás, basándose en las características asociadas con los diferentes signos.

    Puedes creer en el horóscopo o no, pero al final de la jugada es una estrategia comunicativa como otra cualquiera y da muchísimas más pistas de las que yo pensaba para abordar una situación incómoda. Que la ciencia no pueda respaldar las afirmaciones de la astrología no quiere decir que estas conversaciones no tengan una función en la interacción dentro de este contexto.

    Soy Tauro, ascendente Leo, luna en Leo. Que rule.

  • Cuando tengas una bronca, respira cinco segundos

    person in blue long sleeve shirt showing right middle finger

    Un estudio de la Universidad de St Andrews sugiere que las parejas deberían tomar una pausa de cinco segundos durante una discusión para evitar que la cosa vaya a más. Esta breve interrupción puede actuar como un cortafuegos, reduciendo la agresión y evitando la necesidad de costosas terapias de pareja. La investigación, publicada en Communications Psychology, demostró que una pausa de cinco segundos es tan efectiva como pausas más largas para rebajar la tensión durante los conflictos. Los psicólogos utilizaron un juego competitivo para provocar broncas y analizaron las respuestas emocionales, confirmando que las pausas cortas disminuyen los niveles de agresión.

    Ojo: este método es útil solo para gestionar conflictos menores y no aplica en situaciones de violencia doméstica. La estrategia se centra en las discusiones cotidianas, ayudando a prevenir que se conviertan en peleas más graves. Esta técnica es un consejo simple y gratuito que puede integrarse fácilmente en las interacciones diarias, ofreciendo una alternativa económica a la terapia de pareja.

  • Rupturas y redes sociales

    man and woman sitting on bench beside body of water

    El País publicó un artículo sobre bloquear a tu ex en WhatsApp cuando la relación se termina. Dice que ni es «un castigo, ni es infantil» y que “el bloqueo es la primera norma de autorrespeto para que no te hagan daño. Bloquear es una forma de autocuidado”. A algunos les puede parecer una acción muy drástica, piensan que es una rabieta; pero cada vez está más claro que es una forma sana y una acción necesaria para la recuperación emocional. ¿Es sano bloquear a tu ex en WhatsApp y en Instagram?

    La respuesta corta es sí.

    La importancia de esta práctica radica en la naturaleza misma de las redes sociales. Estas plataformas fueron diseñadas para mantener a las personas conectadas (y ganar dinero) y por eso pueden ser un terreno fértil para el dolor, la confusión y el mal rollo post-ruptura: porque lo que estás haciendo es desconectarte. Según un estudio de Tara Marshall (referencia más abajo), el contacto continuo con una expareja a través de redes sociales puede prolongar el dolor emocional y dificultar el proceso de superación. Este fenómeno puede impedir que las personas avancen porque siguen expuestas a la vida de su expareja. Cuando miras su Instagram tardas más en separarte de ese contacto y te cuesta más pasar página porque te obligas a permanecer en ese estado constante de conexión con tu ex.

    Cuando miras su Instagram, te expones a información y actualizaciones que pueden ser emocionalmente dañinas. Ver fotos, publicaciones y comentarios puede generar sentimientos de tristeza, celos y resentimiento, intensificando ese dolor que ya estás sintiendo. Te estás exponiendo a comparaciones poco realistas: en las redes sociales, las personas (y tu ex más todavía) suelen presentar versiones idealizadas de sus vidas y de la alegría que sienten. Al ver que la expareja parece feliz o está avanzando, puedes llegar a reprocharte que tu propio proceso recuperación es lento o inadecuado: no sólo estás pasando por la putada de la separación, sino que además puedes boicotearte a ti mismo pensando que eres un crío (o una cría) y que no puedes superar esta movida como lo hace él (o ella). Lo que estás haciendo es perpetuando la dependencia emocional de tu ex y estás perdiendo tiempo a la hora de aceptar que la relación ha terminado. Es de cajón que ese continuo flujo de información es un recordatorio constante de la pérdida.

    Desde la perspectiva psicológica, el bloqueo no debe verse como un acto de inmadurez o venganza, sino como una herramienta de autocuidado. Jennice Vilhauer dice en «Think Forward to Thrive» que el distanciamiento virtual permite a las personas centrarse la curación y en la reconstrucción de una vida individual y facilita volver a la narrativa personal de la vida sin la pareja. Al eliminar esos estímulos que te recuerdan permanentemente a esa persona, nos resulta más sencillo volver a definirnos como personas «sin pareja» y creamos esa identidad personal que necesitamos para adaptar la manera que tenemos entender nuestra vida a las nuevas circunstancias. Utilizo aquí «identidad personal» como la forma en que contamos a los demás y a nosotros mismos quiénes somos y cómo es nuestra vida.

    El proceso de duelo tras una ruptura es inevitable, pero su duración e intensidad pueden verse alteradas por nuestras acciones. El bloqueo en redes sociales puede actuar, por tanto, como un catalizador para un duelo más saludable y efectivo. Según Elisabeth Kübler-Ross, pionera en el estudio del duelo, aceptar la pérdida y avanzar son pasos esenciales para la recuperación. Bloquear a una expareja puede ser el primer paso tangible hacia esta aceptación, ayudando a las personas a reconstruir su identidad y vida independiente de la relación pasada.

    Además de bloquear a una expareja en redes sociales, la psicología recomienda otros métodos para superar una ruptura de manera saludable. Son los de siempre: buscar apoyo en amigos y familiares es fundamental, ya que hablar sobre los sentimientos y experiencias con personas de confianza puede aliviar el dolor y proporcionar perspectivas útiles. Dedicarse tiempo a uno mismo a través de actividades que fomenten el bienestar físico y emocional es súper importante también: hacer ejercicio, una dieta equilibrada, dormir lo suficiente y practicar técnicas de relajación como la meditación o el yoga. Todo lo anterior es un «consejos vendo que para mí no tengo» de manual. Creo que una de las cosas que funciona mejor es cambiar la rutina diaria para crear una nueva normalidad, incluyendo nuevos pasatiempos, actividades sociales y proyectos que te mantengan ocupado.

    No caigas en la trampa de pensar que es infantil: bloquear a una expareja en redes sociales tras una ruptura no solo es una práctica sana, sino necesaria para proteger la salud mental y emocional. Te desligarás de todas esas fotos de diversión y felicidad de tu ex que generan tristeza y rabia y te resultará más fácil retomar una rutina con menos negatividad y tristeza.

    De verdad, bloquéalo.

    Referencias
    Kübler-Ross, E. (1969). On Death and Dying. Scribner.
    Marshall, T. C. (2012). Facebook surveillance of former romantic partners: Associations with postbreakup recovery and personal growth. Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking, 15(10), 521-526.
    Vilhauer, J. (2014). Think Forward to Thrive. New World Library.
  • El chemsex y la adicción a las drogas en las relaciones sexuales

    pile of blister packs of colorful medicine tablets

    La adicción a las drogas sexuales y el fenómeno del chemsex se están convirtiendo en problemas importantes en el área de la salud mental. El chemsex, una práctica que combina el uso de drogas y sesiones de sexo prolongado, es muy preocupante, especialmente entre maricones, no solo por los efectos en el organismo, sino por el impacto que tienen en la salud mental.

    El chemsex implica el uso de sustancias como la metanfetamina, el GHB/GBL y la mefedrona para intensificar y prolongar las experiencias sexuales. Estas sustancias desinhiben a las personas, aumentar su deseo sexual y les permiten participar en maratones sexuales que pueden durar horas o incluso días. He dicho «uso» aunque debería ser «abuso». Nunca se «usan». Jamás deben usarse.

    Uno de los efectos más habituales del chemsex es el aumento de los índices de ansiedad y depresión. Las personas que recurren a las drogas terminan desarrollando, en muchísimos casos, una dependencia psicológica que les lleva a ser incapaces para disfrutar del sexo sin estar colocados. Cuando entran en un ciclo de dependencia se intensifica la sintomatología ansiosa y depresiva sentimientos de ansiedad y depresión, agravando los problemas de salud mental preexistentes, muy habituales. Cuando digo «problemas psicológicos» no me refiero a cuadros con diagnósticos clínicos específicos, hablo también de cuestiones que pueden no estar resueltas, como la baja autoestima o una autoimagen negativa.

    El uso prolongado de ciertas drogas, especialmente la metanfetamina, puede desencadenar episodios de psicosis y alucinaciones. Estos cuadros pueden ser muy perturbadores y afectar gravemente la salud mental del individuo. La psicosis inducida por drogas puede generar un estado de confusión y paranoia, que provoca un sufrimiento intenso y una desadaptación al entorno generalizada, tanto social como laboral como de cualquier otro tipo.

    Además, el chemsex lleva con frecuencia al aislamiento social. La naturaleza clandestina y estigmatizada de esta práctica puede alejar a las personas de sus redes de apoyo social, aumentando las experiencias de soledad y, de rebote, empeorando aquellas cuestiones previas que han llevado a los consumidores a recurrir a las drogas. El aislamiento social no solo empeora los problemas de salud mental, sino que también dificulta el acceso a la ayuda y el apoyo necesarios.

    El tratamiento de la adicción al chemsex requiere un enfoque integral y especializado, con intervenciones de tipo social, psicológico, psiquiátrico y médico. La terapia cognitivo-conductual es efectiva para ayudar a los individuos a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento relacionados con el uso de drogas y el sexo. Trabajar con un terapeuta especializado en adicciones puede ayudar a abordar las causas subyacentes de la dependencia y desarrollar estrategias de afrontamiento saludables. Claro que siempre es mejor cuando este tratamiento se realiza en coordinación con un equipo médico y con un entorno social de apoyo. Pero a ver quién es el guapo que sale del armario del chemsex.

    La prevención requiere una combinación de educación y acceso a recursos. Informar a las personas sobre los riesgos asociados con esta práctica y promover el uso de protección pueden ayudar a reducir la incidencia de problemas de salud física y mental, como con cualquier otra droga. Proporcionar acceso a servicios de salud mental y programas de reducción de daños también es esencial para apoyar a quienes luchan con esta adicción. Y, sobre todo, la educación. Educación respecto a las drogas, educación emocional, educación sobre el porno, sobre el sexo (consentido)… y podríamos continuar con una larga lista. ¿Quién iba a decir que la educación es una de las claves?

    La adicción a las drogas sexuales y el chemsex es un problem grave que requiere, de nuevo, una respuesta multidisciplinar. Pero también requiere políticas educativas que requieren inversión. Dinero. Hace falta más dinero para los colegios, para los institutos. Nunca se invierte demasiado en eso.

    Educación, educación, educación.

    Referencias
    
    Stuart, D. (2019). Chemsex: Problemas y soluciones. Journal of Sexual Medicine.
    
    Bourne, A., Reid, D., Hickson, F., Torres-Rueda, S., & Weatherburn, P. (2015). Chemsex y salud mental en hombres que tienen sexo con hombres: Un estudio cualitativo. BMJ Open.
    
    McCall, H., Adams, N., Mason, D., & Willis, J. (2015). El impacto del chemsex en la salud mental y física: Una revisión sistemática. International Journal of Drug Policy.
    
    Halkitis, P. N., Parsons, J. T., & Stirratt, M. J. (2001). Uso de drogas recreativas y riesgos sexuales en hombres homosexuales y bisexuales: Una revisión de la literatura. Journal of Gay & Lesbian Social Services.
    
    Weatherburn, P., Hickson, F., Reid, D., Torres-Rueda, S., & Bourne, A. (2017). El chemsex y su relación con el bienestar emocional en hombres que tienen sexo con hombres en Londres. Journal of Public Health.
  • La socialización y su impacto en la prevención del deterioro cognitivo

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    Durante tres meses, he estado notando que mis funciones cognitivas, sobre todo mi capacidad de hablar con fluidez y mi memoria a corto plazo, que ya están regulinchi, estaban perdiendo fuelle. Un análisis de sangre rutinario dio con la clave: una falta de B12 importante. El tratamiento parece que está haciendo efecto o, por lo menos, está funcionando como placebo. Notar cómo me fallaba la mente me acojonó, sinceramente. Como no soy obsesivo (no, qué va) no se me ocurrió que tenía cualquier movida neurodegenerativa. En absoluto. Ahora que ya puedo respirar fuera de la bolsa me he puesto a pensar sobre el deterioro cognitivo, sobre lo que sientes cuando notas que te falla la cabeza y sobre el envejecimiento. El deterioro cognitivo, sobre todo cuando el cerebro ha sido el centro de tu vida, es una putada, amiguis.

    Nuestras sociedades están envejeciendo rápidamente. Tenemos que tomarnos en serio la investigación sobre deterioro cognitivo: por qué se produce, cuándo aparece y, sobre todo, cómo podemos prevenirlo. Este proceso, que se da tarde o temprano con la edad, puede manifestarse a través de la pérdida de memoria, de la disminución de la capacidad de concentración y de dificultades en el procesamiento de información, que de eso yo sé mucho (y no sólo por la anemia). Resulta que la socialización es una de las herramientas más poderosas y naturales para prevenirlo. Voy a explicar brevemente cómo la interacción social puede actuar como un escudo contra el deterioro cognitivo.

    La importancia de la socialización en la salud cognitiva radica en su capacidad para mantener al cerebro activo y comprometido. Cuando interactuamos con otras personas, intercambiamos ideas y experiencias estamos estimulando la plasticidad de las conexiones neuronales, e. d., que cambien. La neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones, es súper importante para mantener la función cognitiva a lo largo de la vida.

    El estudio de Zunzunegui et al. (2003) reveló que las personas con redes sociales fuertes y activas tienen un menor riesgo de desarrollar demencia y otros trastornos cognitivos. Este estudio sugiere que la socialización no solo proporciona un estímulo mental constante, sino que también ofrece apoyo emocional, reduciendo el estrés y la ansiedad, factores que pueden contribuir al deterioro cognitivo.

    La interacción social también ha sido vinculada a una mejor función cognitiva en adultos mayores. La investigación de Fratiglioni et al. (2000) demostró que los individuos con un alto nivel de participación social presentaban un menor riesgo de deterioro cognitivo. Este estudio, que incluyó a más de 1.200 participantes mayores de 75 años, encontró indicios de que la participación en actividades sociales podría retrasar la aparición de la demencia, debido a la riqueza de estímulos mentales y cognitivos generados por estas interacciones.

    Por otra parte, la socialización puede fomentar comportamientos saludables que benefician la salud cognitiva. Participar en actividades comunitarias y reuniones sociales con mucha gente, como clubes, centros de día, grupos de voluntariado o asociaciones o simplemente jugar a la petanca, no solo mantiene la mente activa, sino que también promueve la actividad física y termina favoreciendo la adopción de una dieta saludable. Un dos por uno.

    La calidad de las interacciones sociales también es importante: no sólo tenemos que promover que los mayores (o nosotros) nos relacionemos más, sino que si estas relaciones son más sólidas y de mejor calidad, su beneficio es mucho mayor. El de Holtzman et al. (2004) demostró que las interacciones positivas y de apoyo están asociadas con una mejor función cognitiva en comparación con las interacciones negativas o conflictivas. Las broncas son malas, quién lo iba a decir. Las relaciones interpersonales saludables, que nos den buen rollo y que nos hagan sonreír pueden proporcionar un sentido de pertenencia y propósito, esenciales para el bienestar emocional y mental. Si estas relaciones te hacen sentir bien, tenderás a buscarlas y a participar más.

    Para maximizar los beneficios de la socialización, es fundamental cultivar y mantener relaciones significativas, que sean importantes para ti y que tú creas que son importantes para el conjunto social. Participar activamente en la vida de la comunidad, mantener el contacto regular con amigos y familiares, y buscar nuevas oportunidades para interactuar pueden ser estrategias efectivas para proteger la salud cognitiva.

    Las interacciones sociales no solo estimulan el córtex, la parte del cerebro que habitualmente se conoce como la que piensa, sino que también proporcionan apoyo emocional y fomentan comportamientos saludables. Nos olvidamos a veces de que el cerebro no sólo piensa: también siente. Si ponemos estas dos partes en marcha y hacemos que funcionen correctamente, tanto mejor. Puedes hacer sudokus, leer, estudiar y todas esas cosas que nos dicen que son buenas para el mantenimiento de nuestro cerebro. Pero tener una vida social activa y rica en relaciones significativas puede ser una de las estrategias más efectivas para preservar la función cognitiva a lo largo de la vida.

    Referencias
    
    Fratiglioni, L., Paillard-Borg, S., & Winblad, B. (2004). An active and socially integrated lifestyle in late life might protect against dementia. The Lancet Neurology, 3(6), 343-353.
    
    Holtzman, R. E., Rebok, G. W., Saczynski, J. S., Kouzis, A. C., Wilcox Doyle, K., & Eaton, W. W. (2004). Social network characteristics and cognition in middle-aged and older adults. The Journals of Gerontology Series B: Psychological Sciences and Social Sciences, 59(6), P278-P284.
    
    Zunzunegui, M. V., Alvarado, B. E., Del Ser, T., & Otero, A. (2003). Social networks, social integration, and social engagement determine cognitive decline in community-dwelling Spanish older adults. The Journals of Gerontology Series B: Psychological Sciences and Social Sciences, 58(2), S93-S100.
  • ¿Qué es el emparejamiento selectivo?

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    El emparejamiento selectivo es un concepto que se refiere al proceso por el cual los individuos eligen parejas basándose en características específicas, como la inteligencia, el estatus socioeconómico, los valores culturales y las creencias religiosas. Este fenómeno tiene implicaciones significativas en la estructura social y la evolución genética de las poblaciones humanas. A lo largo del tiempo, ha sido objeto de estudio en diversas disciplinas, incluyendo la psicología, la sociología, la biología evolutiva y la genética.

    El emparejamiento selectivo puede observarse en diferentes contextos y culturas, aunque las características valoradas pueden variar considerablemente. Por ejemplo, en algunas sociedades se le da mayor importancia a la educación y la inteligencia, mientras que en otras, las cualidades físicas o el estatus económico pueden ser los aspectos que se tienen en cuenta a la hora de buscar pareja. Sin embargo, a pesar de estas diferencias culturales, el emparejamiento selectivo sigue siendo un fenómeno universal que influye en la estructura y dinámica de las poblaciones humanas.

    La teoría de la similitud y el estudio de McPherson et al. (2001)

    Una de las teorías más prominentes en la explicación del emparejamiento selectivo es la teoría de la similitud que postula que las personas tienden a elegir parejas con características similares a las suyas. Esta tendencia se ha observado en diversas investigaciones empíricas, que muestran que las parejas tienden a ser más homogéneas en términos de atributos como la educación, el estatus socioeconómico y las creencias religiosas (McPherson et al., 2001). Esta similitud puede tener múltiples beneficios, como una mayor compatibilidad y estabilidad en la relación, así como una mejor coordinación en la crianza de los hijos.

    El estudio de McPherson, Smith-Lovin y Cook se centra en el principio de homofilia, que sostiene que la similitud genera conexión. Según este principio, las redes de contactos de las personas suelen ser homogéneas en cuanto a muchas características sociodemográficas, de comportamiento e intrapersonales.

    La homofilia limita los mundos sociales de las personas de una manera que tiene implicaciones poderosas para la información que reciben, las actitudes que forman y las interacciones que experimentan. La homofilia en raza y etnia crea las divisiones más fuertes en nuestros entornos personales, seguidas en orden aproximado por edad, religión, educación, ocupación y género.

    Este estudio sugiere que las personas generalmente solo tienen contacto significativo con otras personas similares a ellas mismas. Por lo tanto, cualquier cualidad tiende a localizarse en el espacio sociodemográfico. Al interactuar solo con otros que son como nosotros, cualquier cosa que experimentemos como resultado de nuestra posición se refuerza.

    women sitting on couch

    La teoría de las necesidades complementarias de Winch

    Además de la similitud, otro factor importante en el emparejamiento selectivo es la complementariedad. Según la teoría de las necesidades complementarias de Winch, para que dos personas se enamoren y se vean mutuamente como la pareja ideal, deben complementarse teniendo en cuenta una serie de factores: gustos, valores, aficiones, religión, clase social, nivel de estudios o lugar de residencia, entre otros. la teoría sostiene que cuando estos factores son comunes, o al menos similares, éstos facilitan que dos personas puedan emparejarse. Se sugiere que las personas buscan parejas que complementen sus propias características, de manera que la combinación de ambos pueda resultar en una mayor eficiencia o bienestar. Por ejemplo, una persona extrovertida puede sentirse atraída por una persona introvertida, creando un balance en la dinámica de la relación. Aunque la evidencia empírica sobre la complementariedad es menos consistente que la de la similitud, algunos estudios, como el de Watson et al. (2014) han encontrado apoyo para esta teoría en contextos específicos.

    El estudio de Watson, Beer y McDade-Montez se centró en comparar la validez predictiva de diferentes modelos basados en cuestionarios sobre rasgos interpersonales y valores para la calidad de las relaciones de pareja. Los investigadores analizaron cómo estos modelos podían predecir la satisfacción y la estabilidad de las relaciones, considerando tanto la similitud como la complementariedad de los rasgos y valores entre las parejas.

    El estudio incluyó a numerosas parejas que completaron cuestionarios detallados sobre sus rasgos de personalidad y valores individuales. Luego, se evaluó la calidad de sus relaciones mediante medidas de satisfacción y estabilidad. Los hallazgos principales fueron que tanto la similitud como la complementariedad en ciertos rasgos y valores podían influir en la calidad de la relación, aunque la similitud tendía a ser un predictor más fuerte de la satisfacción y la estabilidad de la pareja.

    El estudio sugiere que las parejas que comparten características similares tienden a tener relaciones de mayor calidad, aunque también hay casos donde la complementariedad puede jugar un papel importante. Estos resultados subrayan la complejidad del emparejamiento selectivo y sugieren que tanto la similitud como la complementariedad pueden contribuir al éxito de una relación, dependiendo de los contextos específicos y las características individuales de los miembros de la pareja.

    a man and woman posing for a picture

    Y con la genética hemos topado

    El emparejamiento selectivo también tiene importantes implicaciones genéticas. Al elegir parejas con características similares, se incrementa la probabilidad de que los descendientes hereden esas mismas características. Esto puede llevar a una mayor homogeneidad genética dentro de subpoblaciones, lo que a su vez puede influir en la evolución de ciertos rasgos. Por ejemplo, en comunidades donde se valora altamente la inteligencia y se practica el emparejamiento selectivo en base a este criterio, podría observarse un aumento en la prevalencia de genes asociados con la inteligencia a lo largo del tiempo.

    “The Evolution of Desire: Strategies of Human Mating” de David M. Buss trata precisamente del comportamiento de apareamiento (o sea, el folleto) desde una perspectiva evolutiva. El libro se basa en un estudio extenso que incluye a más de 10,000 personas de todas las edades y de treinta y siete culturas diferentes. Buss sugiere que tanto hombres como mujeres tienen deseos específicos en una pareja, y estos deseos pueden diferir bastante según el momento, el contexto y otros factores de tipo biológico. En otras palabras: lo atractiva que nos parezca una pareja sexual depende de cuestiones relacionadas con la fisiología. No excluye otros factores culturales o cognitivos, sino que viene a decir que, detrás de todos ellos, la genética puede explicar comportamientos como la infidelidad. Según Buss, poner los cuernos puede ser una estrategia sexual favorecida por la selección natural. O lo que es lo mismo: la naturaleza entiende que follar por ahí contribuye a la variabilidad genética y a que la descendencia esté más adaptada al entorno. Divorciarse y separarse puede ser una respuesta adaptativa desde el punto de vista biológico.

    Lo social: redes y centros educativos

    Además de sus implicaciones genéticas, el emparejamiento selectivo también tiene repercusiones sociales y económicas. Al emparejarse con individuos de estatus socioeconómico similar, se perpetúan las desigualdades sociales y económicas, ya que los recursos y oportunidades tienden a concentrarse en ciertos grupos. Esto puede conducir a una menor movilidad social y a una mayor estratificación de la sociedad, lo que a su vez puede tener efectos negativos en la cohesión social y la igualdad de oportunidades.

    Kalmijn es un destacado sociólogo que ha realizado importantes contribuciones al estudio del emparejamiento selectivo, también conocido como la homogamia. Su trabajo de 1998 se centra en cómo las personas tienden a formar relaciones y a casarse con individuos que comparten características similares, tales como la clase social, el nivel educativo, la raza, y los valores culturales. Kalmijn argumenta que este fenómeno no solo está modulado por las preferencias individuales, sino también por la estructura social y las oportunidades de encuentro que ofrecen los diversos contextos sociales, como el lugar de trabajo, los centros educativos, y las comunidades.

    Uno de los puntos clave que destaca Kalmijn es el rol de las instituciones sociales en el emparejamiento selectivo. Según sus investigaciones, las escuelas y universidades juegan un papel crucial al reunir a individuos con niveles educativos y antecedentes socioeconómicos similares, lo que aumenta las probabilidades de formar parejas homogéneas en términos educativos. Además, Kalmijn señala que la segregación residencial y las redes sociales también refuerzan la tendencia de las personas a emparejarse con otras de su misma raza o grupo étnico.

    Kalmijn también explora las implicaciones del emparejamiento selectivo en la movilidad social y la desigualdad. Afirma que la homogamia puede perpetuar y exacerbar las desigualdades existentes, ya que las parejas con niveles educativos y socioeconómicos similares tienden a acumular recursos y ventajas, lo que puede ser transmitido a la siguiente generación. De esta manera, el emparejamiento selectivo no solo refleja las estructuras sociales existentes, sino que también contribuye a su reproducción.

    woman sitting beside man on wooden bench

    Parecerte a tu pareja te hará más fuerte

    El emparejamiento selectivo también puede influir en la salud y el bienestar de las personas. Estudios han demostrado que las parejas que comparten características similares, como la educación y el estatus socioeconómico, tienden a tener mejor salud y bienestar en comparación con aquellas parejas que difieren en estos aspectos (Schwartz & Mare, 2005). Esto se debe a que la similitud en estos atributos puede facilitar una mejor comunicación y coordinación en la relación, así como un mayor apoyo mutuo en la gestión de los desafíos de la vida cotidiana.

    En la era moderna, el emparejamiento selectivo se ve influenciado por nuevas tecnologías y plataformas, como los sitios de citas en línea. Estas plataformas permiten a las personas buscar y seleccionar parejas potenciales basándose en una amplia gama de criterios, lo que puede intensificar las tendencias de emparejamiento selectivo. Sin embargo, también pueden abrir nuevas oportunidades para conocer a personas de diferentes antecedentes y características, lo que podría contrarrestar en cierta medida la tendencia hacia la homogeneidad.

    El estudio del emparejamiento selectivo es relevante no solo para entender las dinámicas de las relaciones de pareja, sino también para abordar cuestiones más amplias relacionadas con la estructura social y la evolución humana. Las investigaciones futuras pueden ayudarnos a entender cómo las tendencias de emparejamiento selectivo cambian con el tiempo y en diferentes contextos culturales, así como en las implicaciones a largo plazo de estos patrones para la salud, el bienestar y la cohesión social.

    El emparejamiento selectivo es un fenómeno complejo y multifacético que juega un papel crucial en la formación de relaciones de pareja y en la estructura de las sociedades humanas. Al elegir a tu futuro marido o a tu futura mujer o a tu rollo puedes estar computando muchísimas variables, no sólo las que tú crees, que suelen ser las características específicas que piensas que te gustan. O las que te han convencido de que te tienen que gustar. Tu cuerpo tenderá a ver como atractivas a aquellas personas que van a aportarte algo de «felicidad» (ojo con la palabra, que tiene mandanga) y que van a contribuir a tu bienestar. Pero también verá con buenos ojos a aquellas personas que vayan a ser más beneficiosas desde un punto de vista evolutivo, e. d., para mejorar la especie. Querido, querida: ante todo, eres un mamífero, y un mamífero social cuyas decisiones tendrán un impacto en la dinámica social de las comunidades.

    No quiere decir todo esto que estés a merced de estas consideraciones no conscientes, por supuesto que tienes poder de decisión. Pero el libre albedrío, ese del «soy libre de elegir 100% lo que me interesa o lo que me gusta», ahí diría que fallas un poco si te lo crees. Elegir pareja y que alguien te parezca atractivo es complejísimo. Por qué nos apetece poner los cuernos o por qué nuestro cuerpo reacciona de esa manera tan emocionante y tan guay cuando vemos a alguien que está tonteando con nosotros por muy casados o emparejados que estemos y por mucho que queramos a esa persona requiere un enfoque interdisciplinario: entender todo esto es, diría yo, imposible, y lo único que podemos hacer es intentar aproximar la cuestión desde la psicología, la sociología y la biología evolutiva.

    Referencias
    
    Buss, D. M. (2003). The Evolution of Desire: Strategies of Human Mating. Basic Books.
    
    Kalmijn, M. (1998). "Intermarriage and Homogamy: Causes, Patterns, Trends". Annual Review of Sociology, 24, 395-421.
    
    McPherson, M., Smith-Lovin, L., & Cook, J. M. (2001). "Birds of a Feather: Homophily in Social Networks". Annual Review of Sociology, 27, 415-444.
    
    Schwartz, C. R., & Mare, R. D. (2005). "Trends in Educational Assortative Marriage from 1940 to 2003". Demography, 42(4), 621-646.
    
    Watson, D., Beer, A., & McDade-Montez, E. (2014). "Comparing the Predictive Validity of Questionnaire-Based Models of Interpersonal Traits and Values for Relationship Quality". Journal of Research in Personality, 53, 1-10.
  • Wedekind (1995) y la influencia de las feromonas en la atracción sexual

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    Mucha gente piensa que las feromonas son decisivas en la atracción y las preferencias que tenemos a la hora de elegir una pareja sexual, como ocurre con los animales. Pero las investigaciones en psicología han demostrado que esta influencia no está tan clara y que hay otros factores biológicos, como el Complejo Principal de Histocompatibilidad (MHC), que pueden ser importantes a la hora de que se establezca esta «química sexual» entra dos personas. Estas creencias erróneas subestiman la complejidad de la interacción de todas estas variables cognitivas, biológicas y afectivas que influyen en nuestras elecciones.

    Para intentar poner orden en todas estas cuestiones, Claus Wedekind decidió investigar la influencia del Complejo Principal de Histocompatibilidad (MHC, por sus siglas en inglés) a la hora de que alguien nos parezca atractivo. El MHC es un conjunto de genes que desempeñan un papel crucial en el sistema inmunológico de los vertebrados. Estos genes codifican proteínas de superficie celular que son fundamentales para la presentación de antígenos a las células T, facilitando así la identificación y eliminación de patógenos. La alta variabilidad del MHC entre individuos permite una mayor diversidad en la respuesta inmune. Se ha observado que las preferencias olfativas en humanos pueden tener una influencia decisiva ya que favorecen la elección de parejas con un MHC diferente al propio de manera que se potencie la diversidad genética y la resistencia a enfermedades en la descendencia.

    El experimento de Wedekind

    Wedekind y su equipo reclutó jóvenes voluntarios no fumadores para participar en este experimento. Les dieron a los voluntarios unas camisetas que debían llevar durante 48 horas consecutivas para que se impregnaran de su olor corporal. Para ello, debían seguir una dieta que excluyera ciertos tipos de comida, como el picante, y debían abstenerse de ducharse y ponerse desodorante o perfume. Dos días después, recogieron las camisetas y las metieron en bolsas de plástico selladas para preservar los olores. Luego, les dieron estas camisetas a 49 mujeres para que las olieran y puntuaran a los hombres que las habían llevado: «del 1 al 10, ¿te parece que este tío es atractivo?» A cada mujer le dieron a oler varias camisetas. Para asegurar que las evaluaciones fueran objetivas, las mujeres no conocían a los hombres, ni habían visto fotos de ellos, ni nada.

    Previamente, habían analizado las características principales del MHC de los participantes, tanto de los hombres, como de las mujeres. Lo que querían hacer era, una vez recogidos los datos, ver si había algún tipo de relación entre el MHC de los participantes y si las mujeres encontraban atractivos a los hombres o no.

    Resultados

    Los resultados mostraron patrones significativos en las preferencias de pareja, correlacionando notablemente con la variabilidad del MHC. Las mujeres mostraron una tendencia a preferir las camisetas usadas por hombres cuyos perfiles de MHC eran más distintos al suyo. En otras palabras: las mujeres encontraban más atractivos a los hombres, cuanto más diferentes fueran los perfiles del MHC. Esto se interpreta de la siguiente manera: la descendencia que resulta de la combinación de dos MHC distintos estará genéticamente mejor preparada para afrontar enfermedades. Si A y B tienen sistemas inmunológicos preparados para luchar contra enfermedades de distinto tipo, su descendencia heredará mecanismos de defensa que puedan combatir un mayor espectro de patologías. Si X y Z tienen el mismo patrón de MHC; la descendencia estará menos preparada. Por tanto, A y B se encontrarán mutuamente más atractivos que X y Z.

    Teniendo en cuenta que la diversidad genética mejora la fortaleza inmunológica de la descendencia, los datos del experimento sustentan la hipótesis de que el MHC desempeña un papel importante en la atracción y selección de pareja en humanos. Esto supone una evidencia clara de que la variabilidad genética en el MHC influye en las preferencias olfativas y en la elección de pareja. O sea, que las preferencias sexuales de las mujeres están moduladas por las señales químicas relacionadas con el MHC.

    El experimento de Wedekind de 1995 aportó una perspectiva innovadora sobre cómo el MHC puede influir en la elección de pareja en humanos y, aunque excluye que haya otros factores importantes a la hora de que te apetezca follisquear con alguien, sí viene a confirmar que las señales químicas juegan un papel importante, al menos en el atractivo sexual de los heteros.

    No se nos puede olvidar que la cultura también juega un papel importante, ya que las normas sociales, los valores y las expectativas de la comunidad pueden modular estas preferencias. Tampoco hay que dejar de lado las experiencias personales y el entorno familiar ni tampoco la personalidad, los intereses comunes y la compatibilidad emocional, el estatus social, la inteligencia, el sentido del humor o las circunstancias en las que las personas se conocen. No es lo mismo tener un calentón y quedar por Grindr para un polvo rápido que termines acostándote con tu compañero de trabajo.

    Yo creo que Tinder debería tener una opción para poder registrar tu perfil MHC y que el algoritmo hiciera su magia, oye.

    Referencias 
    
    Wedekind, C., Seebeck, T., Bettens, F., & Paepke, A. J. (1995). MHC-dependent mate preferences in humans. Proceedings of the Royal Society of London. Series B: Biological Sciences, 260(1359), 245-249.