Leo en EL MUNDO (ese nido de franquistas nostálgicos y adoradores del libre mercado) que los colegios suspenden en Matemáticas por la pobreza infantil, los móviles y los maestros poco cualificados. Traducido: los pobres y los docentes son los culpables, nunca el capitalismo que los condena al hambre, la precariedad y la falta de recursos.
Que los niños lleguen con hambre al cole no es casualidad, es la consecuencia de un sistema que concentra la riqueza y privatiza la educación. Que los maestros de Primaria no tengan la nota de corte de una ingeniería tampoco es accidente: la educación de calidad no interesa a quienes mandan. Mientras EL MUNDO criminaliza a los migrantes y a los pobres, ignora que la escuela reproduce jerarquías sociales y privilegia a quienes ya tienen ventajas.
Esto no es más que una maniobra ideológica clásica que consiste en presentar la desigualdad como un problema individual o cultural y desviar la atención de la estructura de poder que genera esas diferencias. Culpar a los niños, a las familias trabajadoras o a los maestros naturaliza la pobreza y la precariedad, mientras se protege el statu quo social que beneficia a la élite.
Las soluciones que da este panfleto (desayunos, tutorías, currículos más simples) son parches que no van a solucionar nada porque no van a la raíz del asunto. La verdadera catástrofe es un sistema económico que permite que los niños lleguen a clase con hambre.
