• Domingo por la tarde, 19:45

    Estoy entre resacoso, muerto del cansancio, estresado por la cantidad de trabajos que tengo que corregir y, a la vez, muy feliz por los últimos acontecimientos. Es uno de esos momentos en que pienso, de nuevo, que lo tengo todo en la vida, excepto a mi madre, que se nos fue hace años ya y a la que sigo echando de menos todos y cada uno de los días. De todo lo demás, lo tengo todo. Podría tener más, siempre, pero sería una cuestión de cantidad, no de calidad: podría tener un coche más grande, cobrar el doble, tener más tiempo libre y no tener dolores de espalda, pero lo tengo todo.

    Virgencita, virgencita.



  • En otro orden de cosas, no sé ni por dónde empezar con la vergüenza ajena que dan estos dos individuos.


  • Boicot a Eurovision

    A estas alturas, a nadie le puede caber ninguna duda de que el estado de Israel viola los derechos humanos de la población palestina. No hablo sólo de la ocupación de territorios o la construcción de asentamientos ilegales, mediante el uso desproporcionado de la fuerza y la restricción a la libertad de movimientos que convierte a Palestina en un inmenso campo de concentración. Hablo del genocidio que estamos viendo en directo via Instagram, mientras coreamos las canciones de la delegación española en un evento que blanquea una matanza indiscriminada y hacemos campañas para que gane nuestra candidatura favorita.

    ¿Todavía hay que explicarlo? Pues vamos allá: Israel utiliza eventos como Eurovisión para blanquear sus acciones genocidas como parte de su estrategia de comunicación para contrarrestar las críticas. Participar en eventos culturales y deportivos internacionales permite al estado terrorista mostrar una cara amable de sí misma que forma parte de una táctica más antigua que el mear, como las olimpiadas del 2008 y el mundial de fútbol de 2018.

    Juan Ramón Q. Sánchez tiene toda la razón cuando dice que Israel utiliza Eurovisión como pinkwashing, como el Orgullo en Tel Aviv, para desviar la atención de sus acciones consideradas criminales y opresivas contra la población palestina. Mientras tanto, perpetúa la opresión al colectivo LGTBIQ+ en Palestina. Marcel Pena escribe lo mismo: que Israel ha generado una narrativa que lo presenta como un país civilizado y abierto, donde las personas LGTBI pueden caminar libremente de la mano. Para conseguirlo retrata al pueblo palestino como “bárbaro”, “antigay” y, por lo tanto, merecedor de todo tipo de castigo. Y muchos maricones eurovisivos han caído en esta trampa.

    La Unión Europea de Radiodifusión, para justificar la inclusión de Israel en el festival, dice: “Comprendemos las preocupaciones y las profundas convicciones sobre el actual conflicto en Oriente Medio, pero estamos comprometidos a asegurar que el Festival de Eurovisión siga siendo un evento apolítico, en el que compiten artistas y cadenas de difusión, no gobiernos”. Pero sí que han excluido a Rusia y Bielorrusia por motivos, guess what, políticos. ¿Que no es una participación de gobiernos? Oficialmente, no. Pero la mayoría de televisiones que participan, con alguna excepción, son financiadas por los estados participantes, así que ese argumento no cuela. ¿Por qué Rusia sí y Israel no? Porque Israel tiene pasta, ni más ni menos.

    Las vidas de los palestinos no nos importan si se trata de Eurovisión y hacer como si nada estuviera pasando nos hace cómplices de la masacre que el estado genocida. Mientras, nos utilizan a los maricones para pasar por un estado civilizado, moderno y democrático y no lo que es, una máquina de destrucción que quiere la aniquilación de un pueblo que debería ser libre. No es posible justificar la guerra poniendo sobre la mesa el sufrimiento de las personas LGTBIQ+ en Palestina porque es perfectamente posible defender los derechos de estas personas y, a la vez, denunciar la guerra.

    No es tan difícil: puedes ver el festival cuando haya acabado, que no te vas a morir. Puedes apagar el televisor cuando salga la canción israelí, que en el fondo es una tontería: seguro que no solucionamos nada, ese argumento me lo sé, pero tampoco se solucionaba nada, en teoría, aplaudiendo a los sanitarios durante las restricciones del covid, o manifestándose contra el gobierno. ¿Es antisemitismo protestar? No, no lo es. Protestas contra la guerra, contra el sionismo, contra el asesinato. No contra lo judío, que no te coman la cabeza.

    Cualquier persona con dos dedos de frente y con un mínimo de humanidad no debería quedarse tan pichi con todo esto.

    Boicot a Eurovision 2024.


  • At tage store beslutninger


  • Deadline: In the wake of Barbie racking up eight Oscar nominations including Best Picture and becoming Warner Bros’ highest-grossing movie of all time at $1.44 billion, here’s another female-power event project that’s in the works under the Michael De Luca and Pam Abdy administration. We understand that Tim Burton is attached to direct Attack of the Fifty Foot Woman, a reimagined telling of the 1958 Warner Bros. movie classic, which Gone Girl scribe and Sharp Objects Emmy nominee Gillian Flynn is writing.

    Maravilla.


  • Dime que vives en el norte de Europa, sin decirme que vives en el norte de Europa.


  • “Creo que la libertad y los derechos para todas las personas son fundamentales. Ninguna de nosotras es libre hasta que todas seamos libres.”


  • La conformidad informativa y normativa

    portrait of girls in school uniforms with ice cream

    La conformidad se manifiesta a través de dos dimensiones distintas pero interrelacionadas: la conformidad informativa y la conformidad normativa. Ambos conceptos han sido ampliamente explorados y discutidos en la literatura sociológica y psicológica para entender los procesos que llevan a la adopción de actitudes, opiniones o comportamientos en contextos sociales.

    Conformidad informativa

    La conformidad informativa se refiere a la tendencia de las personas a aceptar la información proporcionada por otros como una guía para el comportamiento cuando se enfrentan a situaciones ambiguas o desconocidas. Este tipo de conformidad surge de la necesidad de obtener conocimientos precisos y tomar decisiones informadas en entornos en los que la información es limitada. Un estudio clásico que aborda la conformidad informativa es el experimento de Asch (1951), donde los participantes se ven influenciados por las respuestas erróneas del grupo cuando la tarea presenta cierta ambigüedad.

    Un ejemplo contemporáneo de conformidad informativa puede observarse en la difusión de noticias falsas en redes sociales. Cuando los individuos se enfrentan a información nueva y desconocida, pueden sentir la necesidad de conformarse con la opinión mayoritaria del grupo sin cuestionar la veracidad de la información, contribuyendo así a la propagación de desinformación.

    Conformidad normativa

    La conformidad normativa se refiere a la adaptación de comportamientos y opiniones para ajustarse a las normas sociales y evitar el rechazo o la desaprobación del grupo. Este tipo de conformidad se manifiesta cuando las personas buscan la aprobación y el apoyo social, preocupándose más por ajustarse a las expectativas del grupo que por la precisión de la información. El famoso experimento de Milgram (1963) sobre la obediencia a la autoridad ilustra cómo la conformidad normativa puede llevar a individuos a realizar acciones moralmente cuestionables debido a la presión social.

    Un ejemplo contemporáneo de conformidad normativa puede observarse en la adopción de comportamientos de moda o consumo influenciados por las tendencias culturales. La presión para vestirse, actuar o consumir de cierta manera puede conducir a la conformidad normativa, ya que las personas buscan la aceptación social y la pertenencia al grupo.

    ¿Para qué sirve comprender la diferencia?

    Comprender la diferencia entre conformidad informativa y conformidad normativa es fundamental en diversos campos, ya que proporciona una visión más completa de los procesos sociales y psicológicos que influyen en el comportamiento humano. En términos de diseño de intervenciones sociales, la distinción permite enfocarse en la precisión de la información para influir en comportamientos o, alternativamente, abordar las normas sociales para lograr la aceptación y pertenencia.

    En el ámbito del marketing y la publicidad, el conocimiento de la conformidad informativa puede ser crucial para destacar la calidad y utilidad de un producto, mientras que la comprensión de la conformidad normativa permite capitalizar las tendencias y normas sociales en campañas publicitarias. En liderazgo y gestión de equipos, se requiere una atención especial a cómo la información y las expectativas grupales afectan el comportamiento para liderar eficazmente y fomentar un ambiente de trabajo positivo.

    Respecto al a educación y la comunicación, por otra parte, la distinción permite optimizar la enseñanza proporcionando información clara y precisa, al tiempo que aborda la conformidad normativa que puede afectar la dinámica en el aula. En la prevención de comportamientos perjudiciales, el conocimiento de la conformidad informativa ayuda a proporcionar información precisa sobre riesgos y consecuencias, mientras que la comprensión de la conformidad normativa es crucial para contrarrestar comportamientos negativos promovidos por normas sociales.

    Para la investigación social y psicológica, la distinción entre conformidad informativa y conformidad normativa permite a los investigadores diseñar experimentos específicos para explorar cómo las personas buscan y utilizan información en diferentes situaciones, así como abordar la dinámica grupal y las influencias sociales para obtener una comprensión más completa de los fenómenos estudiados.

    Interacción y dinámicas complejas

    Es fundamental entender que la conformidad informativa y normativa no son compartimentos estancos: ambas dimensiones interactúan de manera compleja. Las personas pueden buscar información precisa (conformidad informativa) mientras también desean ser aceptadas socialmente (conformidad normativa). La interacción de estos dos procesos depende de factores contextuales, individuales y grupales.