Etiqueta: depresión

  • Adolescence is a time of risk and opportunity

    Heightened susceptibility to stress in adolescence is a specific example of the fact that puberty makes the brain more malleable, or plastic. This makes adolescence both a time of risk (because the brain’s plasticity increases the chances that exposure to a stressful experience will cause harm) but also a window of opportunity for advancing adolescence, health and well-being (because the brain plasticity makes adolescence a time when interventions to improve mental health may be more effective).

    Laurence Steinberg

    Las experiencias vividas durante la adolescencia pueden tener una gran importancia el desarrollo y en la edad adulta. La adolescencia no es un periodo de la vida, especialmente estresante pero sí, es una etapa en la que somos más vulnerables al efecto de factores estresantes sostenidos en el tiempo. Estos factores pueden favorecer la aparición de trastornos de ansiedad generalizada, trastornos depresivos, trastornos a la alimentación y adicciones.

  • Lo que no debemos decir a las personas con depresión  

    Lo que no debemos decir a las personas con depresión  

    Enfrentarse a la depresión, tanto en uno mismo como en un ser querido, es una experiencia profundamente dolorosa. Es crucial evitar frases como «anímate» o «haz un esfuerzo», ya que pueden ser dañinas y aumentar el aislamiento de la persona afectada. La depresión es una condición compleja que no se supera con fuerza de voluntad,…

  • Frivolizar con la salud mental

    Frivolizar con la salud mental
    Normalizar la conversación sobre los problemas mentales es positivo, pero hay una enorme diferencia entre desestigmatizar la terapia —una conversación personalizada y dirigida por un experto— y convertirla en contenido para redes sociales. Usarla para conseguir atención, likes y dinero. “La depresión es una enfermedad que tiene que ser tratada por un especialista”, resume [Beatriz] López. "No necesitamos influencers, necesitamos psiquiatras".
    
    Enrique Alpañés

    Bromear con la salud mental, con el narcisismo y con la violencia es una frivolidad que no tiene cabida en una conversación seria. Ser moderna significa, precisamente, lo contrario: tomarte eso en serio. Si no, eres igual que la escoria ultra que hace chistes con las personas trans, con los maricones y con las mujeres.

  • La depresión no es estar triste.

    La ansiedad no es estar agobiado.

    La bipolaridad no es cambiar de humor.

    El TDAH no es ser inquieto y distraído.

    Estar delgada no es ser anoréxica.

    No tener hambre no es ser bulímica.

    Ser tímido no es ser autista.

    Ser organizado no es tener TOC.

    Ir al psicólogo no es estar loco.

  • ¿Usar mucho Instagram es malo?

    ¿Usar mucho Instagram es malo?

    Respuesta rápida: sí.

    Scherlock y Wagstaff (2019) dicen que la exposición a imágenes de otras mujeres, especialmente si éstas son valoradas como físicamente atractivas, correlaciona negativamente con la satisfacción respecto del propio aspecto y la autoestima, lo que aumenta la probabilidad de la aparición de síntomas de tipo ansioso y depresivo. En otras palabras: las mujeres que pasan mucho tiempo en Instagram viendo fotos de otras mujeres consideradas bellas tienden a encontrarse peor, a estar más tristes y/o ansiosas y a pensar que valen menos y son menos atractivas.

    Las autoras se preguntan, muy inteligentemente creo yo, si esto no es lo mismo de siempre; hace décadas que las mujeres están expuestas a imágenes de otras mujeres bellas de forma constante. Hay una diferencia, no obstante: mientras que las modelos se entienden como mujeres hasta cierto punto “extraordinarias” y “excepcionales”, las fotos que ven en Instagram son de mujeres “normales y corrientes”. E. d., mientras que la comparación con una modelo es difícil porque es un ser humano como de otro planeta, la comparación con estas mujeres “normales y corrientes” es más fácil. No es lo mismo compararse con una cantante que gana millones a espuertas que con la del gimnasio del barrio, que está muy buena y lo sabemos todos. Es precisamente ése el pensamiento que tiende a provocar los sentimientos negativos: “¿por qué ella sí está buena y yo no?”.

    Para entender ésto, es útil leer a Liu et al. (2016), que ya dijeron que el uso de las redes sociales aumenta la tasa de comparación social, e. d., la frecuencia con la que nos valoramos a nosotros mismos tomando terceras personas como referencia y no por variables intrínsecas. Vienen a decir que no es lo mismo ser feliz porque algo me hace sentir bien, que serlo porque tengo más que los demás o porque he conseguido publicar una serie de fotos en Instagram sobre un viaje acojonante a las Seychelles o porque ésa ya no me puede mirar por encima del hombro.

    Los efectos de estas comparaciones son más perniciosos cuando la gente que parece común y cercana y al mismo nivel socioeconómico que nosotras publica una foto en la que sale súper bien, parece que se ha tenido que gastar una pasta y se lo está pasando de agasajo. No digamos ya cuando publica una foto en el gimnasio con el hashtag #fitspiration (amalgama de estar “fit” e “inspiration”, en inglés, o sea, “estar en forma” e “inspiración”). ¿Por qué esa (o ese) que ya está buenorra (o buenorro) necesita “inspirarse” para estar en forma? O sea, ¿no está contenta ya con tener unas piernas y unas tetas de la hostia, como para que encima nos esté restregando por el hocico al resto del mundo la cantidad de esfuerzo que dedica a estar buenorrísima (o buenorrísimo)? Es que luego me miro y pienso “qué gorda estoy”. Y lo que es peor: “no solo estoy gorda, sino que además no hago nada por remediarlo”, ya hemos caído en la trampa del “si quieres, puedes”.

    Vuelta al principio. ¿Instagram es malo? Sí. Usar Instagram mucho te va a venir del culo para la salud mental. Los datos que recogen Sherlock y Wagstaff sugieren lo siguiente y son muy claros: cuanto más tiempo pasas mirando fotos de Instagram, peor te sientes y más probabilidad habrá de que desarrolles algún tipo de trastorno de tipo ansioso. No es coña: pasar horas en Instagram te hace infeliz y te deprime. Las autoras, además, concluyen que estos efectos se observan más en mujeres jóvenes, pero no porque sean más vulnerables, sino porque usan Instagram más. O sea: la edad no te protege de los efectos perniciosos de esta red, es que eres más viejas y la usas menos. Ya está.

    Ayer lo decía, no sabemos cuáles son los efectos a largo plazo del uso de estas redes sociales. Pero es que aunque haya evidencias de que nos está viniendo fatal todo esto, no sabemos cómo atajarlo. Igualito que fumar, ¿verdad?