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  • ¿Quién hace ghosting?

    ¿Quién hace ghosting?

    El 76% de los individuos entre 16 y 21 años de edad refiere que ha sido víctima de ghosting o ha sido quien lo ha llevado a cabo (Forrai, Koban and Matthes, 2023). Este estudio te sorprenderá por la conclusión a la que llega: no es lo mismo hacer ghosting a un amigo o a una amiga que a una persona con la que has tenido un rollo o algún tipo de relación romántica y/o sexual. Nadie se podía imaginar eso, ¿verdad? En absoluto. ¿Entonces?

    Ahora viene lo bueno. El estudio aporta una perspectiva interesante. Parte de la premisa de que las investigaciones sobre este fenómeno se han centrado hasta ahora en las experiencias de las víctimas de ghosting y en las consecuencias emocionales, pero no tienen en cuenta quien lo perpetra y en las causas de este comportamiento. Si la psicología explica la conducta pero también intenta predecirla, ¿cuáles son los motivos que llevan a una persona a hacer ghosting?

    El estudio llega a una conclusión muy interesante, esta vez sí: la sobreestimulación comunicativa (en el estudio lo llaman «communication overload») puede predecir la probabilidad de que se dé este comportamiento. En el caso del ghosting entre amigos o amigas, puede tener su origen en un cúmulo de variables que incluye una baja autoestima, pero esto no viene al caso.

    Una correlación significativa

    El estudio dice que hacer ghosting a un ligue está vinculado a la sobrecarga comunicativa y establecen que existe una correlación (no una relación de causa-efecto) entre que la persona sienta que recibe demasiadas notificaciones y/o demasiadas comunicaciones de terceras personas y la probabilidad de que se produzca el ghosting. O sea, que cuantos más mensajes recibes y más agobiado o agobiada esté con eso, más tendencia tendrás a hacer ghosting.

    Para esto, Forrai y sus compinches obtuvieron los datos de 1098 individuos (16 a 21 años, media de 19,08), de los que 54,81% eran mujeres. La variable «sobrecarga comunicativa» se evaluó mediante autoinformes que incluían afirmaciones como:

    1. «I am often overwhelmed by the fact that too many people are contacting me at the same time through social media.»
    2. «I often feel overwhelmed by the flood of personal messages on social media.»
    3. «It stresses me out when I receive a lot of personal messages on social media.»

    Los informantes debían evaluar la frecuencia con la que ocurrían estas situaciones, las veces en las que (les) habían hecho ghosting, cómo andaban de autoestima, estrés por motivos varios, etc. Los resultados muestran que, de los individuos que habían hecho ghosting, el 46% había experimentado sobrecarga comunicativa (con una significación del p<0,001, o sea, que el vínculo entre estos dos factores es sólido). Esta correlación no se daba con la baja autoestima ni con las tendencias depresivas. En otras palabras, la muestra sugiere que aquellas personas que reciben un montón de mensajes, no necesariamente en apps de folleteo, son aquellas que tienen una mayor predisposición al ghosting.

    Estos resultados están en la línea de Agarwal y Lu (2020), quienes establecieron que las personas que hacen ghosting suelen decir que tienen «problemas de tiempo» y de «gestión de los recursos» (sin más, no especifican). También coincide con Sisa (2022): las personas que reciben una «cantidad desmesurada» de mensajes son las que tienen tendencia a hacer ghosting, aunque sea sin querer. Entiendo que lo de «sin querer» se refiere a que igual una persona te envía dos mensajes y piensas «ya responderé luego…» y te das cuenta a los cinco días de que no respondiste. Para cuando quieres saludar, la otra persona, a la que le has hecho ghosting sin querer, ya te ha bloqueado. Entonces entramos en bucle: ¿quién ha ghosteado a quién?

    Si recibe muchos mensajes, ¿me hará ghosting?

    Puede que sí, puede que no. Que exista una correlación no quiere decir que si quedas con alguien y esa persona está mirando todo el rato el móvil porque recibe muchísimas notificaciones, vaya a hacerte ghosting. No necesariamente. Pero sí parece que una mayor cantidad de mensajes y notificaciones predice una alta probabilidad de que te lo hagan.

    Quién iba a decir que la estrategia de las apps para tenerte enganchado, la de bombardearte con notificaciones, aun cuando no tienen nada que decirte, sólo beneficia a las personas que obtienen rendimiento económico de la app que tú estás usando. ¿Has recibido alguna vez una notificación de Instagram o de lo que sea, diciendo que no tienes nada nuevo pero que igual te estás perdiendo lo que fulanito o menganita están posteando? ¿No? Yo sí. Muchísimas veces. Y de Facebook. «No te pierdas lo que está diciendo tal persona.» «Tienes un recuerdo de hace ocho años, cuando parecías un adefesio.» «Comparte con mengano (tu ex) esa maravillosa foto en la que se te ve la lorza.» ¿Para qué lo hacen? Para tenerte enganchado o enganchada. No recuerdo si Tinder lo hace o no, probablemente. Creo que Grindr, sí. Da igual, el documental «The Social Dilemma» de Netflix cuenta esto mejor que yo. Si lo ves, flipas.

    Todo esto nos ayuda a entender un poco mejor el fenómeno del ghosting. No digo que no joda, que lo hace, y mucho; te deja en un limbo de darle vueltas a la cabeza de por qué esa persona ha desaparecido. Es inevitable pensar que la razón por la que ha pasado está en ti, que no le gustas. Entonces comienzas a buscar las razones exactas por las que esto ha ocurrido y qué es eso que a la otra persona no le ha gustado. Obviamente, y más si tienes la autoestima un poco regulín, vas a encontrar miles de razones. Como no tienes un punto de referencia ni una explicación, el ghosting te da alas para ponerte en lo peor. Y eso a la idea que tienes de ti mismo o de ti misma le viene fatal. No estoy diciendo nada nuevo.

    ¿Seré yo?

    Lo nuevo es de todo esto es: ¿y si el ghosting no tiene nada que ver conmigo? ¿Y si le ha pasado cualquier cosa? ¿Y si es que está hasta arriba? ¿Y si ha sido sin intención? ¿Y si ha sido abducido por los extraterrestres en la carretera de Matapozuelos a Gomeznarro y le han hecho pruebas de resistencia sexual y ahora no tiene ganas nada más que de comer bocadillos de jamón y escuchar discos de Bustamante?

    ¿A que te han dicho esto tus amigos y tus amigas cuando te ha pasado? Es un clásico. «Deja pasar un par de días, a ver». «Ya verás, seguro que ha pasado algo y no puede escribirte.» Para luego, a la semana y media, decirte «ya sabía yo que ese hijo de la grandísima puta te iba a hacer algo así», un clásico de las amistades. Que bueno, que muchas veces no pasa nada y la persona nunca se vuelve a poner en contacto contigo por lo que sea. A lo mejor es verdad que no le has gustado. ¿Pero y si es que tu mensaje se ha perdido entre tanta notificación?

    Que quede clara una cosa: la razón por la que haces ghosting es irrelevante para ser una mierda de persona. Da igual la razón. Hacer ghosting está mal. Está mal. Está mal. Pero la razón sí es determinante a la hora de evaluar cuántos puntos te llevas en la escala Mercator de ser escoria humana. No por nada, sino porque básicamente los sentimientos de esa persona no te importan, pedazo de mierda. Es lo mismo, pero no es igual. O no. Ya diréis, vosotros y vosotras.

    No sé, en el fondo da igual, la cuestión es que te han hecho ghosting y eso es una jodienda. Pero que sepas que quizá la razón no es que sea un cabrón o una cabrona, igual es que no tiene nada que ver contigo, igual sí le han abducido los extraterrestres. Igual.