Leo en el diario ABC que las misas en latín –el rito tridentino– nunca fue abolido oficialmente. ¡Oh, sorpresa! Resulta que desde el Vaticano II lo normal es oficiar las misas en las lenguas de cada feligresía –por lo menos las nacionales, no sé si existe una misa en euskera–, aunque otros, como el ultra Lefevre, que no reconocía el concilio, seguían dale que te pego al latín. Pues ahora, para mayor reconciliación del pueblo de ese dios, van a regular los oficios en lengua romana:
Cuando se trate de una misa sin la presencia de fieles, el sacerdote no necesita permiso alguno para celebrarla. Los párrocos deben aceptar “de buena gana” la celebración de la misa en latín cuando se lo pida un grupo estable de fieles. Se podrá celebrar cualquier día de la semana y se podrán crear parroquias “tradicionalistas”. También se podrán celebrar por ese rito matrimonios, exequias, bautismo, unción de enfermos, penitencia, etc. es decir todos los sacramentos.
Total, que seguimos en esta línea de avance y modernización. Está claro que cada cual hace de su secta lo que le sale de la sotana, obvio, pero yo me pregunto qué pasaría con los fieles que, en una demarcación ultra, no tengan ni idea de latín. ¿Les ponemos traducción vía SMS? ¿Un folleto explicativo con el guión de la misa? ¿No sería mejor darles un curso intensivo de carquificación religiosa acelerada? Nusé. Que se apañen.
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