He leído Furia Feroz, de J. G. Ballard, del que ya he hablado aquí. La novela es muy breve, apenas 130 páginas, con una letra bastante grande. Se lee en una hora. La novela transcurre en una urbanización de lujo en las afueras de Londres en la que son asesinadas 32 personas, contando residentes y empleados. Las teorías planteadas hasta el momento del inicio de la novela son de todos los colores: conspiraciones comunistas, un grupo de psicópatas… Ninguna de ellas ha dado fruto alguno. El texto comienza cuando el Doctor Greville comienza a investigar las circunstancias de las muertes, se pasea por las casas y descubre, poco a poco, la parte de atrás de las víctimas de los asesinatos.
De Wikipedia:
Pangbourne Village is an estate for the upper middleclass, protected by security fences and discreet guards. Its ten families are wealthy, respectable, 40-something couples with adolescent children on whom they lavish everything money can buy. One morning it is discovered that all the adult residents have been killed and the children have disappeared without trace. Dr Richard Greville of Scotland Yard puzzles over the scanty evidence: it gives no leads to the identity of the murderers and kidnappers. No demands for ransom are received. No terrorist group claims responsibility.
La miga de la novela está en descubrir quién es el asesino, obviamente. Francisco José Súñer, en su web, dice que espanta. No llega a tanto si has leído la contraportada de la edición que yo compré. Habría degollar al que la redactó. Si lo has leído, ya sabes cómo va a terminar el asunto, así que ni se te ocurra.
La novela no es ciencia-ficción, como las obras que más me gustan del autor. Sin embargo, sí está presente la misma degeneración de las personas que aparecen, aunque esta vez se trate de nombres bastante menos definidos que en las anteriores. Todo es feliz y maravilloso en apariencia hasta que empiezas a profundizar y a ver que es pura fachada –nunca mejor dicho– y que la aparente perfección deriva en acciones terribles.
Hablo también de Fahrenheit 451, la película de Truffaut. Me parece una buena adaptación –no es perfecta, claro– y es bastante menos plasta de lo que me imaginaba. Me gustó mucho la saturación de colores, la estética yeyé, con toques soviéticos, los créditos –hablados, sin una letra ni media– y, por supuesto, el monorraíl, que existió realmente –y ahora quedan restos–, no es decorado. Eso, los colores y el cemento me parecen una excelente combinación para una adaptación de la novela de Bradbury. Atención al monorraíl, como he dicho, al camión de bomberos, al buzón y al exterior de las casas.
PD: Si estos días no actualizo es que estoy tirando petardos.
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