La Frikitiva
  • Temas
    • Archivos
    • Psicología
    • LGTBIQ+
    • Filología
    • In English
    • Enlaces
    • Diario
    • Estudios en psicología
  • Acerca de
  • WhatsAppEnlace al canal de WhatsApp
  • ¿Por qué necesitamos educación sexual en las aulas?

    Manuela Carmena escribe en el epílogo a «Violadas o muertas: Un alegato contra todas las ‘manadas’ (y sus cómplices)”, de Isabel Valdés, un libro que recomiendo, sin más:

    Cómo es posible que esos cinco jóvenes andaluces no fueran conscientes de que estaban utilizando a una mujer como si se tratara de un mero objeto con orificios variados? ¿Cómo puede ser que una juventud con unos niveles de alfabetización suficiente (los acusados tienen estudios; algunos, formación militar) tenga una formación en lo sexual tan primaria, brutal y despiadada? ¿Qué ha sucedido en nuestras escuelas para que esto sea así? ¿Ofrecemos en nuestros centros educativos una verdadera educación sexual?

    La pregunta de Carmena no solo es pertinente, sino urgente. No basta con saber leer y escribir: la alfabetización sexual y emocional es inevitable para construir una sociedad segura y sin ella es imposible que avancemos como sociedad. La ausencia de una educación sexual integral deja espacio a la pornografía y a los discursos misóginos como principales fuentes de aprendizaje afectivo-sexual entre los jóvenes. Una educación sexual de calidad, impartida desde edades tempranas, no se limita a hablar de anatomía o prevención, sino que enseña consentimiento, empatía, respeto y el valor de los vínculos humanos. Es una herramienta de prevención frente a las violencias sexuales. Porque cuando la escuela calla, otros, menos éticos y más violentos, ocupan su lugar.

  • ¿Hemos perdido el control? Crianza, salud mental y móviles: la ruleta rusa del siglo XXI

    students sitting inside the classroom while using their smartphone

    Tengo a unos amigos de visita en casa. De esas visitas que te hacen recordar que no todo está perdido porque aún hay gente con la que puedes hablar durante ocho horas seguidas sin mirar el móvil. Ironía. Él es arquitecto y nos conocemos desde hace treinta años. Ella es psicopedagoga y la conozco a través de él. Ella y yo tenemos la sensación de estar viviendo una especie de distopía educativa con wifi.

    A los dos une algo más que la amistad y su marido: tenemos en común un oficio difícil y una preocupación creciente. Porque criar y educar en 2025 es como montar un mueble de IKEA sin instrucciones, pero con una voz en off que te grita “a ver si lo haces perfecto, que si algo sale mal, va a ser culpa tuya”.

    Las escuelas están asumiendo cada vez más responsabilidades de las que ya tenían: emocionales, sociales, cívicas, tecnológicas, e incluso terapéuticas. Y con cada nuevo quebradero de cabeza, las herramientas de trabajo se nos van escapando de las manos aunque la inversión haya aumentado y cada vez sea más nítida la convicción social de la importancia de nuestro trabajo en el desarrollo de las generaciones que están por venir. Se nos exige más y se nos deja hacer menos. Si un chaval lo pasa mal, si no se regula o si fracasa, al final se nos ve como los culpables y responsables últimos, y las circunstancias de esa situación, el contexto y la historia que el chaval tiene detrás cada vez son menos relevantes. Que si el profe no vio venir el problema. Que si el cole no actuó. Que si, que si, que si. La culpa es nuestra.

    Pero, como se dice en inglés, hay un elefante en la habitación. Uno que brilla, vibra y se carga por USB.

    Los móviles, las redes, los algoritmos saben más de nuestros chavales que nosotros mismos. Este artículo de El Diario lo dice claro: desde 2012, los problemas de salud mental en menores se han disparado, sobre todo en chicas. Y no, no se debe solo a que ahora se diagnostique más. Tiene que ver con un diseño tecnológico que atrapa, sobreestimula y genera vulnerabilidad a medida. ¿Te suena?

    La adolescencia ya era una montaña rusa emocional antes de que TikTok se sumara a la fiesta. A esta montaña rusa le hemos quitado el cinturón de seguridad. Lo dicen los datos, lo dicen los psiquiatras, lo vemos cada día quienes trabajamos con ellos. Y lo intuyen los propios jóvenes, que muchas veces se sienten sin control y sin red.

    Y mientras, nosotros—familias, profes, educadores—intentamos tapar goteras con una cucharilla. Con suerte, nos organizamos y podemos retrasar el día en el que reciben su primer móvil. Pero las apps están diseñadas para saltarse filtros, atrapar su atención, exprimir sus datos… y sobre todo para que cada vez sea más difícil que las familias y los cuidadores y las cuidadoras tengan cierto control sobre el uso que hacen de los smartphones. No se nos puede olvidar que esto no va solo de límites parentales, va de una industria que debe asumir su parte de responsabilidad.

    ¿Podemos seguir educando como si esto no pasara? ¿Como si cada chaval no tuviera una ruleta rusa en el bolsillo? No. Hay que repensar. Rediseñar. Resistir un poco. Desde las casas, desde las aulas, pero también desde las leyes y las empresas tecnológicas. Porque no, nos vamos a la mierda. Y porque, como educadores (y aquí incluyo a las familias), nos merecemos es no sentirnos siempre los culpables de un sistema que ni siquiera diseñamos nosotros. Si las instituciones que regulan el sistema educativo no intervienen, vamos a flipar.

    No podemos seguir dejando esta responsabilidad únicamente en manos de las familias y los centros educativos. Es urgente que los gobiernos asuman su papel y actúen con decisión. Necesitamos una regulación clara y efectiva que obligue a la industria tecnológica a diseñar productos seguros para la infancia y la adolescencia, con garantías reales de protección por defecto. No se trata de demonizar la tecnología, sino de exigir que se construya pensando en el bienestar de los más vulnerables. Porque sin una intervención firme desde lo público, seguiremos educando a ciegas en un entorno diseñado para lo contrario.

  • La importancia de la educación primaria

    Escuela primaria

    La educación primaria es una de las etapas más cruciales en el desarrollo de un individuo. En estos primeros años se adquieren conocimientos básicos en matemáticas, lengua o ciencias, y se establecen las habilidades y competencias fundamentales para el resto de la vida. La educación primaria es el inicio de la vida académica, sino una fase crítica que moldea cómo entenderemos el mundo, nos relacionaremos y nos enfrentaremos a los desafíos que se le presenten en el futuro. Y estoy básicamente hasta el coño de que se piense lo contrario. 

    Desde una perspectiva psicobiológica, la educación primaria es un periodo en el que el cerebro está en pleno desarrollo. Sabemos que durante estos años las conexiones neuronales cambian muy rápidamente y se organizan con una flexibilidad que todavía no comprendemos muy bien. También está claro que los niños y las niñas están particularmente receptivas a aprender nuevas habilidades y absorber información. Este es un momento único en el que se puede influir de manera determinante en la formación de hábitos, en la construcción de la autoestima, en la capacidad para resolver problemas y en nuestra forma de desenvolvernos en sociedad. 

    Este impacto va más allá de la adquisición de conocimientos académicos; es cuando comenzamos a entender y practicar las dinámicas sociales fundamentales. En otras palabras, la escuela primaria es el lugar donde nos socializamos y nos convertimos en seres humanos. Aprendemos a interactuar con nuestros compañeros, a trabajar en equipo, a compartir, a dialogar, a negociar, a autorregularnos, a gestionar nuestras frustraciones y a tener en cuenta que las acciones propias influyen en los demás. Este proceso de socialización nos permite desarrollar una comprensión más profunda de la empatía, la cooperación y la diversidad, preparándonos para participar activamente en la sociedad. La escuela actúa como un microcosmos de una sociedad más amplia, donde se experimenta y se aprende a manejar las complejidades de las relaciones humanas. A muchos se nos pasa por alto lo importante que es este proceso para el bienestar emocional futuro en todos los ámbitos de la vida.  

    Cuando recibimos una educación adecuada durante esta etapa, se establecen las bases para el aprendizaje durante el resto de nuestras vidas. Aprender a leer y escribir, por ejemplo, no es sólo una habilidad mecánica e inmutable, sino una puerta de entrada a un mundo de conocimiento. Desarrollar una comprensión lectora sólida, flexible y robusta nos permitirá manejar cualquier texto, técnico o de ficción, asimilar contenidos cada vez más complejos y buscar y encontrar la información que necesitamos de un texto largo. También nos ayudará a ser más críticos con la información que leemos y, con el tiempo, con los datos que nos proporcionan. Y esta capacidad no es más que un aspecto del pensamiento crítico, cada vez más necesario en una época en la que estamos de mierda de hasta arriba, donde la verdad y la mentira en internet y en las redes sociales se hacen más y más difíciles de distinguir.  

    La educación primaria también juega un papel súper importante en el desarrollo social y emocional. Aprendemos a interactuar con los demás, a respetar las normas, cuestionarlas y negociarlas en la medida de lo posible, a respetar los puntos de vista de quienes nos rodean y a resolver conflictos. Estas habilidades sociales son esenciales para el éxito en la vida adulta, tanto en el ámbito personal como social. Se aprende a vivir en sociedad y a tener un sentido de comunidad que, tarde o temprano, tendrá importancia para la acción política, al respeto por los valores ciudadanos y, al final, terminará afectando para bien o para mal al funcionamiento de nuestra democracia.  

    Y para los y las liberales que están leyendo esto, os doy un bonus track, gratis, oye: una educación primaria de calidad es fundamental para el desarrollo económico y social de una nación. Como lo estás leyendo. Los niños y las niñas que reciben una buena educación tienen más probabilidades de continuar sus estudios, lo que aumentará sus oportunidades de empleo y contribuirá al crecimiento económico. Así que si estás pensando que lo de la educación primaria pública, de calidad, universal y justa es sólo una cosa de gente woke y progre, haz un esfuerzo y piensa, si es que te llega, que una buena educación termina beneficiando al desarrollo de la actividad económica y empresarial. A no ser, claro está, que estemos hablando de empresas que pasen de su plantilla y no les afecte eso del bienestar de quienes trabajan en ella.  

    Además, una educación primaria inclusiva y equitativa es clave para reducir las desigualdades sociales y promover la cohesión social. Es en la educación primaria donde se empiezan a abordar temas tan importantes como la ciudadanía, los derechos humanos y el respeto por el medio ambiente. Estos son aspectos esenciales para formar ciudadanos responsables y comprometidos con su comunidad y con el mundo en general. Al inculcar estos valores desde una edad temprana, se sientan las bases para una sociedad más justa, equitativa y sostenible. 

    La educación primaria debe considerar las diferencias individuales de cada niño. No todos los niños ni todas las niñas aprenden al mismo ritmo o de la misma manera, y es fundamental que los sistemas educativos sean lo suficientemente flexibles para adaptarse a estas diferencias. La personalización del aprendizaje, la atención a la diversidad y el apoyo a los estudiantes con necesidades educativas especiales son elementos clave para asegurar que, con el tiempo, todos tengan las mismas oportunidades. Y esto cuesta mucho dinero.

    Sabemos que la inversión en educación primaria tiene un retorno significativo a nivel económico y social. Los países que invierten más en las primeras etapas educativas no solo ven mejoras en el rendimiento académico, sino también en indicadores como la salud, la reducción de la pobreza y la estabilidad social. Que Finlandia no es un modelo en muchas cosas, pero en esta, sí. La educación primaria no sólo es una responsabilidad ética y moral, sino una inversión estratégica para el futuro de cualquier nación. 

    Invertir en la educación primaria es una responsabilidad esencial del Estado, ya que se trata de una cuestión afectará directamente al futuro de la nación. Cuando el Estado destina recursos adecuados a esta etapa educativa, asegura que todos los niños, independientemente de su origen socioeconómico, invierten en la formación de ciudadanos preparados para contribuir al desarrollo económico y social del país. La UNESCO dice que una población bien educada impulsa la innovación, mejora la productividad y fortalece la democracia, lo que convierte la inversión en educación primaria en una estrategia clave para el progreso y la estabilidad. 

    Pensar que la educación primaria no es un pilar fundamental para el desarrollo integral de los individuos y para el progreso de las sociedades, es ser muy mónguer. Invertir en la educación primaria es invertir en un futuro mejor para todos. 

    Sigue leyendo aquí:  

    Bruner, J. S. (1996). The Culture of Education. Harvard University Press. 

    Goswami, U. (2008). Cognitive Development: The Learning Brain. Psychology Press. 

    Piaget, J. (1970). The Science of Education and the Psychology of the Child. Orion Press. 

    Vygotsky, L. S. (1978). Mind in Society: The Development of Higher Psychological Processes. Harvard University Press. 

    Shonkoff, J. P., & Phillips, D. A. (2000). From Neurons to Neighborhoods: The Science of Early Childhood Development. National Academy Press. 

    UNESCO (2015). Education for All 2000-2015: Achievements and Challenges. UNESCO Publishing. 

  • Teachers don’t have holidays. They are in recovery. 
  • Maestras, no docentes

    students sitting on brown wooden table

    Pierre Bourdieu dijo que, en las zonas intermedias de las clases sociales, cuando el capital económico o cultural no es suficiente para establecer la posición social del individuo, son necesarios otros indicadores fiables para determinar esa posición. Uno de estos indicadores es la educación superior completada o la profesión. A falta de signos que sitúen a la persona en un extremo u otro de la escala social, o sea, a no ser que veamos que la persona es pobre o está forrada, necesitamos obtener más información para situarla socialmente. Por eso nos parecen tan importantes datos como la profesión. Juzgamos de forma diferente una persona que va en chándal y lleva en la mano un smartphone si sabemos que trabaja en el supermercado o si es jueza. Averiguar la profesión nos permite saber qué relación tenemos con esa persona en términos de distancia social y quién dispone de más capital económico.

    Aclarado esto, Bourdieu observó que los maestros y las maestras de primaria en francia Francia usaban la palabra «enseignantes», que puede usarse para profesoras de universidad, en vez de «instructeurs». Eso le llevó a pensar que esos indicadores de las zonas intermedias de la distribución social son susceptibles a ser modulados por la visión que tienen los individuos de su propia profesión. El uso de «enseignante» le permite a una maestra acercarse socialmente a una profesora universitaria. Aquí no se trata de valorar las causas detrás de esa voluntad de acercamiento social o quién está «por encima». Pero el fenómeno es el mismo: se utiliza «docente» para aproximar a los individuos de manera que la distribución social aparente ser otra. Una maestra y una profesora universitaria no son más o menos la una respecto a la otra. Son diferentes socialmente porque la valoración social que se hace del individuo es diferente. Dicen «más pobre que un maestro de escuela», no «más pobre que un profesor asociado», aunque el segundo gane menos.

    Bourdieu concluye que la selección de las palabras en esas zonas medias de la escala social reflejan las diferentes formas de la «presentación de sí» de Goffman. Decir «docente» en vez de «maestra» te permite presentarte desde una posición social alternativa. Todo este rollo para decir lo que sospechaba: que se dice «soy docente» para no decir «soy maestro» porque muchas maestras y muchos maestros se avergüenzan de serlo, como dije aquí. Enseñar en primaria todavía se asocia a la pobreza, a veces a la exclusión social, al ridículo y a la baja capacidad intelectual.

    La enseñanza primaria está en la base del progreso social. Maestras, administrativas, administradoras, personal de limpieza, de cocina y de mantenimiento son parte de esos mecanismos de garantía de justicia social y son tan imprescindibles como el personal de enfermería y medicina o todas las personas que garantizan que los procesos judiciales se ejecuten con garantías para todo el mundo.

    Sin maestras tampoco hay futuro y mientras este país siga ridiculizando y atacando a la enseñanza primaria no tenemos nada que hacer.


    BOURDIEU P. (2000). «¿Cómo se hace una clase social?». En Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Desclée de Brouwer.

  • El ebónico: la filología como herramienta de segregación racial

    empty classroom

    El ebónico es el sociolecto del inglés que hablan los negros en Estados Unidos. Usar este término implica asumir que, primero, esta habla es una lengua diferente del inglés americano y, segundo, que es una lengua tipológicamente cercana a las lenguas criollas ; vulgo: es una mezcla de elementos estructurales indoeuropeos (del inglés) y de las lenguas Niger-Congo de África Occidental.

    Aunque no existe un término universalmente aceptado, se suele utilizar African-American Vernacular English para referirse a esta habla. La filología está de acuerdo en que es una variedad del American English y que no es defendible categorizarla como una lengua criolla emparentada con las lenguas del África Occidental. Es ridículo. Pero es un arma ideológica para justificar la segregación de los estudiantes según diferencias de clase las adaptaciones curriculares de colectivos pobres. “Que tengan la piel negra no tiene nada que ver. Es que hablan una lengua diferente.” A partir de ahí, podemos justificar que pongamos a los niños negros en grupos específicos, o lo que es lo mismo, separar a los niños negros de los blancos.

    (más…)
  • La importancia de los valores culturales en la educación

    cheerful little asian boys strolling in countryside yard

    Rogoff (1993) opina que existen numerosas diferencias entre las culturas en las que, como la nuestra, el cuidador se adapta al niño, y las culturas menos tecnificadas, en las que es el niño quien se adapta a las situaciones habituales de la familia en la sociedad.

    (…) En nuestras sociedades, la separación estricta por edades y el hecho de que los más jóvenes aprendan aquello que se considera que necesitan en un contexto específico que tiene la finalidad de educar provoca que los pequeños aprendan habilidades específicas para adaptarse a esa situación.

    Este proceso de socialización, de traspaso progresivo de la infancia a la adolescencia, y de la adolescencia a la edad adulta está evolucionado de tal manera que hay autores, como Steinberg y Kincheloe, que afirman que el niño entra en un proceso de adultización, se van eliminando las fronteras que separan su mundo del mundo de los adultos. Una gran parte de los niños y niñas del Occidente rico del siglo XXI tienen acceso al mundo de los adultos -sin filtros- por medio no sólo de la televisión, sino también, y sobre todo, por medio de internet. La extensa colección de «sustitutos tecnológicos de la figura humana» ​(Alonso, 2001)​ no es, quizá, la causa del problema de este proceso, sino la consecuencia de una sociedad y una estructura familiar en continuo proceso de cambio.

    Como ha observado Rogoff, las cosas son diferentes cuando el desarrollo del niño tiene lugar en una cultura en la que los niños están integrados en las actividades de sus padres y de otrtos adultos. En estos casos, según la autora, los niños se aseguran un papel en la acción, aunque sea cmoo observadores próximos. Callando y observando, escuchando, asisten a los acontecimientos habituales y a otros más críticos de la vida de la comunidad. Estos niños afinan sus dotes de observación, aprenden a fijarse en las cosas y, en muchas ocasiones, consiguen la autonomía en la realización de determinadas tareas valoradas en el seno del grupo utilizando básicamente estrategias de observación.

    Las diferencias se extienden también a la posibilidad de participar y a la diferente significación que adopta la misma participación. Cuando los niños se encuentran en las actividades de los adultos, es habitual que progresivamente tomen parte activa en aquello que hacen sus padres o familiares. Los niños mayas, desde el primer o segundo año, observan a sus madres cuando hacen las cocas para cenar, y pronto se les da un poco de masa para trabajarla; las madres los ayudan a hacerlo y si se puede -si no se ha caído al suelo y está bien amasada-, fríen la coca del nño y uno u otro se la come para cenar; a los cinco o seis años, pueden preparar la comida solos. En ésta y en otras actividades reales, los niños aprenden que los errores tienen un coste improtante; quizá por ello no se les da la responsabilidad hasta que no se considera que, a partir de la observación y de la actuación dirigida por otros, están preparados para asumirla. Los errores no tienen el mismo significado en actividades menos reales, ya que su coste es diferente y que muy a menudo no repercute en los demás ni en la organización de la actividad propia.

    Leído en GRÀCIA, M. y SEGUÉS, M. T. (2020). «¿Cómo se aprende en el contexto familiar?» En Íbidem «Psicología de la educación y la instrucción», Barcelona: FUOC.


    Referencias

    1. Alonso, C. (2001). Encerrados con un solo juguete. La infancia y la adolescencia del siglo XXI. In M. Area (Ed.), Educar en la sociedad de la información (pp. 249–266). Desclee de Brouwer.
    2. Rogoff, B. (1993). Aprendices del pensamiento. Paidós.

Suscríbete al canal de WhatsApp.

La Frikitiva

Desde 2006 dando por el hentrekøtt · Hæc blogvs mevs est et cocvmbo cvm eo cvm volo.

Proudly made in Denmark. Psicología, filología, temas LGTBIQ+ y chorradas varias. Blog libre de maltrato HOYGAN.

La Frikitiva tiene licencia CC BY-NC-SA 4.0. ¿Qué quiere decir esto? Lo explico aquí.

Política de privacidad y política de cookies. Desde el 31 de abril de 2023, este blog tiene los comentarios cerrados.

Si te suscribes por WhatsApp, sólo recibirás las actualizaciones de la categoría «psicología» y aceptas las condiciones del servicio de WhatsApp (nosotros no guardamos información personal).

Privacidad y cookies
Este sitio utiliza cookies. Al seguir utilizando esta web aceptas su uso. Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: política de cookies. Puedes consultar aquí la política de privacidad.

Aceptar
365