Pues resulta que Mordor tiene el Orgullo más grande del país, con excepción de Copenhague.
Viva Mordor.
✊🏳️🌈✊🏳️⚧️✊
Pues resulta que Mordor tiene el Orgullo más grande del país, con excepción de Copenhague.
Viva Mordor.
✊🏳️🌈✊🏳️⚧️✊
A ver si me entero: ¿qué más os dará a vosotros que haya maricones que optan por tomarse la #prep y que la Seguridad Social la financie? Os pregunto a vosotros, maricones, que me tenéis harto. ¿Qué más os da? ¿Me meto yo con los donuts que te metes entre pecho y espalda? ¿Te digo algo cuando vas a 150 km/h por la autopista arriesgando tu vida y la de los demás? ¿Y si te estampas y la sanidad pública ha de financiar tu respirador porque hemos tenido la mala suerte de que no te has matado? ¿Verdad que no? Pues cállate la boca, que tú y tu argumento sois tontísimos.
¿Y qué que la #prep sea financiada por la sanidad pública? Es la misma mierda de argumento que preguntarte por qué tengo que pagar yo un tratamiento de fertilidad o una carretera en Pontevedra. Que por muy maricón que seas no dejas de ser un homófobo: no me seas conservador y deja de meterte en lo que hace cada uno con su polla o con su culo o con lo que tenga, que pasas más tiempo pensando en los demás que en qué puedes hacer para dejar de ser imbécil.
¿Estás pensando que yo tomo #prep y por eso estoy soltando esta filípica? Te equivocas, es que simplemente me tenéis harto. Los maricones deberíamos haber aprendido lo tóxico que es ponerse a juzgar la vida sexual de los demás… y ya que nos ponemos te diré que es tóxico ponerse a juzgar la vida de los demás, a secas, sin «sexual».
La Seguridad Social financia la Prep. Sí. ¿Y qué?
Esta filípica la he soltado originalmente por Twitter y al final he decidido publicarla también aquí, que para eso éste es mi blog y me lo follo cuando quiero.
SORPRESA. Hay cantidad de gays misóginos, tanto como en cualquier otro grupo de personas: el comportamiento sexual de alguien no tiene una relación directa con sus creencias, sus actitudes o sus comportamientos hacia las mujeres. La misoginia, esa actitud hostil hacia las mujeres y hacia lo femenino que no hace sino reforzar los valores del patriarcado, puede ser expresada por cualquier persona, independientemente de con quién follen.
La orientación sexual de alguien no define su personalidad, sus valores o sus actitudes hacia los demás y me cabrea que, con lo que hemos sufrido y sufrimos los maricones, no seamos capaces de tener unos mínimos y no se nos ocurra ser, qué sé yo, un pelín feministas. No soy quién para decir quién es el sujeto del feminismo (o igual sí, yo qué sé), pero aunque los maricas no lo seamos, por lo menos nuestra lucha está muy próxima a la que quienes quieren cargarse, de una puta vez, el patriarcado y la opresión contra las mujeres y lo femenino.
Ése es un activazo
y ésa, una pasiva.
Despreciar o burlarse de los maricones a los que les gusta meterse cosas por el culo usando los recursos morfológicos de expresión del género gramatical femenino es de misóginos y de malas personas. Punto.
Maricones: no seáis misóginos, por favor.
En el lenguaje cotidiano, el homosexual no es exactamente el hombre que mantiene relaciones sexuales con otro hombre, sino el que se supone que adopta un papel pasivo: el homosexual es, en realidad, marica, plumón, loca… una mujer, en definitiva. Vista desde la óptica activa, la homosexualidad puede llegar a ser considerada como el medio a través del cual el hombre afirma su potencia; en cambio, desde la «pasiva», actúa como el símbolo de la decadencia. Por ejemplo, a nadie se le ocurre burlarse del que da por el culo, y en cambio «dado por culo» es una injuria violenta.
Badinter, E. (1993), p. 144
Lo de siempre: lo malo no es ser maricón, el problema es ser una “pasiva”.
Según Frederick Whitam:
Referencias
Whitam, F. (1983). “Culturally Invariable Properties of Male Homosexuality: Tentative Conclusions from Cross-Cultural Research”, en Archives of sexual behaviour 12 (3), pp. 207-226. Leído en Badinter, E. (1993).
Creo que todos los maricones deberíamos haber leído a Kinsey en algún momento de nuestras vidas. Está algo anticuado, pero no deja ser un buen punto se partida para comprender cómo se ha entendido la homosexualidad en el último siglo. Su tesis principal, la de “Comportamiento sexual del hombre” (1948) y “Comportamiento sexual de la mujer” (1953), parte de la idea de que la sexualidad humana es más fluida y variada de lo que se creía comúnmente en su época. Desafió la noción binaria de heterosexualidad y homosexualidad y sostuvo que la orientación sexual se encuentra en un continuo: muchas personas experimentan diversas formas de atracción sexual en diferentes momentos de sus vidas.
A pesar de los 80 años que han pasado desde que Kinsey publicara estos artículos y de que existe un consenso generalizado de que el comportamiento sexual es más flexible de lo que muchos creen, todavía hay que aguantar esas gilipolleces sobre la perversión de los maricones, las bolleras y los bisexuales, la movida esta de que lo sexual es estable, binario y natural y de que el sexo es la base determinista del comportamiento social.
Qué hartazgo.
La conversión de la homosexualidad en un hecho médico debiera haberla protegido de todo juicio moral; pero no ha sido así. La problemática de las perversiones permitió todo tipo de ambigüedades. No se diferencia la enfermedad del vicio ni el mal psíquico del mal moral. Se produce un consenso para la estigmatización de aquellos hombres afeminados que son incapaces de reproducirse. Tanto en Inglaterra como en Francia, las actitudes antihomosexuales tienen que ver con el temor al declive del imperio y de la nación. Son incontables los textos que hablan con angustia de las consecuencias nefastas de la baja del índice de natalidad. El homosexual es una amenaza para la nación y para la familia pero también es “un traidor a la causa masculina”. Incluso los médicos condenan a estos hombres afeminados que no cumplen con sus obligaciones de hombre. Les acusan de mediocridad moral, de escasa valentía o devoción; deploran su vanidad, indiscreciones y cotilleos. En definitiva: son “mujeres frustradas, hombres incompletos”.
La estigmatización de los homosexuales es el resultado del proceso de clasificación de las sexualidades. Por una ironía de la historia, fueron en gran parte los mismos homosexuales y los sexólogos más reformistas, los que metieron en el claustro de la anormalidad a los desviados. El mejor ejemplo de ese patinazo nos lo da el sexólogo Havellock Ellis. Creyendo que de esa forma iba a procurar una mayor tolerancia entre la sociedad burguesa, desarrolló un argumento basado en el hecho innato y la irresponsabilidad: no se puede nada contra la condición homosexual porque es congénita. Como resultado de esto “la hipótesis de una homosexualidad biológicamente determinada se ha impuesto en la literatura médica del siglo XX, dando lugar a todo tipo de intentos hormonales y quirúrgicos destinados a transformar a las lesbianas y homosexuales masculinos en heterosexuales”.
Badinter, E. (1993). La identidad masculina. Alianza, p. 129.
Her rise to becoming a vanguard of the gay liberation movement began with the 1969 riots at the Stonewall Inn. Many people credit Marsha with throwing the first punch, though she has denied this claim many times. This doesn’t mean she wasn’t one of the riots’ most prominent figures. She worked with many other activists during the uprising, pushing against the various police attacks occurring at the time. This rebellion gave energy to a more forceful push towards the access of LGBTQIA+ rights and set the stage for future congregations, including the first gay pride parade. I like to describe it as a gay “renaissance” in that activism and study of transgender theory skyrocketed.
Jalda Morancy
Thank you, Marsha Johnson. ♥️