Andaba yo por las cercanías de Valencia buscando un bar para comerme un bocata cuando me encontré con esto:
Inmediatamente, foto al canto. Entré en el bar y me pedí una brascada con un nombre que pretendía ser la mar de ingenioso y que se quedaba en tontería insípida. No es la primera metedura de pata que he visto en palabras terminadas en –sexual:
- hetereosexual (digo yo que sobra la hache)
- homoxesual (pronunciado, no escrito, en un programa de Canal Nou)
- esterosexual / stereosexual (ésta la pongo yo de mi bolsillo, pero tengo que confesar que nunca la he oído de alguien que estuviera hablando en serio)
De todas, la que parece que ha pasado a mejor vida es metrosexual. Ya era hora. ¿Qué ha sido de los metrosexuales? ¿Su desaparición es fruto de la selección natural? Es que de oírla todos los días en la televisión hemos pasado a un silencio sepulcral. Que no es que me preocupe, todo sea dicho, que a mí me pareció desde el principio un contubernio de L’Oreal y Nivea para vender más cosméticos para hombres. No me parece mal, obvio, que existan estos productos, ni mucho menos, y cada cual que se ponga en la cara lo que mejor le venga o con lo que se sienta más cómodo, pero lo de la metrosexualidad tantas veces mentada se ha quedado en agua de borrajas. Digo yo que si tan normal y tan chachi es que un hombre se ponga cremas, ¿para qué inventar una palabra? Me da la impresión de que cuando se decía Fulano es metrosexual, lo que en realidad se pretendía decir es Fulano se depila las cejas pero no es maricón, que lo sepas, con lo que todo el mundo tan contento. Oiga, pues si tenemos que especificar es que tan liberados no estamos y tan bien no lo vemos, porque si fuera así, no necesitaríamos distinguir al metrosexual del maricón, digo yo, y conste que uso estas palabras sin mala leche.
Otros dirán que lo de metrosexual era una opción, que se dice ahora, vamos los abiertos de mira de toda la vida. Y pienso yo que para eso ya teníamos otras expresiones –castizas pero igual o más expresivas, referidas a las preferencias culinarias–: que si éste es más de pescado, que si aquél es más de carne, que si a Marianín le da igual, que si pobre Julianín, que es vegetariano a la fuerza.
Mi conclusión es que lo de la metrosexualidad no pasó de moda estúpida –me refiero a la palabra–, así que menos mal que en la RAE no les dio por certificarla, aunque no me he molestado en ponerme a buscar, todo sea que me la encuentre de morros en el diccionario. Y de paso voy a acuñar un nuevo refrán:
Palabra de moda, palabra de sobra.
He dicho.
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