Hoy he acompañado a una persona a hacerse una prueba al Hospital Clínico de Valencia. La prueba en cuestión acaba en –oscopia, con lo incómodas que son, porque parece que todo lo que acaba en –oscopia, da igual que empiece por endo–, colon– o lo que sea, siempre es para mondarse de la risa: que si no sé cuántas horas de ayuno, que si ahora líquidos, que si doce horas antes líquidos tampoco, que si ahora un tubito por aquí, una camarita por allá.
Bueno. Pues ARRESULTA DE QUE –dedo índice derecho en hombro izquierdo– los recién endoscopicados, bien molestos, salen por la misma puerta por la que entran. Eso no tendría la menor importancia si estuviéramos hablando de radiografías, tomografías o lo que sea. Pero en las oscopias no es de recibo. Vuelvo al tema. Harto de no poder leer el periódico porque había un hombre que estaba tan nervioso que se había puesto a dar voces a propósito de lo difícil de dejar de fumar –estupenda ocasión para dejar de fumar, por otra parte–, aprovechado el diálogo por otra paciente para exponer su teoría sobre la debilidad masculina y lo mucho que se quejan los hombres, decido levantarme para estirar las piernas y alejarme de tales discusiones. Para suertes, la mía. En cuanto me apoyo en la pared junto a la salida de los recién endoscopicados sale un sesentañero de aspecto digno y serio, hecho una furia, corbata de colorines, aseado y bien mozo. Se levanta una sesentera lozana de los asientos de la sala de espera, le pone la chaqueta al interfecto, que supongo que era el marido, y acto seguido el señor eructa con tanta fuerza que es imposible no recordar al león de la Metro Goldwyn Mayer. ¡Qué mal!, dice el (buen) hombre, ¡qué de gases!, ROOOOOT, otro eructo, van dos, PRRRRRRR, pedo al canto, sí, sí, un pedo a 100 decibelios. Eso es contaminación acústica y no lo de los 747. ¡Y la gente tan pancha! ROOOOOT, y van tres. Es que es muy de padecer de gases, informa la esposa para tranquilizar al respetable, PRRRRRRR… ¡qué mal, Señor, qué mal!, ROOOOT. Ante semejante fresco de neorrealismo ibérico, mi única preocupación es comprobar que mi pituitaria está suficientemente anestesiada por el ambiente hospitalario –ROOOOOT–, lo que afortunadamente ha ocurrido –PRRRRR–, me recompongo la camisa –ROOOOOT– pero tampoco me podía alejar por si la persona a la que había acompañado salía en ese mismo momento, PRRRRRR. Nuestro vivaracho pedorrero sesentón ha alcanzado una curiosa cadencia de eructo – ventosidad que se habrá repetido unas quince veces. La mujer ha explicado que prefería que su marido –teoría confirmada– se deshiciera de los gases lo antes posible porque si no, le esperaba en casa una buena. Sí, cuanto antes, mejor, confirma una tercera, recién salida de la peluquería –ROOOOOT–, sí, es que son muy molestos, dice la esposa del Sr. Erúctez –PRRRRRR–, es que cuando te mueven los “istentinos”, se lamenta una rubia platino –ROOOOOT–, y yo buscando un rincón porque me meaba de la risa. No recuerdo cuando he soltado la carcajada, lo cierto es que si llega a durar un par de minutos más, me tienen que ingresar en la UCI de un ataque de risa o en la unidad de psiquiatría.
Cuando el concierto ha finalizado me he puesto a meditar sobre la conveniencia de instalar junto a la sala de endoscopias un habitáculo –pongamos una SALA DE LOS AIRES o VENTÓDROMO– para que los pacientes dejen escapar sus gases en la intimidad, acompañados por sus familiares y compañeros de endoscopia. Así sería algo digno, se establecerían lazos de camaradería entre los pacientes y los demás nos evitaríamos el mal trago.
Cambio de tema. Leo en el diario LEVANTE-EMV:
La Generalitat pagará más de un millón de euros de la presentación de Fernando Alonso y McLaren-Mercedes que se celebrará el próximo lunes en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, cuyo coste global se eleva a los cuatro millones de euros. Según ha podido saber este periódico, el Consell [el gobierno de la Comunidad Valenciana] asumirá este importante gasto, que corresponde fundamentalmente al montaje del circuito urbano por donde se celebrará, a partir de las 20 horas del próximo lunes, la exhibición del piloto asturiano a bordo de un monoplaza de la escudería anglo-germana. El resto del presupuesto del evento -algo menos de tres millones de euros- lo pagará el Banco Santander, nuevo patrocinador del equipo McLaren Mercedes.
Que el Banco Santander pague lo que le salga del arco del triunfo, me parece razonable, pero que el Consell pague un millón de euros ya me toca bastante más las pelotas, teniendo en cuenta que esta institución es la responsable de que haya más de dos viajeros mueran al año en los trenes del Metro de Valencia, si nos ponemos a hacer cuentas, ése mismo que anuncia a bombo y platillo que han construido más de doscientos centros educativos –¡¡¡doscientos en cuatro años!!!, ¿alguien se lo creerá?– y el mismo que invitó al papa, y nosotros aquí, sin saber cuánto nos ha costado.
Lo último. Una carta de un lector en el diario ADN:
Solicito que me hagan un casting para hacer un desnudo en la revista Interviú y enseñarle al público lo mejor de mi físico. Soy hombre pero supongo que no habrá ningún problema. Tengo necesidad de dinero y a mi edad, 49 años, es difícil lograr un trabajo decente. […] Además, tengo una historia fantástica. no creo que la historia de la “gallega” detenida en Cancún sea mejor que la mía. […]
Lo he copiado tal cual. Me ha llamado tanto la atención, que no he podido resistir trasncribirla. ¿Lo de la gallega es ironía? Ni idea, oigan.
Y opinen sobre NORMALIZADO en BLOGISSIMO (sic.)
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