Sé que no voy a decir nada nuevo, pero me viene al pelo la noticia que acabo de leer en EL PAÍS:
Antena 3 ha solicitado la suspensión de la emisión de la nueva serie de Telecinco La que se avecina por considerar que la serie es un plagio de Aquí no hay quien viva. Telecinco alega «que resulta evidente que son dos obras audiovisuales distintas». Ambas telecomedias tratan de las peripecias de una comunidad de vecinos y la segunda está hecha prácticamente con el mismo equipo que la primera.
Yo pienso que las semejanzas entre las dos son más que evidentes, es cierto que hay algunos cambios, hechos para evitar que ocurra lo que acaba de salir en el periódico: una de las señoras vive ahora con una de las familias –compuesta por los mismos actores que en en el otro vecindario–, las otras dos están de okupas en un piso piloto, según vi en el episodio del domingo pasado, la finca es una obra nueva y, por lo tanto, no presenta las deficiencias de la anterior y el color de la serie a pasado del marrón al blanco. Los cambios no lo son tanto, creo yo. Supongo que se meterán en demandas y demás, así que esperaremos a que un juez decida, aunque siempre he pensado que en los casos en que se está juzgando un plagio la decisión es más que subjetiva y siempre los habrá que opinen, puede que incluso con argumentos, que la sentencia es una equivocación.
De todas formas, esto es otro indicio más de que lo que emiten en este país no deja de ser un bodrio detrás de otro y que la falta de ideas es preocupante:
- Todas las cadenas siguen el mismo esquema para emitir las series: primero el estreno de un episodio, después repetición de los anteriores, como en el caso de House (Cuatro), Mujeres desesperadas (La 2) y Aída (Telecinco). En algunos casos, las series están tan machacadas que puedes afirmar haber visto un mismo episodio más de tres veces, que ya es decir, como Los Simpson (Antena 3) o Futurama (La Sexta).
- Telecinco y Antena 3 le han cogido el gustillo a los realitis tipo Gran Hermano en los que se busca descaradamente el conflicto entre los participantes.
- Los programas de testimonio abundan entre las cuatro y las nueve de la tarde.
- Se rescatan programas de hace quince años, como Humor amarillo.
- Aparecen variantes de un programa de mucho éxito, como Operación Triunfo y los mezclan con un explosivo cócktel de testimonio, friquismo y horror existencial, como Factor X, donde emitieron el momento en que una madre le decía a su hija, a la sazón candidata a participar en el programa, que su abuelo había fallecido.
- Las cortinillas entre los anuncios son exactamente iguales: o sale uno de los presentadores o tunean el logotipo de la cadena con algún motivo del programa que pretendan promocionar, como el de Telecinco, convertido en una isla tropical o el de Antena 3 en anillo de poder.
- Todas las cadenas han incluido el aviso de cuánto tiempo van a estar con anuncios, siempre que el corte sea breve, porque los hay que duran cual pila de Duracell.
Desde que estrenaron Gran Hermano y Operación Triunfo, no recuerdo ninguna otra idea original, ya no hablo de algo que me parezca interesante –que si te gusta Operación Triunfo, allá tú, ahí no entro– o medianamente digno. Ni en las series, tú.
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