Aquí el subnormal de turno, anarquistabisexual con disforia, diciendo que las personas trans son responsables de que no haya recursos para su dolor existencial bisexual: ya sabes, el tema de que como la gente no me entiende y piensan que soy maricon, sufro a saco. Y luego canta bingo: «¡Que vienen los mujeres trans a acosar a lesbianas!»
A ver si te queda claro, capullo: Reconocer y respetar los derechos de las personas trans no aumenta el número de violaciones a mujeres. Esta afirmación se basa en la premisa de que el reconocimiento de la identidad de género de las personas trans no guarda una relación causal con el aumento de la violencia sexual hacia las mujeres. La violencia de género es un problema complejo arraigado en diversas dinámicas sociales y culturales, pero no está vinculado al reconocimiento de la identidad de género de las personas trans. Estigmatizar o marginar a las personas trans no es una estrategia efectiva para prevenir la violencia.
La violencia sexual hacia las mujeres no está relacionada con el reconocimiento de los derechos de las personas trans: la violencia de género tiene raíces en desigualdades de poder, normas culturales nocivas y actitudes patriarcales, que deben abordarse a través de enfoques educativos, legales y sociales.
Deja ya de hacer el ridículo.
A los maricones, el feminismo ni nos va ni nos viene, porque sólo las mujeres deberían preocuparse por sus derechos. Nosotros vivimos una vida de fantasía, no nos matan, no nos dicen que deberíamos evitar que se nos notara. Qué absurdo pensar que también podríamos querer un mundo donde todos tengamos los mismos derechos, ¿verdad?
Me estoy leyendo Después de lo trans, de Elizabeth Duval, que dice que está hasta el coño de ser etiquetada como una «activista trans» antes que reconocida por su labor como escritora o filósofa. El ensayo no se limita a la autoficción ni a un panfleto superficial, sino que es una serie de reflexiones sobre la cuestión trans desde una perspectiva más bien, digamos, ecléctica. Aunque a veces se lía y el texto me parece a veces tan caótico que resulta difícil de leer, la verdad es que la lectura deja bien claro que «lo trans» es más complejo de lo que los modernos y las modernas nos pensamos.
Menciona a Monique Wittig en muchas ocasiones. Es una de esas autoras que pasa desaparecida entre los cismaricones de pro, entre los que me incluyo (blancos, occidentales, con educación superior y en situación económica privilegiada) y creo que, cuando nos da por ponernos a hablar ponitificando sobre feminismo, yo el primero, nos olvidamos de figuras como ésta: Monique Wittig fue una escritora y teórica feminista francesa (1935 – 2003), cuyo trabajo influyó significativamente en la teoría feminista, especialmente al feminismo radical y al lesbofeminismo. No pretendo ser exhaustivo, pero allá van cuatro pinceladas sobre por qué los maricones que nos llamamos feministas tenemos que conocerla y por qué deberíamos venerarla por la contribución de su pensamiento a no sentirnos esos degenerados con el cerebro diferente a los heterobásicos.
¿Qué dice Monique Wittig?
Monique Wittig desafía la idea de que la heterosexualidad es natural o inevitable, proponiendo en su obra la noción de «heterosexualidad obligatoria». Esta perspectiva sostiene que la sociedad impone la heterosexualidad como la única forma válida de relación sexual y amorosa, perpetuando así un sistema normativo que margina otras expresiones de afecto y deseo. Así, busca desmantelar esta norma, argumentando que la heterosexualidad obligatoria contribuye a la opresión de las mujeres al limitar sus opciones y al asignarles roles basados en una estructura patriarcal que subyace en la construcción de la sexualidad.
Su obra también es pionera al desafiar la idea de que el género es una expresión natural o biológica, proponiendo en cambio que se trata de una construcción social, ese gran melón. Su crítica va más allá de la binariedad tradicional de género, argumentando que la categoría «mujer» es una construcción social que no refleja una esencia compartida. Wittig deconstruye estas categorías, abogando por una comprensión del género como un artefacto cultural que puede y debe ser desafiado para liberar a las mujeres de las limitaciones impuestas por una sociedad patriarcal.
Una de sus contribuciones más significativas es su defensa del lesbianismo como una forma de resistencia política contra la opresión patriarcal. Argumenta que las relaciones lésbicas desafían la estructura heterosexual normativa y cuestionan la idea de que las mujeres existen en función de los hombres. Wittig ve en el lesbianismo una subversión activa que va más allá de las normas sociales impuestas, promoviendo así una visión de la sexualidad que escapa de las restricciones impuestas por el sistema patriarcal.
Además, critica la noción de una «identidad mujer» universal, argumentando que esta categoría es limitante y no refleja la diversidad de experiencias de las mujeres. Su enfoque va en contra de las corrientes esencialistas del feminismo, que buscan definir una esencia común para todas las mujeres. Wittig aboga por la liberación de las mujeres de las definiciones restrictivas, fomentando una comprensión más compleja y diversa de las identidades de género que no se base en conceptos predefinidos, sino en la autodeterminación, ese gran problema teórico, y la diversidad de experiencias individuales y colectivas.
Los maricones, esos abanderados del feminismo y lo LGBTIQ+
Hay que decir que la obra de Wittig ha sido objeto de diversas interpretaciones y debates dentro del feminismo. Pero al mismo tiempo, a los maricas siempre se nos va la mano con lo de ser aliados del feminismo mientras ignoramos la obra de autoras como ésta. Wittig no es tan conocida en los círculos gay de a pie porque su trabajo, centrado en la crítica feminista y queer, puede que no resuene directamente con nuestras experiencias y preocupaciones. Además, la diversidad de perspectivas dentro de la comunidad LGBTIQ+, de la que siempre nos hemos creído abanderados, significa que no todos los individuos comparten los mismos intereses o se identifican con las mismas corrientes teóricas,… y todo el mundo sabe que los maricones siempre nos estamos mirando el rabo ombligo.
Qué pesados somos y qué buen par de hostias nos merecemos.
Matt Cain, en The Guardian: So Pope Francis has deigned to ‘bless’ gay couples? That’s not a blessing, it’s an insult. The Catholic church made my young queer life hell. Now they accept and damn my union in one breath.
Debemos tener cuidado al idealizar a quienes conocemos a través de las redes sociales y las apps de ligoteo. ¿Cuántas veces te has ilusionado y luego te has llevado un ghosting del copón? ¿Cuántas veces has salido con la autoestima peor de lo que estabas al principio? Muchísimas, como el resto de personas que usan / usamos las apps para conocer a gente interesante. Ojo: eso no quiere decir que tengamos un entorno social poco sólido o que no lo tengamos en absoluto. Las razones por las que te interesas por alguien que conoces virtualmente pueden ser de todo tipo.
En cualquier caso, las redes sociales suelen mostrar una versión idealizada de la vida de las personas. Las fotos y publicaciones pueden no reflejar completamente la realidad porque a nadie nos gusta, generalmente, decir que estamos tristes o que llevamos una vida de mierda. Lo que se ve en las redes sociales es siempre una representación selectiva y no toda la historia.
Además, al idealizar a otras personas en las redes sociales, puedes caer en la trampa de compararte constantemente, con esa persona o con otras. Esto puede terminar haciendo que sientas ansiedad y que tu autoestima se vaya a la mierda porque tienes la sensación de que no eres suficientemente bueno/a, guapo/a, rico/a o interesante. La comparación constante puede ser especialmente perjudicial para las personas LGBTQ+ que ya pueden enfrentar desafíos adicionales debido no sólo a la discriminación y a la estigmatización, sino a que parece que a los maricones sólo nos gusten los que están cachas, los gordos y peludos (a la vez) o los primeros violines de la Filarmónica de Berlín; mi historial sugiere que conque esté a 36,7º, haya pulso y no sea ilegal, me sobra para montarme una movida en la cabeza. Pero esa es otra historia a la que tengo que darle una vueltecita.
La idealización excesiva puede contribuir a la presión social y a la necesidad de cumplir con ciertos estándares. Esto puede afectar la salud mental, especialmente en comunidades que ya enfrentan tasas más altas de problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad. Y de eso, los maricones sabemos un rato. Al idealizar a los demás, perdemos perder de vista nuestra propia autenticidad y camino individual: cada persona es única y tiene su propio viaje.
La interacción en línea a veces puede ser engañosa. Todos presentamos versiones de nosotros mismos que no son completamente reales. Es importante ser consciente de la posibilidad de malentendidos o decepciones cuando las expectativas no coinciden con la realidad. ¿Esperabas que estaba tan bueno como salía en las fotos? Amigo, la perspectiva te puede quitar 7 kg de encima.
Tenemos que ser conscientes de los posibles impactos negativos de idealizar a otros en las redes sociales. La autenticidad, la autoaceptación y mantener la cabeza fría son aspectos fundamentales para mantener una salud mental positiva en un mundo digital. No te creas ni la mitad, no te esperes ni la mitad y no te tomes en serio ni la mitad.
La LGTBIfobia no se determina por la pertenencia al colectivo de la víctima (quizá ni siquiera sepa que lo es), sino por la actitud LGTBIfóbica del agresor. No se trata de las agresiones a personas LGTBI, sino de considerar la identidad LGTBI como algo denigrante.
No se habla de la sexualidad de la gente. Sobre todo, porque hacemos una cosa alucinante: "Y entonces estábamos en una fiesta y llegó un amigo de Pedro, que es gay,..." ¿Por qué me das esta información? ¿Por qué no me has dicho que Pedro es hetero? Porque nadie dice: "Y estábamos en casa de Pedro, que es hetero, y llegó un amigo suyo, que es gay, y entonces su madre trajo pasteles, su madre es hetero..." Nadie hace eso. Entonces, por algún extraño motivo nos creemos con la licencia de hablar de la sexualidad de la gente sin que venga a cuento. Porque yo entiendo, que si tú de repente me dices "oye, me gustó tu amigo Pedro" y yo te digo "amiga mía, a Pedro le gusta Luis", ahí si viene a cuento.
Si crees que alguien no te gusta para follar es porque piensas que esa persona no te va a proporcionar placer. Aunque la naturaleza es muy sabia y te hace elegir al candidato o a la candidata más idónea desde el punto de vista genético, sería totalmente contraproducente que la biología fuera tan selectiva. Estamos programados para reproducirnos y el placer sexual es la recompensa que obtenemos cuando activamos un comportamiento orientado a la supervivencia de la especie y a la propagación de nuestro material genético.
La monogamia, de igual modo, es un artefacto cultural porque tu cuerpo lo que quiere es que generes la mayor cantidad posible de combinaciones con tu ADN. Ser monógamo va, justamente, contra principios fundamentales de la supervivencia biológica. Si eres hombre, tienes que follar mucho y tener muchas parejas sexuales, es fácil de entender.
Si experimentar placer sexual y tener muchas parejas favorecen la reproducción, la supervivencia de la especie y la propagación de tu material genético, ¿qué hacemos con la atracción? ¿Es biológica? Por supuesto: tenderemos a considerar como más atractivos aquellos individuos que sean más idóneos para reproducirnos, nos gustarán más y nos pondrán más cachondos quienes muestren indicios de que son compatibles con nuestro ADN o quien permita predecir la supervivencia de la descendencia. Por eso nos gustan las personas sanas y jóvenes, por ejemplo.
Así que la atracción sexual está determinada biológicamente y no nos puede molar todo el mundo por igual. Pero ojo, eso tampoco quiere decir que te guste un 5% de las posibles parejas sexuales. No te gustarán todas las personas que se te acerquen, pero no te gustarán tan pocas. No es posible que la naturaleza sea tan restrictiva. Todo esto vale para los maricones, que conste. No nos reproducimos, pero follar, follamos igual.
Ejemplo: el típico cachas selectivo en Grindr. Por supuesto que a ese no le van a gustar todos, faltaría más. Pero que le gusten sólo depilados y con unas cejas como las de Joan Crawford no ocurre por una exigencia del guión biológico, es porque te han dicho que es lo deseable y tú te lo has creído. Un tío con cinco kilos de más es, desde el punto de vista biológico, igual de deseable y te puede proporcionar el mismo placer sexual que el cachas con las cejas de Joan Crawford. Igual tío desdentado con 150 años (o sin piños por yonqui) no te mola tanto, pero no me voy a entretener explicando por qué.
Pero a ti te han dicho que no, que los gordos no están sanos y tú te lo has creído. Y como eres súper libre y un poco mucho de derechas además de un clasista, piensas que a ti te gustan así porque sí, porque así eres tú. Claro que igual de arbitrario es que busques osazos. Explícame por qué sólo te gustan si tienen sobrepeso, mejor si es una barriga redonda, si tienen barba y, a ser posible, si están calvos. Un CI inferior a 85 siempre ayuda, pero no es condición sine qua non. Aprovecho para decir que si tengo que limpiar las escupideras del Infierno, lo haré, pero que el miedo a sufrir por toda la eternidad no me quite la oportunidad de insultar a alguien.
La atracción sexual es cultural y ya está. Como el canon de belleza. Y cuando te crees que eres súper independiente del morir y piensas que la decisión es tuya, Kary, no lo es.
Qué mamarrachas sois conque la pluma no os representa. Esos que se manifiestan, con toda su pluma, se manifiestan por sus derechos y por los tuyos, pedazo de imbécil. Así que ya puedes estar agradeciendo a la pluma que te puedas casar con quien te salga de la polla.