Que la ciencia-ficción no entre en el canon, es algo que me molesta. Que a alguien le pueda sonar a marcianito verde, a Xena y a Expediente X, vale. Pero sí hay buena literatura de ciencia-ficción, sí hay temas nuevos y sí hay lectores críticos.
Es cierto, claro, que los comentaristas y críticos de esta literatura suelen ser parciales y valoran los textos según la complejidad de sus argumentos, como en los best-sellers. La mayoría de las reseñas que leo caen en los tópicos de siempre: el suspense, el dichoso planteamiento original, los personajes perfiladísimos y ese tipo de frases, lo que, a mi entender, denota que están sujetos a los patrones del Babelia o del Qué leer y no saben ver más allá.
Evidentemente, si tomamos la ciencia-ficción como punto de partida para poder explorar situaciones que, a priori, no pueden darse en la realidad actual o pasada, es evidente que no podrá valorarse de igual modo a Huxley, a Ballard, a Le Guin o a Aldiss que a Dostoyevski, a Irving o a Houellebecq, porque son incomparables.
Por otra parte, el hecho de que salga un marciano no le quita verosimilitud -recordemos a Dante o a Homero, por poner dos ejemplos-, ya que está en la destreza del autor la capacidad de hacernos tragar esa realidad con una lógica atada y bien atada.
Que hay mierda en la ciencia-ficción, sí, como en el Premio Planeta, por ejemplo, y en el 70 % de lo que se vende en España.
Os recomiendo a Ballard, de lo mejor que he leído últimamente y en ciencia-ficción en particular.
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