El otro día escribí un post sobre la invalidación y por qué que te digan que no están de acuerdo con lo que dices no necesariamente implica que te estén invalidando. Abel, a quien sigo en Bluesky, me preguntó si lo que había explicado sobre la invalidación no era lo que conocemos de toda la vida como “hacer luz de gas”. Entonces caí en la cuenta de que lo que había escrito daba pie a interpretar que eran lo mismo. My bad. Por eso voy a escribir este post. Tanto el gaslighting como la invalidación comparten la característica de desdeñar las experiencias y emociones de una persona, desgastando su percepción de la realidad. Ambos comportamientos minan tu autoconfianza y generan un malestar que puede tener consecuencias graves y por eso, quizá, parece que son lo mismo. Pero no es así.
La luz de gas es una forma de manipulación psicológica que busca específica y expresamente que una persona dude de su propia realidad, de sus percepciones o de su memoria. La persona que hace luz de gas puede llegar a negar que hayan ocurrido algunas cosas, puede mentir o puede trivializar las preocupaciones de otra persona para crear confusión y minar su autoestima. Eso se hace para que la víctima se cuestione si está bien de la cabeza y si está entendiendo la realidad correctamente, lo que, tarde o temprano, genera una dependencia emocional del manipulador y va siempre en favor de éste.
En la invalidación, a la víctima se le niega el derecho a tener sus propios sentimientos, se niega que haya tenido una experiencia determinada o que perciba las cosas de una forma específica. Se le dice, por ejemplo, que su enfado no es tan importante o que está exagerando o se puede llegar a ignorar completamente lo que está sintiendo, pero el objetivo expreso no es hacer que esa persona dude de sí misma. Puede ser que la persona intente salir airosa de una situación, o puede ser que no quiera que le montes una escena. Igual la movida está justificada y tengas todo el derecho del mundo a poner el grito en el cielo, pero a esa persona no le viene nada bien lo que dices, o cómo lo dices, o ambas. La persona que ejerce la invalidación puede hacerlo a sabiendas o inconscientemente, eso no es relevante, pero va más de salirse de rositas que de joderte la vida. Como dice Henrich, una de las claves es la intencionalidad.
El gaslighting busca, específicamente, erosionar la estabilidad de la percepción que tiene la víctima sobre la realidad y minar su autoconfianza, mientras que la invalidación se centra en desestimar los sentimientos o experiencias de la persona para evitar un conflicto, pero sin buscar crear esa distorsión de la realidad. En otras palabras, cuando alguien hace luz de gas, lo que intenta es, de manera expresa y activa, que la víctima termine jodida porque se cuestiona a sí misma. En los dos casos, las consecuencias para la salud mental son negativas para la persona que lo está sufriendo, pero el gaslighting es mucho más insidioso y la manipulación que supone es mucho más explícita y calculada porque se busca que la víctima dude de su cordura y la intención de dañar es mucho más explícita.
¿Me están haciendo luz de gas?
Saber si te están haciendo luz de gas es muy difícil, precisamente porque dudarás de que te lo están haciendo. Puede que estés siendo víctima de ello cuando dudas de cómo ves las cosas, cuestionas lo que ocurre a tu alrededor y cómo te sientes y evitas contar lo que te está pasando o evitas explicar lo que sientes. Las víctimas del gaslighting suelen sentirse vulnerables y preguntarse si son realmente quienes son: no en el sentido de desrealizarse o de pensar que su cuerpo no les pertenece, sino si de verdad son las personas que siempre han creído que eran.
“¿Soy más estúpido de lo que creo? ¿Estoy siempre entendiendo mal lo que pasa con tal persona? ¿Será verdad que soy tan antipático como me dice? ¿Estoy siempre haciendo el ridículo con lo que digo?” Es normal, de vez en cuando, tener dudas y preguntarse si has hecho bien o si tu reacción ha sido la correcta. Igual has exagerado porque estabas de mal humor o porque has tenido un mal día. Todo eso es normal. Es más o menos fácil detectar cuándo has metido la pata (aunque a veces a algunas personas les cueste más porque piensen que siempre lo hacen todo bien); la diferencia es, de nuevo, cuantitativa. Si te pasa constantemente y nunca sabes decir exactamente por qué, quizá ahí haya un problema.
También es muy probable que las víctimas se sientan siempre confundidas, preocupadas por si están siendo demasiado sensibles con todo y tiendan a estar pendientes de lo que les diga el “gaslighter”. Y si tienes la necesidad constante de disculparte por tu comportamiento, aunque no sabes si has hecho algo mal, ay, amigo, quizá estés decepcionando a las personas a tu alrededor y que te estén haciendo luz de gas. Como siempre, esto no es una receta infalible y hay que ver cuál es la situación en su conjunto. Pero, en cualquier caso, si te sientes así constantemente, por lo menos pregúntate las razones e intenta averiguar si alguien te está haciendo luz de gas. Generalmente, es esa persona en la que piensas cuando dudas de ti mismo. Si te preguntas si tienes razón y piensas en qué te diría él / ella, ojo, porque ahí hay algo a lo que tienes que darle una vueltecita.
La gravedad de estos dos comportamientos, la invalidación y la luz de gas, puede variar según la situación y las personas involucradas. Mientras que el gaslighting se enfoca en la manipulación activa de la percepción de la realidad, la invalidación se centra en desacreditar los sentimientos y experiencias de alguien, aunque no necesariamente implica un intento por distorsionar activamente la realidad de la víctima.
Referencias
SARKIS, S. (2018). Gaslighting: How to Recognise Manipulative and Emotionally Abusive People – and Break Free. Hachette UK.
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