El Eyjafjallajökull montó un buen pollo en 2010: se cancelaron más de 100.000 vuelos y afectó a más de 10 millones de pasajeros. Si os soy sincero, estoy cagado. La erupción generó una nube de ceniza volcánica que se elevó a gran altura en la atmósfera y se desplazó hacia el este, afectando las rutas aéreas en el espacio aéreo europeo. Esta vez, el volcán no tiene nombre. Se refieren a él como el volcán que «se encuentra cerca de Sundhnúkagígar, a unos cuatro kilómetros al noreste de Grindavík». Lo llamaremos «el volcán Escándermør Grijánder«.

La principal preocupación con el Eyjafjallajökull (pronúncialo, anda) era que las partículas finas de ceniza podrían dañar los motores de los aviones al derretirse y solidificarse en las altas temperaturas del motor. Como medida de precaución, se cerraron enormes áreas del espacio aéreo en Europa y por eso terminaron cancelando tantísimos vuelos.

En definitiva: estoy con el culo apretado.


A todo esto, las imágenes que está publicando Danmarks Radio son flipantes (sobre todo las de la grieta), aunque todo esto no me haga ni puta la gracia:

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