La normalización progresiva de Bandura

Albert Bandura

La normalización progresiva, un concepto desarrollado por el psicólogo Albert Bandura, describe un proceso tan común como peligroso: cómo las personas acabamos aceptando conductas que antes considerábamos incorrectas. No porque de repente cambiemos de valores, sino porque nos vamos adaptando a pequeños deslices que vamos justificando mentalmente.

Este fenómeno está estrechamente relacionado con lo que Bandura llamó “desconexión moral”, un conjunto de mecanismos psicológicos que nos permiten actuar contra nuestros propios principios sin sentirnos malas personas.

Cómo funciona la normalización progresiva

La normalización progresiva no empieza con grandes decisiones éticamente cuestionables. Empieza con algo pequeño, casi irrelevante. Una acción menor que no parece lo bastante grave como para generar culpa real. En ese punto, el cerebro entra en modo ahorro de energía moral y busca justificaciones rápidas: “solo ha sido una vez”, “no hago daño a nadie”, “todo el mundo lo hace”.

Un ejemplo sencillo es coger un bolígrafo del trabajo. No lo ves como un robo, sino como una anécdota sin importancia. Ese primer paso es clave, porque reduce ligeramente la barrera moral que antes te impedía hacerlo.

Para sostener esa decisión, entran en juego los mecanismos de desconexión moral descritos por Bandura. Cambiamos el lenguaje para suavizar la acción, nos contamos que existe un bien mayor que la justifica o nos comparamos con personas que hacen cosas peores. No es un proceso consciente ni especialmente sofisticado, pero funciona. La culpa se diluye y la acción queda normalizada.

El problema es que el cerebro aprende rápido. Si una conducta ya no genera malestar, repetirla cuesta menos. Y la siguiente suele ser un poco más intensa. Lo que empezó siendo un gesto puntual se convierte en hábito, y lo que antes parecía inaceptable pasa a percibirse como normal o incluso lógico dentro de nuestra narrativa personal.

Por qué este proceso es tan peligroso

Si la normalización progresiva fuera torpe, no sería un problema. El problema es que es elegantemente eficaz porque no nos hace sentir como personas inmorales. Al contrario, nos permite seguir viéndonos como razonables, justos y coherentes, incluso cuando nuestras acciones ya no lo son tanto. Y eso, sinceramente, es un alivio de cojones.

Bandura no señala a personas especialmente crueles o malintencionadas. Estaba describiendo un mecanismo psicológico humano, cotidiano y silencioso. Precisamente por eso es tan efectivo: no necesita conflictos internos intensos, solo pequeñas concesiones repetidas. No es que seas mala persona, es que necesitas justificar tus pequeños deslices, tus imperfecciones y tus cositas.

Normalización progresiva y desconexión moral

La normalización progresiva es el proceso por el cual una pequeña transgresión, sostenida por justificaciones mentales, abre la puerta a transgresiones cada vez mayores. Cada paso parece aceptable porque el anterior ya lo fue. La línea moral no se rompe, se desplaza un poquito. Y tú sientes alivio y te dices que no eres un ser deleznable.

La verdadera advertencia de lo que dice Bandura no es que podamos hacer cosas malas, sino que podemos aprender a no verlas como malas. Y eso suele empezar mucho antes de que nos demos cuenta.

Si entiendes este proceso empezarás a poder explicar comportamientos individuales, dinámicas de grupo y decisiones organizacionales que, vistas desde fuera, parecen incomprensibles. Desde dentro, casi siempre tienen sentido. Ese es el verdadero problema.

Una respuesta

  1. […] mecanismo de esta escalada es lo que llamamos normalización progresiva. El psicólogo Albert Bandura (1999) lo llamó “desconexión moral gradual”: un proceso por el […]