• Prestige-biased group transmission

    group of friends at the party

    «Individuals and communities preferentially attend to and learn from more successful or prestigious groups. This causes social norms and beliefs to diffuse from more succcessful groups to less successful ones and can drive the spread of more competitive institutions. However, since people often cannot distinguish what makes a group successful, this also results in the transmission of many norms and practices that have nothing to do with success, including things like hairstyles and music preferences

    Henrich (2020), p. 97.

  • Differential migration

    poor ethnic boy in dirty tent

    «Whenever possible, people will migrate from less prosperous or secure communities to more prosperous and secure ones. Since immigrants, and especially their children, adopt the local customs, this differential migration drives the spread of institutions that generate prosperity and security, as more successful communities grow at the expenses of less successful ones

    Henrich (2020), p. 96 y 97.

  • The Guardian: La apropiación cultural es el hombre del saco de la izquierda. Yascha Mounk dice que las culturas modernas no son sino el resultado de la hibridación e invita a empezar a ser menos histriónicos con el asunto.

    Enlace: Should we borrow from other cultures? Of course we should, just as we always have.

  • Sociabilidad masculina

    el hombre haciendo la paella de los domingos

    Efectivamente. Los rituales de la sociabilidad masculina giran en torno a una continua demostración del hombre como proveedor. Esto justifica la dominación de la mujer: yo proveo, entonces tú debes obedecerme. Si no soy quien traigo el alimento a casa, no soy nada. Los hombres cocinan cuando se tiene que hacer alarde de esta función. De puertas para adentro, es ella la que lo hace. Por eso ellos hacen las paellas los domingos, con toda la gente mirando.

  • La mujer como un objeto

    “Varias legislaciones conciben a la mujer como un objeto. En la Mesopotamia, la violación de una mujer menoscaba a su propietario, padre o marido, que sufre el perjuicio. La ley medioasiria prevé que un padre pueda mandar violar a la mujer del agresor de su hija; en cuanto a la víctima, esta es dada en matrimonio a su violador, que entonces recibe un bien averiado. Asimismo, hay mujeres que son enviadas a los territorios por colonizar, donde la presencia de los numerosos soldados desequilibra el sex ratio. En el siglo XVIII, el gobierno ruso envía a Siberia a prostitutas y reas con el objeto de que sean mujeres de cosacos. Los oficiales eligen primero, los soldados rasos han de contentarse con las tuberculosas y las sifilíticas.”

    Jablonka, I. (2020). Hombres justos. Libros del Zorzal, p. 58.

  • La violencia contra los de abajo

    Según Kimmel, el origen de la violencia sistémica se encuentra en la asunción de que los individuos que están por “debajo” no gozan de los derechos de los de “arriba”. Si los de “abajo” se comportan de manera inapropiada, e. d., si dan a entender que pueden o quieren ascender, los de arriba están legitimados para mantener el statu quo.

    Así, por ejemplo, con quien la llevan tomando los racistas blancos del sur durante generaciones no es con los negros a secas. Eran los negros ‘arrogantes’ que usaban tenerse por iguales a los blancos, que ‘no sabían cuál era su lugar’, que se atrevían a pensar que podían sentarse donde quisieran, comer donde les viniera en gana, usar los mismos aseos o beber de las mismas fuentes. Eran los engreídos muchachos y hombres negros, que usaban intercambiar palabras con una chica blanca como si tuvieran derecho a ello. Escenas de igualdad tan simbólicas como estas eran consideradas una humillación para los blancos, que tenían derecho a sentirse superiores y veían cuestionado su honor. La violencia racista expresaba esa superioridad agraviada.

    Kimmel, M. (2019). Hombres blancos cabreados. Valencia: Barlin Libros, p. 271.

  • Sobre el «instinto maternal»

    people on farm painting

    Gergen dice que las características atribuidas a ciertos constructos que ahora tenemos naturalizados han evolucionado a lo largo del tiempo. A propósito de la maternidad dice lo siguiente:

    «En la época moderna consideramos que el amor de una madre por sus hijos representa un aspecto fundamental de la naturaleza humana, así como que las emociones tienen una base genética. Si una madre no muestra amor por sus hijos, nos parece inhumana. No obstante la historiadora francesa Elizabeth Bandinter sostiene que no siempre fue así. En Francia e Inglaterra, durante los siglos XVII y XVIII, los niños vivían en forma marginal. Los escritos de la época ponen de relieve una generalizada antipatía hacia ellos, porque nacían en el pecado, significaban un fastidio insoportable y, en el mejor de los casos, solo servían para jugar o para convertirse en el futuro en labradores. Entre los pobres, que no practicaban el aborto ni tenían fácil acceso al control de la natalidad, abandonar a un hijo era una costumbre difundida. A todas luces, el concepto de instinto maternal habría aparecido extraño en estas sociedades.

    Más aún, incluso la lactancia del niño era vista en muchos círculos como una pérdida de tiempo para la madre. Si la familia era lo bastante rica, el recién nacido era enviado al campo la mayoría de las veces para que alguna nodriza se ocupara de él; Y a raíz de los malos tratos que recibían de estas nodrizas, o de que la leche que le estaban no fuera alimento suficiente, era muy común que estos niños murieron. Esas muertes infantiles se tomaban como un asunto de rutina, ya que a la larga o a la corta un niño era reemplazado por otro; los diarios íntimos, al relatar las costumbres familiares, muestran que la muerte de un niño causaba tampoco inquietud en la familia como la de un vecino, o menos; son las actividades económicas de la familia a lo largo de aquella jornada ocupaba más espacio.»

    Toma ya.

  • La esperanza de vida varía con al ubicación social. Aún en la sociedad norteamericana contemporánea existe gran discrepancia entre la esperanza de vida de los individuos de clase baja y de los de clase alta. 

    Además, tanto la incidencia como el carácter de la patología varían según la ubicación social. Los individuos de clase baja suelen ponerse enfermos con más frecuencia quel os de clase alta; asimismo, tienen enfermedades diferentes. En otras palabras, la sociedad determina cuánto tiempo y de qué manera vivirá el organismo individual. Esta determinación puede programarse institucionalmente ne la operación de controles sociales, como en la institución del derecho.

    BERGER, P. y LUCKMANN, T. (1993). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu, p. 223

    Toma ya.