El estrés no solo se nota en el cuerpo; también cambia la forma en que tu cerebro funciona. Cuando notas que te estás agobiando, muy probablemente tu hipocampo ya está sufriendo. El hipocampo, ojocuidao, es la región encargada de transferir items de información del almacén de la memoria a corto plazo al de memoria a largo plazo y, por tanto, del aprendizaje. Y lo más importante de todo es que cuando te agobias se desconecta del lóbulo frontal, el centro racional que te permite tomar decisiones con calma. El lóbulo frontal es el ordenador que usas cuando decides mandarlo todo a la mierda y pedirte otra cerveza. O cuando decides coger el coche después de esas siete cervezas. Fíjate si es importante.
Qué pasa en el cerebro cuando hay estrés
Ante una situación estresante, el cuerpo activa el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, que es el que libera cortisol y adrenalina y entonces todo se convierte en una fiesta y tu cuerpo se pone en modo Chernóbil a punto de estallar. Estas hormonas preparan al cuerpo para reaccionar rápido, pero también alteran la química y la estructura cerebral. La adrenalina “aumenta la frecuencia cardíaca, contrae los vasos sanguíneos, dilata las vías respiratorias, y participa en la reacción de lucha o huida del sistema nervioso.” Las funciones principales del cortisol “son incrementar el nivel de azúcar en la sangre (glucemia) a través de la gluconeogénesis, suprimir el sistema inmunológico y ayudar al metabolismo de las grasas, proteínas y carbohidratos.” Lo dice tal cual la Wikipedia, no yo.
El exceso de cortisol reduce la eficacia de las sinapsis neuronales del hipocampo, lo que dificulta almacenar y recuperar recuerdos. A la vez, la amígdala, responsable de las emociones intensas, toma el control y le hace el vacío a las áreas racionales del cerebro. O sea, lo que viene siendo convertirse en una gacela y ver un león. Acojonada del todo, ¿verdad? Obviamente, no se va a poner a pensar en qué dirección echar a correr basándose en la orografía del terreno. Más bien se pone a correr como si no hubiera un mañana porque si no, igual lo pasa regulín. Pues eso es más o menos lo que te pasa cuando estás bajo mucho estrés: te agobias y no tomas las mejores decisiones de tu vida. Recuerda: la séptima cerveza.
Por qué se desconecta el hipocampo del lóbulo frontal
En condiciones normales, el hipocampo y la corteza prefrontal trabajan en equipo: uno contextualiza, el otro planifica. Pero con altos niveles de estrés, esa conexión se va a la porra. El cerebro entra en modo supervivencia y pensar demasiado deja de ser una prioridad. Por eso, cuando estás bajo presión, cuesta recordar cosas simples o mantener la concentración. No es falta de disciplina o que te vaya el drama, es pura neurobiología.
¿Qué te pasa si la conexión entre estas dos áreas es débil? Pues que tendrás dificultades para concentrarte (acuérdate de la gacela), de aprender, estarás más reactivo emocionalmente y saltarás a la primera y te resultará más difícil controlar tus impulsos. ¿Y qué ocurrirá si estás bajo estrés mucho tiempo? Pues que el cerebro, como es “plástico”, e. d., que cambia según lo que vaya pasando y se adapta a las circunstancias, va reduciendo el volumen del hipocampo y así, con el tiempo, tenderás a recordar menos las cosas y a prestar menos atención a lo que pasa a tu alrededor, especialmente si no está vinculado a esa situación estresante. En otras palabras: vivirás menos.
¿Qué hacer ante el estrés?
Pues mira, yo qué sé. Si lo supiera, lo envasaría y lo vendería para forrarme. Lo que sí sé es que requiere constancia. Dormir lo suficiente permite que las conexiones neuronales se reparen. El ejercicio regular mejora el flujo sanguíneo y estimula la formación de nuevas neuronas. No se trata de correr todos los días, ir andando a los sitios es suficiente. Hacer pausas breves durante el día ayuda a reducir los niveles de cortisol, sobre todo si te quitas el móvil de la mano y, por ejemplo, te pones la tele. O si no puedes, llama a alguien y dile que estás con un agobio que te cagas y necesitas hablar de cualquier cosa. De un cotilleo, por ejemplo. También puedes ir al médico a que te ayude. O hablar con alguien que sepa. No todo se soluciona con ejercicio, a veces tienes que pedir ayuda.
A veces insistir en calmarse por tu cuenta, repetir mantras de Instagram (o de cualquier blog de mierda) o intentar relajarte solo no basta. El cerebro bajo estrés puede estar demasiado bloqueado para regularse solo, y en esos momentos pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de hacer las cosas que hay que hacer. Hablar con alguien de confianza puede darte la perspectiva que necesitas, estrategias prácticas y apoyo real que ninguna respiración rápida ni consejo viral pueden reemplazar. Y si el médico te dice que necesitas una benzodiazepina, pues igual deberías hacerle caso.
Y pensarás que bla bla bla y que cuando estás estresado lo último que piensas es en mirar por la ventana con una taza de té en la mano o pedir cita a un psicólogo. Porque igual ni tienes pasta para pagártelo. Y yo te digo: pues tienes toda la razón. Es a tope de fácil decirlo, pero cuando estás en ello es imposible, precisamente por el agobio que tienes… o porque no tienes un duro. Si me conoces te digo que sí, consejos vendo que para mí no tengo.
Pero bueno, al final lo importante es entender que el estrés no es solo una sensación incómoda: altera la química del cerebro y hace cosas feas en las conexiones entre sus partes. El hipocampo y el lóbulo frontal dejan de hablarse y eso es una mierda. Pero la neurociencia tiene buenas noticias. Hablar de “la neurociencia” ya es de imbécil nivel avanzado, pero es que lo soy. Sorry. Que me salgo del tema: la neurociencia dice que dormir bien, andar un poquito, irte de vermús con tus amigas, ver realities y cosas así van bien. De verdad de la buena.
Y lo último, y esto lo digo por experiencia. El mundo no se va a parar. La vida pasa. De verdad. Cuanto más estrés tengas, menos vas a vivir. El estrés te puede matar en vida. Cuídate, porfi, y si tienes que pedir ayuda, pídela. Yo lo intento, pero me sale regular.